lunes, 31 de julio de 2017

GRANDIOSO DEPORTISTA ARGENTINO; VITO DUMAS

INVESTIGADOR; DR. RICARDO !EL MORDAZ"

LOS CUARENTA BRAMADORES

El estigma
A bordo de un carguero de la Marina de Guerra dos personas conversan sobre cuestiones marítimas. Uno de ellos es un civil que integra la pequeña lista de pasajeros de la nave. El otro es un oficial de la Marina y es parte de la tripulación. Durante el diálogo el primero menciona el nombre de Vito Dumas. Inmediatamente el oficial más en serio que en broma lo interrumpe diciéndole: “Aquí en la Marina está prohibido mencionar ese nombre porque es mufa, trae mala suerte”.
Durante los últimos años de su vida Vito Dumas cargó con esta mancha con que fue estigmatizado injustamente, producto de la envidia, los celos y el odio de sectores mezquinos y clasistas de nuestra sociedad. Han transcurridos 51 años de la muerte del máximo deportista que tuvo la Argentina y como las nuevas generaciones saben muy poco de este personaje y sus hazañas, escribo esta semblanza en su memoria.

Vito Dumas (1900-1965)
El deportista solitario
Dumas tenía 42 años cuando se lanzó a la máxima aventura naval de la historia: la vuelta al mundo en un velero de nueve metros y medio de eslora (largo) y 3,30 metros de manga (ancho). Tenía a su favor un físico excepcional, una experiencia náutica enorme y el conocimiento de las rutas y de las dimensiones de la Tierra. Contaba además con un sextante para determinar la ubicación en el mar. El GPS, mediante navegación satelital, llegaría décadas después. En esto aventajaba a Magallanes, quien en el siglo XVI fue el primero en hacer la circunnavegación del planeta, lanzándose hacia lo desconocido y utilizando el astrolabio, pero la gran desventaja de Dumas era que había decidido realizar esta ciclópea aventura en completa soledad.
No tendría con quien compartir dudas, angustias y peligros y no recibiría ayuda si sufría algún accidente. Dumas era un deportista solitario. Era también un excelente nadador que había realizado 5 intentos de cruzar el Río de la Plata a nado. No lo logró, pero consiguió el record mundial de permanencia en el agua.

La gran aventura
El 27 de julio de 1942, Dumas leva anclas en su velero LEHG II, lo hace desde Montevideo porque la Prefectura no le otorga el permiso, no se sabe si por temor o por presiones extrañas. Patrocinó el viaje un grupo variopinto constituido por el YMCA (Young Men Christian Association) de Buenos Aires, la revista El Gráfico, un almacenero del bajo Belgrano y los timoneles del Club Náutico Buchardo.
El yate está cargado con provisiones para un año: 400 botellas de leche esterilizada, leche chocolatada, veinte kilos de harina de lentejas, arroz, garbanzo, arvejas, diez kilos de yerba mate, latas de aceite, 80 kilos de corned-beef, manteca salada, chocolate en barras, leche condensada, 70 kilos de papas, 5 de azúcar, frutas confitadas, mermeladas, tabaco para pipa, cigarrilos, cajas de fósforo, galletas, botiquín de primeros auxilios, dosis de vitaminas A, B, C, D y K, glucosa para la falta de calorías y 400 litros de agua.
La idea era seguir por el paralelo 40, llamada también ruta de la muerte, porque quienes lo intentaron perecieron durante la travesía. La primera escala es en Ciudad del Cabo donde ancla 55 días después de la partida. El viaje resultó una pesadilla para Dumas, no por el clima sino porque se le infectó el brazo derecho que lo tuvo inutilizado durante días con fiebre, dolor e incapacidad para maniobrar adecuadamente el velamen.
Permanece en Ciudad del Cabo durante un mes para recuperarse y hacer reparaciones en la nave y el 14 de septiembre parte hacia Nueva Zelanda. La segunda guerra mundial estaba en su apogeo y el Pacífico era una de las zonas más calientes. Pocos meses atrás habían tenido lugar dos batallas marítimas decisivas: la de Midway y la del Mar de Coral, que determinaron la supremacía naval de Estados Unidos sobre Japón. El mar esta infestado de submarinos, barcos y aviones que no ven el velero de Dumas o no le dan importancia. El conflicto le pasa muy cerca sin que él se dé cuenta. Había partido asqueado de la guerra y tratando de escapar de un mundo en llamas. ”Voy en esta época materialista, a realizar una empresa romántica, para ejemplo de la juventud”, había dicho al partir de Buenos Aires.
Llega al puerto de Wellington en Nueva Zelanda después de 104 días de navegación, ya está metido de lleno en la “ruta de la muerte”, que Dumas llama “los cuarenta bramadores”, por los vientos y tormentas que lo caracterizan y que sirvió de título a su libro donde relata el viaje de circunnavegación.
Después de 33 días en Wellington parte hacia Valparaíso. La inmensidad del Océano Pacífico es sobrecogedora para todos los navegantes que lo transitan en veleros. Son muchos días donde se alternan fuertes tormentas, con períodos de una calma exasperante donde ni la más leve brisa infla las velas. Dumas atraviesa por todas esas vicisitudes, incluyendo una noche entre ballenas: “… en el instante de asomarme por la camareta quedo paralizado: me invade, me domina un escalofrío. En el primer momento, no sé si el barco esta sobre una roca. !No El Lehg II está tratando de abrirse camino entre dos ballenas. Al tomar un pequeño impulso, quiere trepar sobre el lomo de una de ellas y luego cae. Los segundos son angustiosos, interminables. … El Lehg II se ha metido en un lío, y espero que se las arregle. No quiero moverme, porque acaso sobresalte a esos dos monstruos. El barco, dócilmente, con una lentitud que aterra, se abre camino por su cuenta y va dejando los obstáculos. Respiro. El corazón torna a su ritmo”.
Finalmente después de 71 días de navegación llega al puerto de Valparaíso habiendo recorrido 5798 millas (9331 kilómetros). En Chile es calurosamente agasajado, hasta por el presidente de la República, que le brinda una cena de honor. El 30 de mayo Dumas zarpa rumbo al cabo de Hornos. El día de la partida varios amigos tratan de disuadirlo y otros lo miran como a la persona que va hacia un destino fatal.
La realidad es peor de lo que él imaginaba, durante el descenso por el mar de Chile, el LEHG II estuvo a punto de zozobrar en varias oportunidades, solo su enorme experiencia y el peso de una quilla de 3500 kilos impidieron que la nave diera una vuelta de campana. Olas gigantes se descargan sobre cubierta y Dumas asfixiado y sin aire se abraza al mástil para no caer al mar. Aterrado ve como lentamente el LEHG II se va recuperando durante un tiempo que le parece interminable hasta ponerse nuevamente horizontal. Cuando puede timonear, vientos helados y granizo le azotan el rostro mientras sus manos insensibilizadas por el frío tratan de controlar el timón.
Estando en su camarote un violento bandazo le estrella la cabeza contra la pared opuesta, dejándolo inconsciente varios minutos. Al recuperarse ve que sangra profusamente de la nariz porque se le ha roto el tabique.
El peaje que le cobra el cabo de Hornos es muy alto, pero el barco ingresa intacto en aguas del Atlántico y por primera vez Dumas tiene la convicción de que cumplirá su propósito de dar la vuelta al mundo. El clima se torna benévolo y el 7 de julio llega al Puerto de Mar del Plata donde nuevamente lo reciben como el héroe que acometió una misión imposible.
Las noticias llegan a Buenos Aires donde arriba el 8 de agosto de 1943, después de un año y treinta y seis días. Una multitud de cincuenta mil personas lo recibe.

Sello postal de 1968 en homenaje a Vito Dumas
La soledad
Pero había grupos oscuros que se resistían a aceptar su popularidad. La aristocracia náutica del Yacht Club Argentino, no podía aceptar que un navegante con tal proeza realizada, no haya salido del ámbito de su institución. Para gente tan mezquina, Dumas era un representante de la plebe que ni siquiera tenía título secundario y que había osado profanar su feudo convirtiéndose, además, en la figura más popular del momento.
No había forma de atacarlo por ningún ángulo, porque tanto su persona como su trayectoria deportiva eran impecables. Alguno tuvo la ocurrencia de ponerle el rótulo de mufa y sabemos que cuando alguien es marcado con ese baldón, es muy difícil sacárselo de encima. Fue una conspiración rastrera, pero exitosa, que perduró hasta fines del siglo XX. La prohibición de mencionar su nombre se enseñaba, en los cursos de instrucción, junto con los primeros rudimentos náuticos.
Pronto se agregaron los integrantes de la Armada Argentina, exasperados porque el gobierno de Perón en 1949 lo nombró Teniente de Navío de la reserva de la Armada y le ofreció la dirección de una flamante Escuela de Náutica Deportiva. Fue un gesto de reconocimiento, pero también constituyó una provocación de Perón a esa fuerza que lo detestaba. Dumas que de política entendía poco aceptó el cargo y cándidamente cayó en la trampa.
Murió pobre y en soledad el 28 de marzo de 1965. Actualmente hay placas recordatorias, nombres de calles, sellos postales y monumentos a su memoria y en el museo náutico de la Armada en el Tigre, se encuentra en exhibición permanente el LEHG II. He visitado ese museo en varias ocasiones y siempre me detengo a contemplar la nave. Al observarla tan pequeña siento una profunda admiración por su timonel que en soledad, circunnavegó el globo.


El LEHG II en el Museo Náutico del Tigre
Hace 50 años moría Vito Dumas, el navegante solitario. Deportes Télam, 28/03/2015. http://deportes.telam.com.ar/notas/201503/99619-hace-50-anos-moria-vito-dumas-el-navegante-solitario.html
Marina Garber. A través de los mares imposibles. El Arca 52.http://www.elarcaimpresa.com.ar/elarca.com.ar/elarca52/notas/dumas.htm
Vito Dumas. Los Cuarenta Bramadores. Editorial Juventud.

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