Inmigrantes, indios y militares en la historia de Navarro
Parque Dorrego, en la estancia El Talar. Foto: S. B.
Aquí está el recuerdo de mis abuelos Rosa y Miguel Corado que en 1924 emigraron a Navarro desde la vecina localidad de Mercedes. Por muchos años resonaron en la familia los relatos de la mudanza recorriendo las siete leguas con algún carro, por un antiguo camino de tierra. Llevaban la vaca y el ternero. La abuela cocinando el almuerzo para sus seis hijos a un costado del camino y luego haciendo noche en alguna estancia solidaria. Fueron a "progresar" cultivando quintas de verdura ante la incredulidad de algunos. "Aquí no crece nada", les decían. En 1933 emprendieron el regreso, ya con nueve hijos y con un camión comprado con "pesos fuertes", para adquirir una quinta en Mercedes ante los reclamos del intendente Melazo: "Usted hizo los pesos aquí?", les decía.
La ciudad debe su nombre al conquistador Miguel Navarro, compañero de Garay, a quien el fundador confió en encomienda al cacique Pibisque o Chivilque.
En 1767 fue erigida la Guardia de San Lorenzo de Navarro, en tierras que eran aptas para el pastoreo del ganado perteneciente al Santuario de Luján. Hay documentos que cuentan el estado de desamparo en que se hallaban. En 1779 es elevado a Fortín por disposición del virrey Vertiz que propuso la radicación de familias. Estos fortines eran contenedores del avance del indio y servían de albergue a los vecinos en caso de invasión de los malones. El Partido de San Lorenzo de Navarro fue declarado en enero de 1798 por el Cabildo de Luján. En 1825 el agrimensor José de la Villa demarcó los límites del ejido delineando la calle de circunvalación. En 1870 se realizó el trazado definitivo del pueblo. La cuadrícula urbana resultó de 20x20 cuadras.
Algunos hechos marcaron para siempre a Navarro. El 9 de diciembre de 1828, en la estancia "El Talar" ,de Juan Almeyra, las fuerzas de Lavalle derrotaron al gobernador Manuel Dorrego que fue fusilado el 13 de diciembre. Dejó una cicatriz profunda en la historia nacional y local. Su cuerpo permaneció enterrado un año en el camposanto de la Iglesia. Luego fue trasladado con grandes honores al Cementerio del Norte (Recoleta). En diciembre de 1867 Navarro se vio azotada por la epidemia de cólera que afectó a Buenos Aires y varios pueblos de la provincia. Según el censo de 1866, contaba con una población de 11.195 habitantes. Se contabilizaron 1518 fallecimientos, no siendo cifras precisas, dada la gravedad de la epidemia. Por el peligro de contagio y por falta de sepultureros, se habilitaron fosas provisorias para evitar los traslados. La localidad carecía de facultativos, parteras y hospital lo que favoreció la actividad de los curanderos, costumbre que no perdió vigencia. En muchos casos, eran los que firmaban los certificados de defunción y provocaron las quejas del doctor Tomás Perón a la Municipalidad de Buenos Aires. Hay varias notas dirigidas por el juez de Paz Casanovas Moura al ministro de Gobierno Nicolás Avellaneda, solicitándole el envío de médicos. También se recuerdan las andanzas de Juan Moreira, que "antes de echarse a perder fue trabajador de estancia, diestro domador y cuidador de caballos y carretero de confianza". Fue muerto en Lobos el 30 de abril de 1874.
A esta zona agrícola-ganadera, la cruzaron dos ramales ferroviarios: el Empalme Lobos del Ferrocarril Sud, (1898) y la Compañía General, (1908), ambas desactivadas. En esta última, la estación cuenta con un atractivo museo.
Navarro es una importante cuenca lechera y considerada Capital Nacional del Tambo.
La laguna, de 220 hectáreas, es visitada por los amantes de la pesca y de la vida al aire libre. También se recuerda la Mensajería La Protegida y lugar de postas que atendía las necesidades de traslado y encomiendas de los vecinos. Conectaba Buenos Aires, Navarro, Lobos. Hoy es Almacén, Museo y casa de comidas típicas.
Navarro mantuvo siempre su primitivo trazado urbano junto al campo que la rodea. Hace pocos años, comenzó a expandirse. En la semana, se pueden ver a los trabajadores rurales con sus ropas típicas de campo, manteniendo ese sabor rural que la caracteriza.
S. B.
Aquí está el recuerdo de mis abuelos Rosa y Miguel Corado que en 1924 emigraron a Navarro desde la vecina localidad de Mercedes. Por muchos años resonaron en la familia los relatos de la mudanza recorriendo las siete leguas con algún carro, por un antiguo camino de tierra. Llevaban la vaca y el ternero. La abuela cocinando el almuerzo para sus seis hijos a un costado del camino y luego haciendo noche en alguna estancia solidaria. Fueron a "progresar" cultivando quintas de verdura ante la incredulidad de algunos. "Aquí no crece nada", les decían. En 1933 emprendieron el regreso, ya con nueve hijos y con un camión comprado con "pesos fuertes", para adquirir una quinta en Mercedes ante los reclamos del intendente Melazo: "Usted hizo los pesos aquí?", les decía.
La ciudad debe su nombre al conquistador Miguel Navarro, compañero de Garay, a quien el fundador confió en encomienda al cacique Pibisque o Chivilque.
En 1767 fue erigida la Guardia de San Lorenzo de Navarro, en tierras que eran aptas para el pastoreo del ganado perteneciente al Santuario de Luján. Hay documentos que cuentan el estado de desamparo en que se hallaban. En 1779 es elevado a Fortín por disposición del virrey Vertiz que propuso la radicación de familias. Estos fortines eran contenedores del avance del indio y servían de albergue a los vecinos en caso de invasión de los malones. El Partido de San Lorenzo de Navarro fue declarado en enero de 1798 por el Cabildo de Luján. En 1825 el agrimensor José de la Villa demarcó los límites del ejido delineando la calle de circunvalación. En 1870 se realizó el trazado definitivo del pueblo. La cuadrícula urbana resultó de 20x20 cuadras.
Algunos hechos marcaron para siempre a Navarro. El 9 de diciembre de 1828, en la estancia "El Talar" ,de Juan Almeyra, las fuerzas de Lavalle derrotaron al gobernador Manuel Dorrego que fue fusilado el 13 de diciembre. Dejó una cicatriz profunda en la historia nacional y local. Su cuerpo permaneció enterrado un año en el camposanto de la Iglesia. Luego fue trasladado con grandes honores al Cementerio del Norte (Recoleta). En diciembre de 1867 Navarro se vio azotada por la epidemia de cólera que afectó a Buenos Aires y varios pueblos de la provincia. Según el censo de 1866, contaba con una población de 11.195 habitantes. Se contabilizaron 1518 fallecimientos, no siendo cifras precisas, dada la gravedad de la epidemia. Por el peligro de contagio y por falta de sepultureros, se habilitaron fosas provisorias para evitar los traslados. La localidad carecía de facultativos, parteras y hospital lo que favoreció la actividad de los curanderos, costumbre que no perdió vigencia. En muchos casos, eran los que firmaban los certificados de defunción y provocaron las quejas del doctor Tomás Perón a la Municipalidad de Buenos Aires. Hay varias notas dirigidas por el juez de Paz Casanovas Moura al ministro de Gobierno Nicolás Avellaneda, solicitándole el envío de médicos. También se recuerdan las andanzas de Juan Moreira, que "antes de echarse a perder fue trabajador de estancia, diestro domador y cuidador de caballos y carretero de confianza". Fue muerto en Lobos el 30 de abril de 1874.
A esta zona agrícola-ganadera, la cruzaron dos ramales ferroviarios: el Empalme Lobos del Ferrocarril Sud, (1898) y la Compañía General, (1908), ambas desactivadas. En esta última, la estación cuenta con un atractivo museo.
Navarro es una importante cuenca lechera y considerada Capital Nacional del Tambo.
La laguna, de 220 hectáreas, es visitada por los amantes de la pesca y de la vida al aire libre. También se recuerda la Mensajería La Protegida y lugar de postas que atendía las necesidades de traslado y encomiendas de los vecinos. Conectaba Buenos Aires, Navarro, Lobos. Hoy es Almacén, Museo y casa de comidas típicas.
Navarro mantuvo siempre su primitivo trazado urbano junto al campo que la rodea. Hace pocos años, comenzó a expandirse. En la semana, se pueden ver a los trabajadores rurales con sus ropas típicas de campo, manteniendo ese sabor rural que la caracteriza.
S. B.
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