jueves, 15 de junio de 2017

MUSEOS....HISTORIAS Y LOS PROPIOS



Además de atracción turística y lugar de reunión, en la actualidad estas instituciones han pasado a ser ámbitos de aprendizaje que tienen como objetivo estrechar los vínculos entre la comunidad y el patrimonio. Es el caso del Museo Cornelio de Saavedra, entidad de carácter social que presenta una variada oferta de actividades.
A lo largo de la historia, el museo pasó de ser un almacén donde se coleccionaban objetos, a un lugar de aprendizaje y difusión de conocimiento a través de distintos medios y recursos. En la antigüedad, los grandes expertos en el acopio de piezas de valor fueron los romanos, que a partir de sus conquistas fueron adquiriendo obras de gran importancia artística. Durante la Edad Media, la idea de conservación y exposición de objetos sólo estaba relacionada con lo religioso.
En el transcurso del período renacentista, el museo no existía como tal. Los grandes mecenas como la familia Médici -famosos por su asombroso repertorio de esculturas, pinturas, manuscritos e inclusive animales exóticos- fueron ejemplo de los primeros coleccionistas de obras de arte. Aunque no fue la única familia, ya que muchas otras ganaban prestigio haciéndose coleccionistas e invitando a sus mansiones a los más célebres artistas de la época para que trabajaran para ellos.
Por ejemplo la Galería Uffizi, residencia de Cosme de Médici en el siglo XVIII, pasó a ser una sala de exhibición de la ciudad de Florencia. Hoy se ha transformado en una galería de arte que recibe anualmente casi dos millones de visitas, lo que la convierte en un de las atracciones más importantes de ese rincón de Italia.
También el Vaticano se sumó al acopio de obras fabulosas, como por ejemplo el Papa Julio II, quien se deleitó con las pinturas de Rafael. Otro ejemplo fue el Palacio de Fontainebleau, la residencia de Francisco I de Francia, que se encontraba llena de pinturas, entre ellas la Mona Lisa.
El coleccionismo siguió con las diferentes monarquías de los siglos posteriores, a través de guerras y conquistas de territorios. Cada reinado fue incrementando su antología y más aún cuando se descubrieron las ruinas de Herculano y Pompeya, lo que marcó el inicio de la búsqueda de los tesoros de la antigüedad.
El Museo Ashmolean, de la universidad inglesa de Oxford, es considerado el primer museo universitario que abrió sus puertas al público, en 1683. Nació como una colección privada, que luego se volvió permanente y perdura hasta nuestros días. En 1759 fue inaugurado en Londres el Museo Británico, en su primera sede ya desaparecida. Después de la Revolución Francesa, en 1793 se fundó el Museo del Louvre, producto del despojo que se le hizo a la monarquía. La apertura de esta institución significó, dentro de la historia de los museos, el traspaso de las colecciones privadas de la monarquía, la aristocracia y la Iglesia a galerías de propiedad pública para el disfrute de la sociedad.
Durante el siglo XIX, el Louvre fue el modelo de museo para diferentes países de Europa, como el Museo del Prado, inaugurado en Madrid en 1819. Como primer museo privado, en Nueva York se abrió en 1929 el MOMA, reservorio de una importante colección de arte moderno. En 1959, en la misma ciudad, apareció el primer museo cuyo edificio es considerado una obra de arte: el Salomon R. Guggenheim, magnate minero que tenía en su colección privada un sinnúmero de obras de arte. La Fundación Guggenheim exportó su modelo a otras ciudades del mundo y abrió su sede en Venecia en 1980 y en Bilbao en 1997.
Museo del Louvre, París.
El museo del siglo XXI
En la actualidad, los museos generalmente son una fuente de alimentación y desarrollo local, además de lugar de estudio, reunión, ocio y atracción turística. Pero hoy, fundamentalmente, han pasado a ser ámbitos de aprendizaje, facilitando cada vez más el conocimiento a todo tipo de público.
Actúan como instituciones educativas donde se realizan actividades o talleres, que rompen con el concepto antiguo de museo. El aprendizaje ha cambiado el foco de atención: se desplazó del objeto al visitante, creando una interacción entre ambos.
El nuevo museo pasó a ser un espacio pluralista, abierto a nuevas propuestas y preparado para tener una visión sociocultural. Conjuntamente empieza a responder a las demandas de públicos heterogéneos con distintas necesidades. Por eso el trabajo se debe realizar codo a codo, haciendo partícipe a la comunidad de las decisiones patrimoniales, compartiendo ideas y propuestas transformadoras.
Es imprescindible que el museo del nuevo siglo cuente con espacio físico y amplios recursos, para que ninguna minoría quede afuera. Así, se logrará un carácter de igualdad y un mayor grupo de diálogo. Cada vez son más importantes los conocimientos, métodos y buenas prácticas en la educación intercultural, para de esa manera promover el diálogo entre las distintas generaciones.
Algunas entidades ya han comenzado a proponer ofertas de educación para niños, adultos mayores y, en especial, para inmigrantes con el fin de lograr su integración lingüística, social y cultural. La nueva museología, comunitaria y ecológica, tiene como objetivo vigorizar y ahondar los vínculos entre la comunidad y el patrimonio. Estas instituciones han sido llamadas como “las nuevas catedrales del siglo XXI” por ser centros de reunión social y espacios de reflexión, pero además por la espectacularidad de su arquitectura.
Los jardines del Museo Saavedra, ubicado en Larralde 6309, dentro del Parque General Paz.
El Museo Saavedra
Muchos museos de nuestros barrios empezaron a abrir sus puertas a toda la comunidad. Ya sea dentro o fuera de la institución, buscan hacer partícipes a los vecinos. Es el caso del Museo Histórico Cornelio de Saavedra, ejemplo de estas actitudes de modernización. Está situado en una antigua casona de 1870, casco de la chacra de Luis María Saavedra, y contiene colecciones de platería, alhajas, peinetones, mobiliario, documentos, iconografía, armas, vestimenta y numismática. Aparte de las exhibiciones permanentes, presenta infinidad de actividades que funcionan en forma interactiva entre el visitante y la institución.
La biblioteca del museo, que se especializa en Historia Argentina y de la ciudad de Buenos Aires, cuenta con más de ocho mil volúmenes que abarcan temáticas tales como arte hispanoamericano y argentino. En estos últimos meses, el museo presentó actividades como lecturas y reflexiones sobre política, economía, sociedad y costumbres de la Ciudad. Además se realizan con frecuencia talleres de teatro, filosofía, literatura, dibujo y fotografía. Hace poco tiempo se organizó en la biblioteca un recorrido por la historia de la filosofía, repasando autores y escuelas clásicas, el pensamiento medieval, la modernidad y su crisis hasta la diversidad posmoderna.
Cabe destacar que la mayoría de estas actividades son con entrada libre y gratuita y las que están aranceladas tiene un costo accesible, lo que hace del nuevo museo una entidad de carácter social. Y además la institución sale a la calle de la mano del Museo Viajero, compañía de teatro e investigación fundada en 1995, que recorre toda la Ciudad de Buenos Aires.
El arquitecto Daniel Libeskind nos dice: “Creo que hay una nueva conciencia en este siglo XXI, donde el diseño es tan importante para nuestra forma de vida como lo es para los museos”.

Arq. Jorge Luchetti

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