sábado, 25 de febrero de 2017

OFF CORRIENTES PERO EN CORRIENTES


El off del circuito teatral comercial de la calle Corrientes
Hay once salas de entre 350 y 60 localidades en el amplio periplo que comprende esa avenida entre Junín y Paraná, cada una con su estilo y público propios
El Porteño y Belisario son sólo dos de las múltiples salas pequeñas de la avenida Corrientes.
Cuando en la jerga de espectáculos se dice "calle Corrientes", la referencia indica grandes salas de teatro, elencos famosos, títulos gancheros, producciones ambiciosas, muchas localidades y, en general, precios altos para el bolsillo promedio. Sin embargo, en ese mismo promocionado circuito, en un corto radio que va desde la avenida Callao hasta Paraná, existen otras opciones menos conocidas por el público y poco difundidas por los medios. Son las salas que comparten características de sus vecinas importantes y también de sus pares del off en los barrios alejados del centro, pero con un perfil propio: Auditorio Losada (ex del Nudo), Belisario, Buenos Aires, CPM Multiescena, Columbia, El Vitral, Espacio Colette, La Pasiva, Liberarte y Porteño (y antes de la avenida Callao, entre Junín y Ayacucho, La Casona).

Algunas de estas salas fueron cines. Ícono infantil por décadas, donde estaba el gran cine Los Ángeles se encuentra el CPM Multiescena; en el Lorraine, el Auditorio Losada; en el Losuar, la Pasiva. Y en un cine porno que supo tener su auge está hoy el teatro Buenos Aires. Otro rasgo común entre algunas es la asociación o la cercanía con otro emprendimiento: Losada y, antes, Liberarte, con librerías; la Pasiva y Buenos Aires, con restaurantes; Columbia, con el hotel; y el Espacio Colette, con el atractivo multirrubro del Paseo La Plaza. En cambio, la existencia de escuelas de actuación, además de la sala, es lo que comparten los teatros Belisario y el Vitral.
Vieja casona refaccionada por Saulo Benavente e inaugurada en 1981 por Franca Guthmann, desde 2015 el actor y director Alejandro Zanga está a cargo de la Escuela de Formación Actoral y de la Música EMEV, de El Vitral, mientras que en Belisario dirige y dicta clases el artista Marcelo Savignone. "Nuestra perspectiva es seguir haciendo teatro y mantener un espacio de poesía en medio de la vorágine de la calle Corrientes. El desafío es buscar nuestra identidad a través del teatro que hacemos y que el hecho de sobrevivir no nos pierda del camino que construimos desde 2001", dice el actor, docente y director, que programó para este año Japón, dirigida por Mariana Díaz; Nenina, por Iván Moschner, y Break Hamlet, de Cristian Cabrera; además de preparar el reestreno de Negro sobre Negro y Antes de antes, obras surgidas del mismo espacio.
Belisario está más cerca de una sala off que de una comercial. Junto con Liberarte, son las dos únicas del grupo que reciben subsidios del Instituto Nacional del Teatro y de Proteatro. "La perspectiva futura está en continuar con una programación heterogénea de calidad. El desafío económico es sostenerse porque el aumento de los servicios es enorme y no se puede trasladar al precio de la entrada en la misma proporción", dice Ricardo Miguelez, gestor de Liberarte desde hace 15 años, poniendo el dedo en el principal obstáculo: cómo equilibrar costo de servicios y entradas accesibles.
Mientras que Belisario y El Vitral son, por ahora, las dos únicas del grupo afiliadas a Artei, que agrupa a salas independientes, el CPM Multiescena es el único en la Aadet, que agrupa a los grandes productores teatrales. Más emparentado con los espacios grandes de Corrientes (una de sus tres salas es para 300 personas), es explotada por Nordel Movie, dedicada a la exhibición de películas en complejos cinematográficos. A pocos metros, la visibilidad explícita de las marquesinas de Corrientes y Rodríguez Peña tienta a los que pasan con el menú del teatro Buenos Aires: Orquesta de señoritas, de Jean Anouilh, dirigida por Jorge Paccini, con Miguel Jordán, Edgardo Nieva y Osmar Núñez, entre otros; la comedia 5gays.com, de Rafael Pence, y el café concert Cocoliche, dirigido por Facundo Vivona. Enfrente, en la entrada del Paseo La Plaza, llueven los volantes de espectáculos, el principal medio de difusión del espacio Colette, un bar en un subsuelo ideal para café concert, musicales y humorísticos que se recorta de la oferta mainstream del Paseo. "Tratamos de estar más cerca de lo comercial que del off. Sin dinero, nada se mueve", dice su director, Rodolfo Rossi, en apretada síntesis del rumbo a seguir.
El Porteño y Belisario son sólo dos de las múltiples salas pequeñas de la avenida Corrientes.
Los que eligen "estar en Corrientes" subrayan la ventaja de una calle llena de público potencial a toda hora, tentado por tickets accesibles y zona concurrida por el transporte público. "No obstante, la principal contra es la competencia de las salas grandes, con figuras de la tele que la gente conoce. Y los costos, porque se paga más que en un barrio. Si no cumplen las expectativas, las obras se levantan", dice el agente de prensa Mariano Casas Di Nardo, que suele trabajar con estas salas. Otra desventaja es la impronta simbólica que tiene para un tipo de público y artistas. "No es lo mismo para un director y autor joven programar en el Espacio Callejón (en el Abasto), por ejemplo, que en la calle Corrientes. El público es distinto, el código, hasta el equipamiento. Hay marcas y afinidades estéticas. Los directores se acostumbraron a esas estructuras tipo galpón, más comunes en el off, que al escenario a la italiana, elevado sobre la platea", dice la productora teatral Carolina Castro.
En la búsqueda de cómo diferenciarse, el teatro Porteño, que dirige Guido Gastaldi, sumó la curaduría de la periodista Julieta Zeta: "Estamos buscando obras con perfil más alternativo, convocando autores y directores del off y produciendo proyectos propios de calidad. La idea es generar un espacio diferente entre las propuestas comerciales. La apuesta más fuerte es el estreno en marzo de nuestra primera producción propia, Plantas de interior, de Sol Rodríguez Seoane, dirigida por Miguel Israilevich, con Tamara Garzón, Andrés Granier y muchos más", dice.
El problema central, repetido una y otra vez, aun desde estéticas distintas, es cómo sobrevivir. El arreglo económico con las compañías o elencos es a porcentaje del bordereaux: 70 para el grupo y 30 para la sala, más un seguro de sala (las que reciben subsidio no pueden cobrarlo) y el descuento (entre 10 y 15%) para Argentores. Otro recurso es el alquiler de la sala para eventos o recitales de única vez, o para dar cursos. "Para poder subsistir hay que tener muchas obras en un espacio pequeño. Escenografía y vestuario no pueden ser muy abundantes porque no hay dónde meterlos", dice Covadonga Fernández, la hispanoargentina al frente del Losada desde 2012, que ve en la "tarifa cultural" una salida al angustiante pago de los servicios. Para este año, entre otras, programa el clásico Juana de Arco, de Schiller, dirigido por Marcelo Silguero, el mismo que hace El gran cabaret argentino, un musical en clave grotesca en Espacio Colette. "Me gusta estar al lado de los grandes teatros. Ya trabajé en San Telmo y Palermo. Ahora quiero estar acá, por lo que significa. Y no me ha ido nada mal", dice el director que prefiere la cola del león: un camino posible entre tantos en la búsqueda de una estética, un público y un modo de ganarse la vida.
Ubicación, precios y capacidad

CPM Multiescena

Corrientes 1764/74

Tres salas de 90, 210 y 350 localidades

$ 150/300

La Pasiva

Corrientes 1743

128 butacas

$ 150/200

Belisario Club de Cultura

Corrientes 1624

60 localidades

$ 180

Porteño

Corrientes 1630

130 localidades

$ 150/250

Auditorio Losada

Corrientes 1551

128 butacas

$ 150/200

Espacio Colette

Corrientes 1660 (Paseo La plaza)

90 localidades

$ 120

Liberarte

Corrientes 1555

Dos salas de 90 localidades.

$ 150/200

El Vitral

Rodríguez Peña 344

Tres salas de 30, 80 y 155 localidades

$ 180/200

Buenos Aires

Rodríguez Peña 411

150 localidades

$ 300

Columbia

Corrientes 1537

80 localidades

$ 150/300

La Casona

Corrientes 1975

Dos salas de 90 y 214 localidades.

$ 150

L. G. 

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