miércoles, 15 de febrero de 2017

JAVIER DAULTE...TEATRO Y LIBROS



El viernes de la semana pasada recibí en mi casa un ejemplar de El circuito escalera (Alfaguara), la primera novela del dramaturgo, director teatral y guionista Javier Daulte. De él, admiré sobre todo 4D óptico, la original obra que escribió y puso en escena de modo notable en el teatro Cervantes. La contratapa del libro dice que uno de los personajes de la novela es Walter Ponce, "director exitoso de teatro y televisión". Pensé que debía de ser una narración en clave y que Walter sería el álter ego de Daulte, lo que duplicó mi curiosidad porque no sabía nada de su vida. En tres días, la terminé. Creo saber ahora muy poco más de la biografía de Daulte; en cambio, sí avancé en la manera de entender el modo en que trabaja y distribuye "ganchos" en los momentos precisos para que la atención del lector no decaiga. El libro está dedicado a la madre del flamante novelista: "A mi vieja, que sin darse cuenta me enseñó a contar historias".



¡Y vaya que le enseñó bien! Ya sea en el teatro, en la televisión o ahora en la narrativa, Daulte sabe contar historias y crear personajes. Por supuesto, no falta casi ningún tema que pueda interesar a un lector de clase media "progre" y medianamente culto. La familia, que antes se calificaba de "disfuncional" y que ahora es la familia clásica de los autores teatrales argentinos, está en primer plano, así como la pintura de la tribu teatral con sus momentos de creatividad, envidia, competencia, falsedad y compañerismo. Hay amor conyugal y filial. Reflexiones sobre el teatro y la creación. También está la inseguridad y la violencia. Una parte de la acción transcurre en Brasil. Se suceden embarazos deseados y no deseados, hijos de matrimonios legales o de parejas establecidas y alguno que nunca sabrá quién es su verdadero padre. Aparecen actores famosos en breves cameos: Adrián Suar, Fernán Mirás, Darío Grandinetti, Gloria Carrá y Pablo Kompel, además de las menciones de figuras de la farándula como Marcelo Tinelli y Fernando Peña. Hay sexo para todas las preferencias, droga (en especial, cocaína), mucho alcohol, una violación, robos, asesinato, sarcasmo, humor y un Vengador serial, así con mayúscula, que defiende a las mujeres atacadas en la calle.
Daulte se graduó de psicólogo y, si se tiene en cuenta esa profesión, algunas de las peripecias de la novela se resuelven de modo curioso. Por ejemplo, Gerardo, uno de los personajes, es un pésimo actor que ni siquiera recuerda los parlamentos, por más breves que sean. Lo salva que es buena persona, de una apostura convencional y seductor con las mujeres. Hasta que un día de grabación en un estudio televisivo, antes de una escena crucial (todos están seguros de que la hará mal), un asistente le hace señas para que pase a una especie de depósito. Y ahí, sin demasiadas vueltas, lo alienta para que le practique sexo oral. Gerardo, entre sorprendido y encandilado ante lo que se le revela, obedece para completar la epifanía. Después vuelve al estudio e interpreta la escena a la perfección. Se ha convertido en buen actor. El narrador de la novela concluye: "Se había desbloqueado".
Hacia el final, a la fiesta de inauguración de la inmensa casa de Walter en Nordelta, donde están la familia y los colegas de éste, llegan dos amigos policías, que se sintieron obligados a llevarle algún regalo. Le entregan un paquetito y le advierten que no lo abra delante de todos: es cocaína.
Una receta muy bien concebida y realizada. Los seguidores de Daulte quedarán satisfechos.

H. B.

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