sábado, 23 de diciembre de 2017

LOS MONSTRUOS QUE SUPIMOS CREAR

CARLOS PÉREZ LLANA

¿La ilusión de la libertad en manos de Facebook y Google?
Voraces. Los grandes de la Web, con sus prácticas expansionistas, debilitan las democracias; en manos de regímenes autoritarios, como Rusia o China, se convierten en instrumentos del poder
Google, Amazon, Facebook y Apple (los GAFA) hoy constituyen actores insoslayables de la política internacional. En términos de poder, su capacidad de influencia supera a la de muchos Estados. En la medida en que construyen un paisaje mediático que desborda las soberanías nacionales, estas cuatro grandes de la Web debilitan la democracia. La sociedad civil pierde libertades, porque accede a información sesgada proveniente de fuentes no profesionales y queda expuesta a todo tipo de manipulaciones.
En los regímenes democráticos, las falsas noticias y los rumores configuran un escenario donde los ciudadanos se creen libres, cuando en verdad sus opciones están predeterminadas por una red de algoritmos controlada por élites que no rinden cuentas. Es peligroso creer que la ilusión de la libertad quedará consagrada al ceder el amparo de los derechos cívicos a Facebook.
Los gobiernos autoritarios han sabido adaptarse inteligentemente a la globalización y a la revolución digital. Especialistas en controles, lograron instrumentalizar las nuevas tecnologías en su provecho. En algunos casos utilizan a las redes sociales; en otros, las controlan. Sin embargo, el problema central radica en la fragilidad de las democracias. Tolerantes y plurales, instaladas en sociedades abiertas, las democracias están siendo acosadas por estas nuevas amenazas que alimentan una desconfianza creciente en torno a sus instituciones.
Rusia y China, los epítomes del autoritarismo, participan en esta nueva agenda con estrategias diferentes que responden a sus recursos tecnológicos.
Desde que el presidente Vladimir Putin llegó al poder, el objetivo político de Moscú fue claro: recuperar para Rusia el poder perdido por la Unión Soviética. Como líder de una potencia revisionista, Putin buscó, desde el año 2000, revisar el orden de la posguerra fría. Preocupado por la ampliación de la OTAN y por la fortaleza económica de la Unión Europea, se propuso desestabilizar esa geografía. ¿Cómo? Buscando erosionar Occidente; es decir, intentando fracturar el eje atlántico, pilar del orden internacional de posguerra.
Brigadas digitales
En ese diseño, es preciso entender los grandes designios estratégicos de Putin: apostar al nacionalismo aislacionista norteamericano, a la desestabilización de la Unión Europea y al uso de la fuerza para "revisar" fronteras, invadiendo Georgia y Ucrania. El impulso a sus brigadas digitales habría contado, en ocasiones, con la "ayuda" de personajes como Edward Snowden, ex experto en seguridad informática de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) hoy asilado en Rusia, y Julian Assange, fundador de WikiLeaks, también conocedor de la inteligencia estadounidense.
Las investigaciones sobre los vínculos entre el presidente norteamericano Donald Trump y agentes rusos, el "Rusiagate", han puesto en evidencia las operaciones moscovitas en la campaña electoral. Involucran al círculo íntimo del presidente republicano, como acaba de confesar el general Michael Flynn, ex consejero de Seguridad de la Casa Blanca. En suma, estas operaciones buscaron eliminar de la competencia a Hillary Clinton y beneficiar a un candidato que proclamaba la retirada norteamericana del multilateralismo (ONU, OMC), que devaluaba a la OTAN y que despreciaba a Europa, conocido además por su incompetencia estratégica. Este despliegue incluyó también medios y agencias de noticias rusas, como Sputnik y el canal de televisión RT.
Este diseño, a cargo de un especialista de la desinformación que fuera conspicuo miembro de la KGB, no pudo haber prosperado sin el soporte de Facebook, la red social por excelencia. Gracias a datos precisos sobre los perfiles, esta empresa (valuada en 500.000 millones de dólares y utilizada por 2000 millones de personas) vende publicidad orientada, personalizada y gestionada por los algoritmos. En la campaña norteamericana, Facebook vendió publicidad a cuentas que luego fueron utilizadas para difundir información falsa que favorecía al candidato republicano. En la campaña sobre el Brexit se repitió el patrón. También se comprobó la injerencia rusa en favor del independentismo catalán. Y hubo operaciones para dañar a Emmanuel Macron en plena campaña electoral francesa. En el Congreso estadounidense las sospechas sobre Facebook están sólidamente instaladas, a la vez que en el Parlamento español el tema se introdujo en los debates asociados al secesionismo catalán.
La relación GAFA-Unión Europea, cada vez más tirante, también registra claves que deben ser leídas. A estos gigantes les preocupa que Bruselas las "tenga en pantalla" porque se especializan en optimizar la fiscalidad de sus compañías para incrementar la rentabilidad. Amazon, por ejemplo, fue demandada por 250 millones de euros por la Comisión Europea de la Competencia, acusada de beneficiarse de ayudas ilegales en Holanda y Luxemburgo. Otro híperlitigio GAFA vs. Europa creció en torno a la decisión europea de aplicar sanciones a Google por incumplimiento fiscal en Irlanda, la plataforma fiscal off-shore de la empresa. El monto de la multa no es menor: 13.000 millones de euros.
Terroristas online
Como si fuera poco, otro tema que enfrenta a los GAFA con Europa es el terrorismo. Recientemente, en paralelo a la Asamblea de las Naciones Unidas, los jefes de Estado y de gobierno de Francia, Italia y Gran Bretaña interpelaron a las autoridades de esas empresas por la permisividad en el uso de cuentas utilizadas por grupos terroristas. La respuesta de los directores jurídicos -llamativamente, no concurrieron los máximos directivos- no resultó convincente. Argumentaron que existen dificultades técnicas para identificarlos. Un detalle: Twitter ha suprimido miles de cuentas por esa misma razón.
El caso chino es diferente. Puede decirse que Pekín se defiende. Facebook, Google y Twitter son allí bloqueados y existen "pares" chinos de los GAFA: los BATX (Baidu, Alibaba, Xiaomi y Tencent ). Los GAFA no abandonan la idea de acordar con el régimen y están siempre dispuestas "al diálogo". Así, Apple retiró la aplicación Skype de su app store, y no hace mucho también retiró los VPN (Virtual Private Network), un dispositivo que les permitía a los internautas chinos sortear la gran muralla (Great Firewall) concebida para aislarlos del mundo. El argumento de Apple es formal: "Se cumple la ley". Obviamente la empresa pretende incrementar su presencia en ese mercado, que hoy concentra el 10% de sus negocios.
Gran Hermano vigila
China también se defiende cuando instala más de 170 millones de cámaras de reconocimiento facial, que observan permanentemente a los ciudadanos chinos. Sostiene Mark Leonard en La ilusión de la libertad en la era digital: "Ese sistema alimenta un banco de datos del llamado crédito social. Los archivos proveen información económica y patrones de consumo e identifican el perfil social y la conducta diaria de sus ciudadanos. Al mismo tiempo, el gobierno obliga a las empresas tecnológicas a instalar sus servidores en China, para localizar en el país la censura".
Tanto Estados Unidos como China están involucrados en una puja: definir un nuevo orden para Internet. En Estados Unidos, la administración actual apoya la abolición del principio histórico de la neutralidad de la Web, que permite que el tráfico en la Red se gestione de manera igualitaria. Los europeos defienden la idea de asimilar Internet a un servicio público, con una tarifa común. Y así lo consideraba también la administración de Barack Obama. Pero ahora en Washington soplan nuevos vientos y los proveedores de contenidos, con sus plataformas ( Netflix, Disney, los GAFA), compiten con aquellos que proveen las redes, por ejemplo las empresas de telefonía. Los consumidores, ausentes.
Mientras Rusia es sólo un junior partner, China juega en las grandes ligas. Hace días, Pekín convocó a la Cuarta Conferencia Mundial sobre Internet, organizada por la Administración del Ciberespacio, en verdad un super ministerio. Participaron 1500 personas, incluidas las cabezas de Facebook y Google. El mensaje del presidente Xi Jinping en la inauguración del evento fue contundente. Abogó por "un nuevo orden para Internet".
Momento Frankenstein
Para Xi, que acaba de reelegirse en el XIX Congreso del Partido, Internet constituye un desafío a la soberanía y a la seguridad: la cibercriminalidad y el ciberterrorismo están instalados allí. Por eso no extrañó la presencia de Wan Huning, la cabeza pensante del régimen. En plena preparación de la Conferencia, fue desplazado el "zar" del control de la Web, Lu Wei. El poder de esa oficina es enorme y allí se juega parte de la suerte del régimen chino. Para la revista Time, Lu era uno de los personajes más influyentes del mundo. Era quien tenía a su cargo las relaciones con Google y Facebook.
Un título de un reciente artículo de The New York Times ilustra esta realidad: "Facebook debe enfrentar su momento Frankenstein".
Ciertos miembros del grupo GAFA deben asumir sus responsabilidades, que son de naturaleza global. Potenciar ganancias, optimizar la relación con las oficinas fiscales y contribuir a la construcción de un mundo más justo y más libre constituyen desafíos que superan sus capacidades de innovación en un contexto de revolución tecnológica. Desafortunadamente, la idea angelical de contribuir a un mundo más libre y comunicado parece no estar plasmándose en los hechos. Decididamente, las democracias y las libertades no se están beneficiando de ese "sueño".

El autor es doctor en Ciencias Políticas y Diplomáticas. Profesor de la UTDT y la Universidad Siglo XXI

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