sábado, 25 de febrero de 2017
HOTEL DE LOS INMIGRANTES Y SU NUEVO MIRADOR
En Retiro, un nuevo mirador permite ver el río y asomarse al pasado
El Hotel de los Inmigrantes sumó dos ascensores vidriados; se pueden observar la Costanera y el puerto, que fue la puerta de entrada de extranjeros en el siglo XX
Desde el Hotel de los Inmigrantes y su museo, a través de paredes transparentes, una vista privilegiada del Río de la Plata.
El Hotel de los Inmigrantes inauguró un moderno mirador público y gratuito que ofrece una visión panorámica del Río de la Plata, por el que, a principios del siglo XX, llegaron millones de extranjeros a la ciudad. Lo conforman dos ascensores electromecánicos de vidrio y acero que ofrecen una vista única de la Costanera y que transportan a los visitantes hacia el Centro de Arte Contemporáneo y el Museo de la Inmigración, en el que se exhiben piezas que recrean cómo era la vida cotidiana de los primeros italianos y españoles que vivían en el hotel mientras aguardaban conseguir trabajo.
Al igual que sucede con otros elevadores en museos, tales como el Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, España, o el Turku Art Museum, de Finlandia, esta "piel de cristal" genera transparencias que brindan la sensación de estar suspendido en el aire a la altura de la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires. Su estilo se contrapone y, al mismo tiempo, se funde en la arquitectura italiana clásica del siglo XIX del hotel, una mole de hormigón de cuatro pisos que podía albergar hasta 3000 personas.
Las dimensiones de cada uno de los ascensores son amplias, con cabinas de 1,65 por 1,40 metros, capacidad para nueve personas. La altura total del edificio es de 24 metros y el ascensor-mirador llega hasta los 19 metros; cuenta con una escalera de escape a cielo abierto. Fue construido a partir de una fundación de pilotes y platea de hormigón armado, una estructura de perfiles laminados de hierro de casi 70.000 kilogramos, losas de 45.000 kilogramos y un cerramiento de vidrio laminado templado de seis milímetros incoloro.
La instalación estuvo a cargo del estudio Soler Lama y tuvo un costo de unos $ 10.000.000, que provinieron mayoritariamente de fondos de la Universidad Tres de Febrero (Untref), del Ministerio de Educación y de la Dirección Nacional de Migraciones, organismo que funciona en un sector del mismo edificio. El proyecto cuenta con la evaluación y aprobación de la Comisión Nacional de Monumentos y Patrimonio Histórico de la Nación, ya que el hotel fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1990.
Situado en Antártida Argentina 1355, fue construido en 1906 para recibir, prestar servicios, alojar o distribuir a los inmigrantes procedentes de distintas partes del mundo que llegaban a nuestro país. Sin embargo, con el paso del tiempo y los usos diversos entró en un proceso de deterioro creciente. En 2103, la Untref se encargó de renovar el museo que ya existía en el lugar y de crear el Centro de Arte Contemporáneo, compuesto por cuatro salas ubicadas en la tercera planta, a las que ahora se accede mediante los nuevos ascensores. En esos salones se colocó un sistema de aire acondicionado para la mejor preservación de las obras de arte que allí se exhiben.
El acceso al Museo de la Inmigración y a sus ascensores-mirador es público y gratuito. Está abierto de martes a domingos, de 12 a 20.
Aníbal Jozami, director de la Untref, explicó que el flamante conjunto exterior de circulación integrada "resignifica el lugar, generando un diálogo entre la historia y la contemporaneidad a través de los valores arquitectónicos de los respectivos tiempos culturales". Entre los proyectos que impulsa su universidad está el de construir una confitería en el sector verde comprendido entre el hotel y el Dique 4.
Los otros puntos
La ciudad cuenta con otros miradores desde donde se puede apreciar el río. Entre ellos, el del piso 21 del edificio Comega (Corrientes 222). Con 88 metros de altura, fue el primer rascacielos de hormigón armado en Buenos Aires en 1934. Los arquitectos, Enrique Douillet y Alfredo Joselevich, diseñaron el edificio dentro del estilo racionalista, con el exterior forrado en piedra travertina, paredes interiores de acero inoxidable, y en pisos, muros y paredes recubrimientos de mármol negro, tal como se puede apreciar en el elegante hall de entrada.
Enfrente, durante la transformación del Palacio de Correos en el Centro Cultural Kirchner, también se habilitó un mirador al río.
La Galería Güemes, también en el microcentro, ofrece una vista privilegiada de Buenos Aires de 360 grados desde su piso 14, a 87 metros de altura. Éste fue, a lo largo de años, el punto más alto de la Argentina. Se pueden divisar desde allí (Florida 165) edificios emblemáticos, cúpulas clásicas, el Río de la Plata y hasta la costa uruguaya, si el cielo está lo suficientemente claro.
A pocas cuadras, en el Hotel Panamericano, a 67 metros de altura se puede observar desde la costa norte del Río de la Plata hasta el perfil de Quilmes e identificar barrios como Recoleta, Palermo y Belgrano con sus rascacielos hacia el Nordeste; y Balvanera, Caballito, Boedo, Flores y Parque Chacabuco, con sus casas bajas en perspectiva sudoeste.
Sobre la Avenida de Mayo, el Palacio Barolo es uno de los puntos imprescindibles para disfrutar de Buenos Aires desde el aire. Subir a su último piso es trepar al cielo imaginado por Dante en La divina comedia. El edificio se inspira en el cielo, infierno y purgatorio.
También la basílica Santa Rosa de Lima, de la avenida Belgrano 2216, ofrece un mirador ubicado en su cúpula, la tercera en tamaño de Buenos Aires. Sin embargo, la torre más alta está situada en el Sur, en Villa Soldati; se trata de la Torre Espacial del Parque de la Ciudad, que cuenta con 60 pisos y un mirador a 200 metros de altura.
La mayor parte de estos miradores se puede visitar con inscripción previa mediante el programa oficial Disfrutemos Buenos Aires (http://disfrutemosba.buenosaires.gob.ar/evento/miradores-de-buenos-aires/13257#ad-image-0).
V. M.
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