martes, 5 de diciembre de 2017

DICIEMBRE = ESTRES


Paula
 afirma que recurre al buen humor como refugio ante el estrés de diciembre.
"Somos como hormigas cuando está a punto de llover: corremos para todos lados". Así define Paula diciembre, ese mes del año que inexorablemente nos enfrenta a un extra de obligaciones, compromisos y tareas. "Llega el boom de los listados: el de las compras para las Fiestas, el de los saludos, el de objetivos no logrados y por cumplir, el de actividades del colegio. Hay, además, una sobredemanda social: es diciembre y hay que juntarse, ese es el lema, y parece que no se puede cuestionar", asegura Paula, de 38 años, mamá de Charo, de 4, y fundadora de El Club de los Quesos. ¿Cuál es su estrategia para surfear diciembre? "Mantener el buen humor es mi mejor aliado. Trato de no dejar de bailar al menos una vez a la semana y de tener la agenda organizadísima. Pero lo más importante es tener la tranquilidad de que el martes 2 de enero todo seguirá su curso", dice.
Pero avistar el enero que se esconde detrás de una agenda tan ajetreada como la de diciembre no siempre resulta fácil. "El cierre del año viene con una sobreoferta de compromisos que incrementan la presión y el nerviosismo familiar. Clases abiertas de los hijos, muestras de fin de ciclo, graduaciones y premiaciones de día en pleno horario laboral combinadas con brindis, cenas y trasnochadas en días de semana hacen de diciembre una carrera de obstáculos. Los adolescentes y sus calendarios complicados por materias a diciembre o a febrero, más las fiestas de egresados a diario, aportan al estresazo. Y en ese clima alterado se acerca Papá Noel, que cada vez seduce menos", enumera Susana , psicoanalista especializada en niñez y adolescencia.
Irritabilidad, falta de motivación, abatimiento. Esos son los signos cardinales de esta época del año, todos síntomas que caben fácilmente dentro de la definición del burnout o síndrome de estrés laboral extremo. Aunque aquí la sobredemanda abarca no sólo la esfera laboral. Un aspecto de peso en diciembre en la tentación de hacer un balance del año, que suma un factor más de inestabilidad: lo emocional. "Las fiestas de fin de año, en particular el tránsito del año viejo al año nuevo, suelen ser un momento de balance, de evaluación de aquello que se logró, pero también de frustración por lo que no pudo cumplirse en el curso del año", comenta el médico psicoanalista Juan Eduardo Tesone. Su colega Nora Leal Marchena, psiquiatra infantil-juvenil, agrega: "Cuando llegan los últimos días del año aparecen sensaciones de urgencia, ya que muchas veces se siente que hay que terminar todo lo que se está haciendo o todo lo que está pendiente. Es como si se perdiera la sensación de continuidad del tiempo y todo fuera a terminar en esos días. Esto conduce a situaciones de estrés".

¿Es posible abstraerse de este clima de agobio y sobreexigencia estacional? No, o al menos digamos que es difícil. En todo caso, es posible poner en práctica estrategias que ayudan a que cada uno de los factores de estrés de diciembre no estalle en nuestras manos. A continuación, especialistas de distintas disciplinas aportan reflexiones que pueden ser útiles para llegar (bien) a enero.
El trabajo
Momentos de cierre





"En el mundo laboral, diciembre conjuga tres situaciones: el querer cerrar de la mejor manera posible, el planificar el siguiente ciclo y el cansancio acumulado por la tarea desarrollada durante todo el año", dice el experto en recursos humanos Alejandro "Una de las estrategias más efectivas en las empresas es modificar el año de plan estratégico, lo que implica que no hay ningún balance para cerrar el 31 de diciembre. Otra cosa que cada vez se usa más es armar un plan de vacaciones que se va activando a lo largo de todo el año y no se concentra en 1 o 2 meses", agrega. Quienes trabajan freelance suman factores de tensión propios: "Uno intenta cerrar todo antes de fin de año, en especial la planificación del año por venir, sabiendo que si no, antes de marzo o abril nada arranca", agrega Ernesto , de 39 años, consultor en comunicación. Como consejo general, aporta: "Hay que tratar de pensar cuáles son la auténticas prioridades que tienen urgencia e importancia y no pueden ser postergadas. Pensemos que la vida laboral es una maratón de larga duración, no una carrera de 100 metros".
En la oficina, este trajinado momento del año es ideal para implementar las llamadas "pausas activas", momentos de distensión durante la jornada laboral: "Son sesiones de 5 a 10 minutos con ejercicios suaves de movilidad y estiramiento que además de bajar el estrés brindan beneficios que se vinculan con una mejor calidad de vida y repercuten en un mejor rendimiento laboral, sobre todo en una época del año cuando no hay tiempo para cuidar el cuerpo", aconseja Javier especialista en kinesiología y fisioterapia, fundador de Moodment.
Las fiestas
Conflictos a flor de piel
"Si por mi fuera, celebraría las Fiestas sólo con mi marido y mis hijos, pero la presión familiar hace que al final nos juntemos todos, lo que implica tener que ver a familiares con los que no siempre la paso bien: suegros, hijos de otros con los cuales mis hijos se pelean, etcétera. En síntesis, termina siendo todo bastante tenso", dice Silvana, de 43, que suma al combo la logística siempre conflictiva en torno a dónde festejar y qué lleva cada quién. Para Javier , de 38, el aspecto logístico es el más conflictivo: "Están los que nunca ponen la casa, los que tampoco ponen la casa y dicen que a la casa de tal no van y los que hasta último momento no dicen qué hacen".
Pero más allá de conflictos familiares (tácitos o explícitos) o discusiones en torno a su organización, las Fiestas son un momento de particular sensibilidad. "Es frecuente que en estas fechas las emociones estén a flor de piel -afirma el médico y psicólogo Juan Eduardo Tesone-. Las Fiestas son íconos relacionados con la infancia, dan cuenta del tiempo que pasa y de la ausencia de seres queridos que no están más para festejar. Al mismo tiempo, afloran conflictos latentes que pueden paradójicamente revitalizarse ante expectativas desmesuradas".
"Si bien es cierto que el mandato cultural impone pasarlo con la familia, es muy importante respetarse y elegir con quiénes verdaderamente se desea pasar las fiestas -afirma la psicoterapeuta Adriana Guraieb-. Es muy saludable compartirlas con personas que nos hagan bien, que nos quieran bien y no ser víctimas de los mandatos. No obligarse a encuentros no disfrutables, aprender a decir que no".
Los amigos

¿Nos vemos antes del 31?
"Fin de año es un momento en el que uno está sin tiempo para ver a los amigos, pero aparece la demanda de hacer estas famosas reuniones de fin de ciclo y brindis, que en mi caso no se terminan dando porque siempre estamos tratando de cumplir con los clientes (que por esta época se ponen más demandantes)", cuenta Francisco Ponce de León, de 26 años, que tiene el emprendimiento de pastelería L'Ancienne. "Fin de año es la época no sólo de las Fiestas, sino de las reuniones de los diferentes grupos a los que se pertenece, donde se come y toma por demás, se duerme menos de lo habitual, el tránsito se pone un poco más caótico y los ánimos se tornan más tensos", advierte el experto en recursos humanos Alejandro Melamed.
Pero ¿vale la pena todo ese trajín que, en vez de sumar distensión y alegría, tiende a crear una nueva dimensión de imposiciones? "A veces aparece la obligación de reunirse con gente que no es la deseada, reuniones que suelen generar conflictos por cosas tales como el lugar donde se hace la reunión o lo que se va a poner en la mesa. Es aconsejable colaborar con la organización de los eventos que nos interesan, poder decir que no a los que no nos interesan y compartir sólo con quienes queremos", responde la psicoterapeuta Nora Marchena. Para el médico psicoanalista Juan Eduardo Tesone, "fin de año puede ser una grata oportunidad de reunirse con aquellos con quienes nos liga un vínculo de afecto, aunque no los veamos con frecuencia, pero no debería ser vivido como una meta a cumplir". Si se puede, se puede; si no, quedará para enero.
Los chicos
De actos y de exámenes
Diciembre comienza con la muestra de educación física de los chicos; también con la de música, la de informática y la de inglés. Luego vendrán las fiestas escolares de fin de ciclo. Así es la primaria, con los padres repartiéndose para tratar de cumplir con esa agenda. En la secundaria, el estrés es otro. "Hasta los últimos días de diciembre se juegan las últimas posibilidades de exámenes recuperatorios, de incertidumbres acerca de cómo se terminará el año escolar. Y la pregunta que surge es ¿qué hacemos con nuestras vacaciones si nuestros hijos tienen que rendir y deben materias?", advierte la psicoanalista especializada en niños y adolescentes Nora Koremblit de Vinacur.
"Desde que mis hijos están en la secundaria dejamos de tomarnos vacaciones en febrero, para tomarlas en enero, así a la vuelta tienen tiempo de estudiar para las materias que tienen que rendir en febrero", dice Fernando, de 46 años, y papá de Ignacio y Joaquín, de 16 y 14 años. "Resulta paradójico que son los hijos quienes terminan definiendo cuándo irse ya que tanto en diciembre como en febrero deben rendir y estudiar -retoma Vinacur-. ¿Cómo armar un momento de encuentro que resulte placentero y positivo para la reunión familiar? Las vacaciones deben organizarse en torno a las necesidades y posibilidades de todo el grupo familiar. Es fundamental hacer una impasse y que por ese lapso no vayan las materias y las tareas con los hijos también de vacaciones. Si los padres pueden evitar llevarse el trabajo a la playa también los hijos podrán postergar la preparación de las materias para su regreso. Es imprescindible . El descanso es para todos".
Las vacaciones
Con las valijas por hacer
Diciembre es un mes que divide las aguas: están quienes ya tienen sus vacaciones organizadas y están contando los días para que llegue el ansiado momento de hacer las valijas, y los que a esta altura del partido deben dar cuenta de una pila de pendientes previos a poder ver qué harán con su merecido tiempo de ocio. "¿Vacaciones? Ni idea qué vamos a hacer. Los chicos se están llevando materias y en el trabajo mío y de mi marido todavía no definieron las fechas. Cuando se alineen los planetas vemos", dice Paula empleada administrativa de 43 años.
"La forma en que una familia organiza sus vacaciones habla del lugar que le dan a este espacio y del permiso que se otorgan para disfrutar y descansar -advierte Pedro Horvat, médico psiquiatra y psicoanalista-. Las vacaciones deberían ser el momento para reencontrar otras formas de estar juntos y compartir lo que la rutina del año vuelve difícil. Por eso, sorprende que tantas veces se dejen para último momento decisiones que se podrían haber previsto con más tiempo".
Para quienes tienen sus vacaciones organizadas, el desafío es no llegar exhaustos, sin capacidad de disfrute. "En caso de tener las vacaciones preparadas y con una fecha específica, es fundamental la organización para llegar a tiempo con las diferentes tareas que hay que concretar antes del viaje", afirma la psicóloga Cynthia Zaiatz, y lista algunos consejos: "Manejar los tiempos de la mejor manera posible, hacer una lista de prioridades y de pendientes. Es importante no dejar trabajo para último momento. Además, preparar lista de cosas necesarias para llevar de viaje y evitar olvidos".
El balance
Tiempo de proyectos



Al momento de brindar, en ese instante en el que el estruendo de los fuegos artificiales señala el cambio de año, muchos levantan la copa mientras formulan para sus adentros aquello que esperan que se cumpla en el año que estrenan. No son pocos los que llegan a ese momento con la carga de lo que no se cumplió en el año que se les acaba de escurrir de las manos. Todos sabemos que la autocrítica suele ser la más feroz de las críticas, y que cuando no es espontánea, sino que se hace obligada por el calendario, adquiere aún más saña.

"Es aconsejable no esperar a fin de año para hacer balances de vida, sino ir haciéndolos en el curso del año, de acuerdo con nuestros propios deseos y no en función de mandatos externos que nos alienan", recomienda Juan Eduardo Tesone. Claro que a veces es inevitable no sucumbir a la tentación de hacer las cuentas del año que se va. En ese caso, advierte Cynthia, "no cumplir con los propósitos puede hacer que nos sintamos fracasados y aquí es donde hay que poner un freno para evaluar dónde está el problema que derivó en no poder arribar al propósito. Si bien es importante tener proyectos, también es necesario ser flexible ya que en el camino hacia el objetivo-meta pueden surgir cambios que harán que haya que posponerlos, modificarlos o, directamente, abandonarlos. Para evitar la frustración y la angustia, las metas deben ser: realistas, conviene dejarlas por escrito, describir objetivos, prever obstáculos y buscar ayuda cuando las cosas no salen bien".
Nora Leal concluye: "Los cambios que se produzcan van a depender más de nuestras acciones que de las fechas".

S. A. R.

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