miércoles, 20 de diciembre de 2017

ECONOMÍA; JUAN CARLOS DE PABLO


Por qué hay consenso entre los economistas?
Juan Carlos de Pablo




Las aparentemente profundas discrepancias que existen entre las opiniones públicas de los economistas suelen ilustrarse con el siguiente par de ejemplos. Winston Churchill decía que cada vez que se reunía con cinco economistas se juntaba con seis opiniones, porque John Maynard Keynes expresaba un par, bien disímiles entre sí, y Harry Truman deseaba hablar con economistas mancos, cansado de que cada vez que pedía una opinión escuchaba decir que on the one hand, on the other hand (por un lado, por el otro). ¿Por qué no ocurre esto en la Argentina hoy?
Al respecto consulté al norteamericano Warren Joseph Samuels (1933-2011), un eminente historiador del pensamiento económico. Entre 1971 y 1981 editó el Journal of Economic Issues, revista especializada en la perspectiva institucionalista. De hecho, Samuels fue la última figura significativa dentro de la tradición institucionalista originada en John Rogers Commons. Tomador de notas empedernido, una vez desechó un saco porque no tenía suficientes bolsillos para llevar papeles.
-Frente a una misma realidad, ¿por qué discrepan los economistas?
-Al preguntárseles por la situación económica actual de un país, por ejemplo, ¿por qué podrían discrepar?, para ser más precisos.
-Exacto.
-Porque les prestan atención a diferentes indicadores; porque se refieren a indicadores a los que ni siquiera les prestan atención; porque le asignan diferente importancia a lo que dice cada uno de los indicadores, o porque no se atreven a decir públicamente lo que "ven".
-¿Qué quiere decir con esto último?
-El rol profesional siempre es complicado, porque los profesionales damos malas noticias. ¿Cuándo fue la última vez que su dentista le dio una buena noticia? Lo que pasa es que acudimos a él (o a ella) cuando tenemos dolor de muelas. En economía pasa lo mismo: a los economistas nadie nos pregunta qué hay que hacer para salir de una recesión, nos consultan cuando una recuperación no se puede sostener y demandan magia, no análisis económico. Pues bien, algunos colegas no siguen el consejo de Alfred Marshall, según el cual el buen economista pone la cabeza fría al servicio del corazón caliente.
-Dejemos esta última categoría de economistas, por más numerosa que sea.
-Entre los más profesionales, algunos construyen o consultan indicadores precisos, otros cometen el vicio ricardiano, como bautizó Joseph Allois Schumpeter la utilización de modelos muy simplificados, para aplicar a realidades complejas.
-En los debates televisivos los economistas invitados parecen estar en las antípodas, comportamiento difícil de explicar sobre la base de todo lo que usted me dijo.
-Yo me estaba refiriendo a las discusiones que se desarrollan dentro de un equipo económico o en los ámbitos académicos. Usted se refiere a otra cosa.
-No entiendo.
-Nadie puede acusar al responsable de un programa de televisión de que viva pendiente del famoso rating, entre otras cosas porque la publicidad se cobra sobre la base de él. Y desde que se inventó el control remoto, el televidente es cada vez más poderoso. Pues bien, en televisión el acuerdo destroza el rating y por eso los programas más exitosos se basan en exagerar las discrepancias.
-Me hizo acordar el caso de Paul Anthony Samuelson y Milton Friedman.
-Así es. Vivieron discrepando, aunque las diferencias nunca llegaron al plano personal. Cuando uno de ellos ganó el Premio Nobel el otro lo felicitó, aclarando que "con X estamos de acuerdo en el 98% de los casos, sólo que nos la pasamos hablando del 2% restante". Si pusiéramos tres médicos frente a una radiografía, seguramente ocurriría lo mismo.
-Observo que en la Argentina de 2017, no sé si 98%, pero existe un fuerte consenso entre los economistas profesionales. ¿A qué se debe?
-Aclaremos, ante todo, a qué no se debe. No se debe a que protagonizaron una reunión secreta para salir a hablar con un discurso uniforme.
-¿Cómo sabe que no fue así?
-Porque los economistas aplicados compiten entre sí, y los competidores no se juntan para confabular.
-¿Cómo se explica el acuerdo, entonces?
-No soy un experto en la economía argentina, pero me parece que se debe a la naturaleza y la intensidad del problema. La diferencia entre el gasto público y la recaudación genera déficit, y cuando este no se financia con pérdida de reservas se financia con endeudamiento. Es evidente que ustedes tienen un problema. Si quienes suman el déficit del gobierno central, los provinciales, los municipales y el cuasi fiscal del Banco Central de la República Argentina (BCRA) ubican el desequilibrio total entre 8 y 10% del PBI, la intensidad del problema evapora los disensos entre los profesionales.
-¿Y entonces?
-Como usted bien dice, "si seguimos así, chocamos". Usted no hace pronósticos, sino que indica el destino del rumbo actual. Y si lo entiendo bien, no se lo está diciendo sólo al presidente de la Nación ni al partido gobernante, sino a toda la dirigencia política y a la ciudadanía en general. Y lo bien que hace, porque en el pasado la Argentina pagó altos precios por no atender a tiempo esta cuestión. Les recomendaría que tomaran el toro por las astas, para que esta vez sea diferente.
-Don Warren, muchas gracias.

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