martes, 16 de mayo de 2017

LECTURA RECOMENDADA PARA NO PERDER LA MEMORIA


Farándula y Poder. Un capítuo de "Pecadores y pecadoras" para compartir:






SEXO Y HUMO
Durante la década del noventa, la frivolidad, el desfile de vanidades y la farandulización de la política no surgieron sólo como meros rasgos de personalidad de los protagonistas de aquella época; en realidad, todo era parte del guión, el decorado y la puesta en escena montada para esconder la tragedia que tenía lugar fuera de aquel teatro ilusorio que mostraban las revistas y la televisión. Pero los actores terminaron creyéndose los papeles que interpretaban. Uno de los más fervientes apólogos del gobierno de Carlos Menem, Bernardo Neustadt, sin ocultar su xenofobia elemental, llegó a decir del Presidente: “Lo veo alto, rubio y de ojos celestes”.
Más allá de dejar en evidencia su gustos personales, Neustadt supo poner en palabras aquella inexplicable atracción que ejercía Menem en las clases altas, tradicionalmente alérgicas a todo lo que proviniera del peronismo. Aquel personaje patilludo, de tez morisca, ascendencia sirio-libanesa, estatura insignificante, carente del encanto de la “gente como uno” al que tanto había fustigado Neustadt antes de su asunción, interpretaba de pronto el papel del galán. Por supuesto, los distinguidos miembros de la Sociedad Rural, la Unión Industrial y las demás corporaciones nacionales y multinacionales estaban dispuestos a creer en su patética actuación mientras no dejara de regalarles el patrimonio público a manos llenas. Aplaudían a rabiar cada paso de comedia, festejaban con carcajadas la trama de enredos que se representaba día y noche. Igual que Charles Chaplin, Menem podía interpretar distintos personajes: Carlitos aviador, Carlitos futbolista, Carlitos jugador de golf, Carlitos corredor, Carlitos amante latino e incluso, Carlitos presidente.
Detrás de aquella cortina de humo de cigarros y burbujas de champagne, mientras las revistas del corazón hablaban del romance del presidente con tal o cual funcionaria, en ese exacto momento se cerraba una fábrica. A la vez que los programas de chimentos revelaban un nuevo affaire, Menem ejecutaba la máxima "ramal que para, ramal que cierra" hasta dejar la red ferroviaria virtualmente desmantelada. Mientras se mentaban las proezas sexuales del dueño del harén, se rifaba cada día una empresa pública. Al mismo tiempo que se rumoreaba sobre las dimensiones del aparato reproductivo del presidente, se reducía cada vez más del aparato productivo de la Nación.
Prostitutas de diferente pelaje se hacían pasar por damas honorables que caían muertas de amor a los pies del primer mandatario. Por supuesto, todas cobraban formidables honorarios a cuenta del erario público. Fiel a su ascendente musulmán, de acuerdo con las crónicas de la época, al presidente no le alcanzaba con una sola mujer para sus lances sexuales y solía reprender a su secretario personal, Ramón Hernández, cuando éste no le llevaba a los aposentos presidenciales al menos dos mujeres.
En este punto se impone hacer un repaso sumario sobre las relaciones permanentes entre la farándula y el poder. Hemos examinado ampliamente estos vínculos durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón, señalando que la propia Evita pertenecía al mundo del cine, el teatro y la radionovela. En todas las épocas el mundo artístico se ha dividido, poniéndose en una u otra vereda. Ya para abrigarse al calor del poder, ya por auténtica convicción, actores, cantantes, deportistas, periodistas o escritores gozaron de la protección de los distintos gobiernos o, al contrario, padecieron la indiferencia cuando no la persecución y la censura. Muchos se las han compuesto para ensayar complejas piruetas y caer parados ante todos lo gobiernos de turno. Lo cierto es que, desde siempre, ha existido una relación de conveniencia mutua entre la farándula y el poder. Mientras Niní Marshall y Libertad Lamarque, opuestas al peronismo, tuvieron que exiliarse durante la época del primer justicialismo, Fanny Navarro y Hugo del Carril vivieron su momento de esplendor bajo el ala del gobierno. En las épocas oscuras y nefastas de la peor dictadura militar, a la vez que centenares de artistas eran desaparecidos, asesinados o expulsados al exilio, otras y otros mantenían “relaciones carnales” con los usurpadores del poder. Documentos desclasificados de los servicios secretos chilenos en el año 2000, pusieron al descubierto las relaciones entre Massera y cierta actriz de dilatada trayectoria. Un fragmento del informe redactado en 1978, decía:
Sobre más antecedentes de Graciela Alfano, actual amante de Massera, puedo informar que ésta es actriz y modelo. Está con Massera aproximadamente desde hace 6 meses. Últimamente se ha sabido de costosos regalos que fueron hechos (departamento, pieles, joyas, etc.). (...) Anteriormente Massera tenía como amante a una modelo publicitaria, que hacía la propaganda de los cigarrillos Jockey Club. Más antecedentes sobre la Alfano enviaré oportunamente.
En su defensa, la actriz desmintió el informe y en un programa de televisión declaró:
Fui parte de la Resistencia Peronista en los setenta. Una vez, militando, tuvimos que escaparnos, yo tuve que dormir en un baño de mujeres. En ese entonces mi libreta se perdió y la encontró un policía. Un profesor mío, hoy desaparecido, me salvó jurando y rejurando que yo había estado en su clase, sino hubiese sido una desaparecida.
Acaso la actriz haya confundido la Resistencia Peronista, creada en realidad en el segundo lustro de los años cincuenta, con los Comandos Azules, película de 1979, que era una burda propaganda de la dictadura militar en la que sus compañeros de “militancia” llevaban los alias de Tiburón, Delfín y Mojarrita.
Sin embargo, la actriz tuvo oportunidad de reivindicarse finalmente con el peronismo en la década del noventa. Por entonces, en 1993, se dejó fotografiar con el presidente Menem en un palco del teatro Colón y, en otra oportunidad, fueron capturados por la cámara tomados de la mano. Ambas fotos, según ella misma declaró, le causaron un gran problema ya que debió darle explicaciones a su marido de entones, el empresario Enrique Cappozzolo, y a sus hijos: “Con Quique vivimos momentos muy violentos, violentísimos… fue muy duro y triste para nuestros hijos presenciar esas escenas”.
Sin embargo, el pesar le duró menos que su improbable paso por la Resistencia Peronista. En otras declaraciones, dijo a propósito de las críticas que despertaron sus fotos con Menem: “Muchas me criticaron pero de envidia, porque más de una señora respetuosa o de imagen se moriría por estar en esa foto, más de una de esas mujeres empujó a cuanta persona estaba delante para salir al lado del presidente”.
Más allá del honor que para ella significó su foto con Menem, muchos pagarían por tener una fotografía de Graciela Alfano junto a los combativos Gustavo Rearte, Felipe Vallese o el mismo John William Cooke en el novelesco paso de la diva por la Resistencia Peronista ejerciendo la lucha armada urbana. Aunque tal vez Graciela Alfano también confundió a los célebres fundadores de la Juventud Peronista con sus compañeros de Los superagentes contra los fantasmas, película que filmó junto a Julio De Grazia y Víctor Bó.
A propósito de los vínculos de diversas actrices y vedettes con los funestos personajes que ocuparon el poder durante el último gobierno militar, la presidente de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, en medio de una polémica sobre la inseguridad, declaró:
¿Cuál es nuestra seguridad con estas vedettes, que son más putas que vedettes, que se atreven a hablar de derechos humanos cuando bailaron y se acostaron con todos los represores? (…) En vez de cabeza tienen un maní, lo único que tienen son tetas y no son de ellas.
La respuesta de una las aludidas, Moria Casán, no tardó en llegar:
A mi me divierte cuando llaman putas… (…)… yo no tuve ninguna relación con militares, sólo con mi padre que era militar. (…) A mí me hubiese gustado tener un hijo que sea militar. Militar y puto, porque si tenía un hijo, de esta madre no puede salir otra cosa. (…) Yo no tuve amantes militares.
Igual que Graciela Alfano, Moria Casán tuvo su época de esplendor durante la dictadura militar; la mayor parte de las películas en las que trabajó –doce de veinte- se filmó durante aquel período. Sin embargo, la llegada de la democracia la encontró cerca del flamante presidente Raúl Alfonsín. De la noche a la mañana, la diva que jamás disimuló su simpatía por los militares, se convirtió en la imagen voluptuosa de la República. Por entonces conducía un programa televisivo nocturno, A la cama con Moria, en el que entrevistaba a encumbrados políticos bajo las cobijas de un barroco lecho escenográfico, mientras con voz de impostada sensualidad, acercaba su siliconado escote a la cara trémula del invitado. Así como admitió haberse sacado varias fotos con los militares, en épocas de Alfonsín posaba frente a las cámaras con una bandera radical y declaraba su admiración por el presidente. Tras el triunfo de la UCR el 30 de octubre de 1983, la vedette se mostró en los festejos populares con una banda roja y blanca que le cruzaba el prominente busto. Cuando el ex mandatario falleció, Moria Casán se deshizo en palabras de halago:
Alfonsín era un gran amigo de mi primer marido, el papá de Sofía, Mario Castiglione. Era el padrino de uno de sus hijos, estuvo en el bautismo y Mario hasta le puso Raúl Ricardo en su honor. Sus hijos han venido a casa… Sentí que se iba alguien de la familia, un hombre que nos había dado una alegría enorme.
Sin embargo, la lealtad al radicalismo habría de durar lo mismo que el mandato de Alfonsín. Al asumir Carlos Menem, se reveló como una ferviente simpatizante y amiga del riojano. A punto tal que hizo renacer su dormida pasión por la política y, años más tarde, decidió postularse como candidata a diputada por una lista que acompañaba el relanzamiento nacional de Menem. Para justificar su incursión, sacó a relucir una vieja nota de la revista Gente de 1987 en la que aparecía posando en la Cámara Baja proclamando:
Señores diputados: ¿Qué tiene la Cicciolina que no tenga yo? (…) Que la Cicciolina, que es una actriz de películas pornográficas e hizo su campaña desnuda, sacó 10.000 votos me parece diviiiino… A mí me encanta todo lo que sea romper moldes. Los italianos tuvieron humor, y eso es lo que nos falta a los argentinos. Yo tengo mi paquete de leyes a proponer para dar vuelta el bocho a todos…
En otra entrevista, Moria Casán exhibió su sólida amistad con Menem y sostuvo que nada ni nadie impediría su ingreso a la política: “Carlos es una persona a quien quiero y aprecio, pero la decisión es mía. Él es amigo, y vio con buenos ojos mi determinación, pero no incidió…”. También aseguró: “Ya puse primera, y ahora que me paren. La verdad estará en las urnas”.
Pero Moria Casán chocó contra el sólido muro de la indiferencia del electorado. La mujer que alguna vez había confesado que el poder ejercía sobre ella una gran seducción, tal vez dolida por este fracaso, declaró: “Los políticos están tan bastardeados y devaluados que no se me ocurriría nunca calentarme con uno (al menos que sea extranjero, claro). Con un político argentino es como que te asexuás”. Seguramente lo dijo con conocimiento de causa.
Podrían llenarse páginas y hasta volúmenes enteros con anécdotas de la noche menemista, de la fiesta neoliberal, del despilfarro y la juerga farandulesca en la que se había convertido la política argentina. Podrían hacerse listas interminables con los nombres de los invitados a la enorme “sala VIP” en que se transformaron los tres poderes del Estado, pero resultaría no sólo redundante, sino de una frivolidad ajena a la intención de este libro. La década de los noventa, en fin, no sólo puso en evidencia los vínculos siempre existentes entre sexualidad y poder: en aquel despliegue de exhibición por momentos obscena, demostró, además, que no siempre el desprejuicio sexual está vinculado con las ideas progresistas. Al contrario, muchos de estos personajes que se mostraban orgullosamente libertinos podían ser, paradójicamente, dueños de un conservadurismo clerical.

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