lunes, 31 de julio de 2017

NICOLÁS DUJOVNE OPINA



NICOLÁS DUJOVNE
Déficit fiscal, la madre de todas las batallas
El Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne presentó recientemente los números de las cuentas públicas nacionales del mes de junio. De manera resumida, los números fiscales arrojaron los siguientes resultados:
Resultados mes de junio, y variación respecto al mismo mes del año pasado

Ingresos Totales: $ 161.650 millones (+24%)

Gasto Primario: $ 218.688 millones (+26%)

Déficit Primario: $ -57.039 millones (+30%)

Intereses: $ 34.813 millones (+22%)

Déficit Financiero: $ -91.852 millones (+27%)

Resultado acumulado a junio, y variación respecto a mismo periodo del año pasado

Ingresos Totales: $ 945.829 (+32%)

Gasto Primario: $ 1.090.116 (+31%)

Déficit Primario: $ -144.286 (28%)

Intereses: $ 111.261 (70%)

Déficit Financiero: $ -255.547 (43%)

Analizando los números del semestre respecto al PBI el rojo primario fue de 1,5%, cuando para esta altura del año estaba presupuestado un rojo de 2% sobre PBI (unos $ 195.000 millones). Con estos números sobre la mesa, el ministro se permitió ser optimista: “La meta del año será cumplida”.
A pesar de esta lectura, que desde la consultora también compartimos, la situación sigue siendo todavía sumamente delicada. Si en lugar de analizar el resultado primario y el financiero sobre PBI lo hiciéramos con respecto a los ingresos que el Estado nacional obtiene, como si fuese una empresa, los números reflejan un escenario todavía muy preocupante.
Con esta metodología, la dinámica del resultado primario se está asimilando a lo ocurrido el año pasado. Acumulados seis meses, el Estado gastó 115,30 pesos por cada 100 de ingresos que obtuvo (el -15,3% observado). Esto implica que hasta el momento el comportamiento del déficit primario sigue sin revertir significativamente la dinámica.
Por otro lado, realizando el mismo ejercicio, pero respecto al resultado financiero (teniendo en cuenta el pago de intereses), el resultado es sensiblemente más desfavorable. Con los números cerrados de junio, el Estado gasto en el semestre un 27% más que los ingresos que obtuvo. En términos empresariales y para decirlo bien simple, de cada $ 100 que ingresaron en el semestre, el Estado tuvo egresos totales por $ 127. Y lo más preocupante, como siempre decimos, no es el número, sino la dinámica, que sigue mostrando que todavía se está haciendo muy difícil revertir esta situación.
Brigada Antibombas
Bien es sabido que el gobierno ha optado por un programa gradual de reducción del déficit fiscal. Es muy relevante poner en contexto histórico dicho escenario, ya que la magnitud del desequilibrio fiscal argentino es desconocido por la gran mayoría, pero tiene consecuencias muy importantes en la vida cotidiana de todos los argentinos.
El Kirchnerismo inició su mandato en el 2003 con un superávit financiero de 2,1% sobre PBI y entregó el gobierno a Cambiemos con más de 7% de déficit. El gráfico habla por si solo y se podría escribir un libro entero al respecto, pero hay que mencionar dos problemas adicionales muy relevantes: el tamaño y su eficiencia.
Por un lado, el peso del Estado consolidado en la economía se incrementó en ese periodo desde casi 30% sobre PBI hasta más del 45%. Este incremento desmedido vino acompañado de una fuerte suba de la presión impositiva que hoy hace muy difícil encontrar rentabilidad en la economía argentina.
En segundo lugar, y para peor, todo este proceso fue acompañado de un notable deterioro de los servicios y las prestaciones públicas. Esto, sumado a todo el entramado de subsidios económicos y sociales, no logró mejorar el entramado social dejando un sector importante de la sociedad con mucha vulnerabilidad económica y social, y muy dependientes del Estado.
Esta realidad es justamente la que lleva al gobierno a realizar un ajuste fiscal muy cuidado, que a veces no logra disminuir el gasto en la medida que sería deseable pero sí produce un cambio en la composición. Al mismo tiempo que se ahorra en subsidios económicos (en el primer semestre cayeron un 5% interanual), se aumenta el gasto en prestaciones sociales y jubilaciones. Estos dos rubros, vitales para sostener al segmento de la sociedad más vulnerable en un contexto de cambio que puede tener consecuencias indeseadas, crecen de forma interanual muy por encima de la inflación, alrededor del 40% en los primeros seis meses del año.
La llave para la verdadera transformación económica y la salida de la decadencia argentina requiere que el gobierno pueda desactivar esta bomba fiscal con mucha prudencia y el timing correcto. El límite entre esta corrección necesaria para el crecimiento de largo plazo y la paz social de corto plazo es demasiado fino.

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