En sólo dos años, la cantidad de personas en el mundo que pesan más de lo que se considera saludable creció en 100 millones. Las cifras de la Argentina no escapan a la tendencia: el 23,1% de los adultos y el 6,3% de los chicos son obesos. El promedio mundial, en cambio, es del 12% y el 5%, respectivamente.
Así lo reveló ayer la investigación más ambiciosa hasta el momento sobre el tema, del Instituto para la Medición y la Evaluación de la Salud (IHME), de Estados Unidos. Incluyó además una alerta: tener sobrepeso (y no sólo obesidad) avanza como causa de muerte.
En la Argentina, estos nuevos datos también están algo por encima de los números nacionales en el periodo 2012-2013, que son los últimos disponibles: el 20,8% de los adultos y el 6,1% de los chicos y los adolescentes eran obesos, mientras que un 57,9% de los mayores de 18 y el 33,9% de los menores de entre 11 y 17 años tenían sobrepeso. Ahora, alrededor de 6,5 millones de adultos y 780.000 chicos y adolescentes son obesos en el país.
En la región, la Argentina queda así detrás de México y Venezuela en la prevalencia de obesidad en los adultos, pero después de México, Brasil y Venezuela cuando se trata de los más jóvenes.
Pero los datos presentados ayer en la Feria de Alimentación EAT de Estocolmo y publicados en la revista New England Journal of Medicine, incluyen un llamado de atención: de los cuatro millones que murieron en 2015 por enfermedades asociadas con el peso, el 40% (1,6 millones de personas) tenían un índice de masa corporal (IMC) por debajo del umbral de obesidad. Es decir, tenían sobrepeso.
"Es una crisis mundial de salud pública creciente y alarmante", publicó el consorcio internacional de más de 2000 investigadores de 195 países en el estudio conocido como Carga Global de la Enfermedad (GDB, su sigla en inglés) a cargo del IHME, instituto independiente con sede en la Universidad de Washington. Este relevamiento que abarca el periodo 1980-2015 fue financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates.
En este capítulo sobre el impacto del sobrepeso y la obesidad en la salud mundial durante los últimos 25 años, los autores comprobaron que la población mundial con exceso de peso aumentó de 2100 a 2200 millones entre 2013 y 2015. En ese lapso, la población con obesidad creció de 671 a 711 millones de personas. Además, su prevalencia se duplicó desde 1980 en 73 de los 195 países. En el resto, creció sin pausa. Esos chicos y adultos conviven con un factor de riesgo evitable de las cardiopatías, la diabetes, una decena de tipos de cáncer, los trastornos musculoesqueléticos y la enfermedad renal.
"En los 20 países más poblados del mundo, el nivel más alto de obesidad en los chicos está en los Estados Unidos, con casi un 13% [en adultos, esa cifra es del 26,5%]. Egipto encabeza la lista de adultos obesos, con cerca del 35% de su población. Las tasas más bajas corresponden a Bangladesh y a Vietnam, con el 1% en ambos casos", indicarondesde el IHME. China, con 15,3 millones de habitantes afectados, y la India, con 14,4 millones, son los países con más chicos obesos. Los Estados Unidos, con 79,4 millones, y China, con 57,3 millones, son los países con más adultos obesos.
"La gente que se encoge de hombros ante el aumento de peso debe saber que lo hace bajo su propio riesgo. Las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, el cáncer y otras enfermedades están amenazando su vida", dijo Christopher Murray, coautor principal del estudio y director del IHME. "Esas promesas serias a medias en Año Nuevo de bajar de peso -agregó- deberían ser compromisos durante todo el año para prevenir el aumento de peso en el futuro."
Nada de esto es gratis para la salud personal y pública. El estudio GDB revela que el IMC elevado (sobrepeso en adelante) explica 4 millones de muertes por todas las causas o el 7,1% de la mortalidad mundial hace dos años, además del 4,9% de años de vida perdidos por discapacidad. Pero el 37% de los años con mala calidad de vida por discapacidad psicofísica y el 39% de las muertes asociadas con el IMC elevado son en personas con sobrepeso.
Los autores indagaron la relación entre el exceso de peso, la diabetes, las cardiopatías, los trastornos musculoesqueléticos, la enfermedad renal y el cáncer de esófago, colon y recto, hígado, vesícula y vías biliares, páncreas, mama, útero, ovario, riñón, tiroides y leucemia. "Casi el 70% de las muertes asociadas con un IMC elevado se debió a las enfermedades cardiovasculares", afirman los autores.
Le siguió la diabetes en impacto, mientras que la insuficiencia renal crónica se impuso como principal causa de discapacidad asociada y, con los cánceres, explicaron, cada uno, menos del 10% de las muertes relacionadas con el peso. La diabetes, los tumores y los trastornos musculoesqueléticos hicieron lo mismo, pero con la discapacidad.
"El exceso de peso corporal es uno de los problemas de salud pública más difíciles de nuestro tiempo, al afectar a casi una de cada tres personas -dijo el coautor Ashkan Afshin-. En la última década, se evaluaron muchas intervenciones, pero hay muy poca evidencia sobre su efectividad. En los próximos 10 años, trabajaremos con la FAO para supervisar y evaluar el progreso de los países en el control del sobrepeso y la obesidad. Compartiremos datos y hallazgos con científicos, políticos y quienes busquen estrategias basadas en evidencia para abordar este problema."
Le siguió la diabetes en impacto, mientras que la insuficiencia renal crónica se impuso como principal causa de discapacidad asociada y, con los cánceres, explicaron, cada uno, menos del 10% de las muertes relacionadas con el peso. La diabetes, los tumores y los trastornos musculoesqueléticos hicieron lo mismo, pero con la discapacidad.
"El exceso de peso corporal es uno de los problemas de salud pública más difíciles de nuestro tiempo, al afectar a casi una de cada tres personas -dijo el coautor Ashkan Afshin-. En la última década, se evaluaron muchas intervenciones, pero hay muy poca evidencia sobre su efectividad. En los próximos 10 años, trabajaremos con la FAO para supervisar y evaluar el progreso de los países en el control del sobrepeso y la obesidad. Compartiremos datos y hallazgos con científicos, políticos y quienes busquen estrategias basadas en evidencia para abordar este problema."
F. CZ.
ESTEBAN CARMUEGA
Nuestros niños se están volviendo progresivamente más gordos. Se trata de una epidemia global de magnitud inédita en la historia de la humanidad y, mal que nos pese admitirlo, todavía no contamos con terapéuticas tan eficaces como desearíamos. Dos terceras partes de los argentinos adultos están excedidos de peso, pero lo que más debe preocuparnos es su tendencia. Hoy, hay 40% más de obesos que hace una década.
Algo similar sucede con los adolescentes. La tercera parte de los jóvenes están excedidos de peso, 20% más que hace 5 años. La reciente encuesta nacional de salud escolar muestra una foto no menos preocupante: cuatro de cada 10 niños pesan más de lo que deberían, y aunque no contamos con datos comparativos para evaluar cómo se viene acelerando esta epidemia, todo pareciera indicar que la obesidad infantil es más frecuente, aparece en edades más tempranas y se está desplazando hacia los grupos sociales menos favorecidos.
La obesidad no ha sustituido a la desnutrición, sino que se ha sumado como un nuevo problema. En la Argentina, no hemos logrado desterrar la desnutrición infantil, especialmente en sus formas de presentación menos evidentes, como son la anemia y otras deficiencias específicas, el bajo peso de nacimiento, la desnutrición gestacional y el retraso crónico de crecimiento.
Manifestaciones que son menos dramáticas que las fotos que vimos en 2001, pero no por ello menos trascendentes para comprometer el capital humano de la sociedad. En este escenario, irrumpe la obesidad afectando a las mismas regiones, las mismas familias y en ocasiones a las mismas personas.
Es lo que denominamos la doble carga de la malnutrición. Mientras la desnutrición hipoteca el futuro de las nuevas generaciones, la obesidad compromete su capital de salud, acorta la expectativa de vida y ocasiona un significativo costo económico y social para el tratamiento de sus comorbilidades: hipertensión, diabetes, infarto, accidentes cerebro y cardiovasculares.
¿Qué hacer frente a este escenario? La promoción de hábitos saludables de alimentación y actividad física en cada etapa del ciclo vital y, muy especialmente, en la temprana infancia es una de las estrategias que han demostrado mayor eficacia para prevenir tanto la obesidad como la desnutrición. Es una tarea que excede al equipo de salud y que nos interpela como sociedad.
Madres con exceso de peso al inicio del embarazo imprimen un mayor riesgo de obesidad a los niños, pero también sucede con los padres. Se ha demostrado una transmisión transgeneracional (epigenética) de la obesidad que tiene implicancias prácticas.
No sólo es el cuidado del peso durante la gestación, sino también del peso antes del embarazo. La lactancia es, por el momento, la mejor vacuna que tenemos para la prevención de la obesidad. Sin embargo, dos terceras partes de las familias incorporan otros alimentos diferentes de la leche de madre antes del sexto mes de vida.
La introducción de alimentos de pobre calidad nutricional, ricos en calorías y carentes de nutrientes esenciales no sólo aumenta el riesgo de obesidad, sino también de carencias nutricionales. El respeto de las señales de saciedad en el hogar, la oferta de alimentos saludables la no utilización del alimento como recompensa ni estímulo forman parte de los aprendizajes tempranos que es necesario fomentar.
¿Qué hacer frente a este escenario? La promoción de hábitos saludables de alimentación y actividad física en cada etapa del ciclo vital y, muy especialmente, en la temprana infancia es una de las estrategias que han demostrado mayor eficacia para prevenir tanto la obesidad como la desnutrición. Es una tarea que excede al equipo de salud y que nos interpela como sociedad.
Madres con exceso de peso al inicio del embarazo imprimen un mayor riesgo de obesidad a los niños, pero también sucede con los padres. Se ha demostrado una transmisión transgeneracional (epigenética) de la obesidad que tiene implicancias prácticas.
No sólo es el cuidado del peso durante la gestación, sino también del peso antes del embarazo. La lactancia es, por el momento, la mejor vacuna que tenemos para la prevención de la obesidad. Sin embargo, dos terceras partes de las familias incorporan otros alimentos diferentes de la leche de madre antes del sexto mes de vida.
La introducción de alimentos de pobre calidad nutricional, ricos en calorías y carentes de nutrientes esenciales no sólo aumenta el riesgo de obesidad, sino también de carencias nutricionales. El respeto de las señales de saciedad en el hogar, la oferta de alimentos saludables la no utilización del alimento como recompensa ni estímulo forman parte de los aprendizajes tempranos que es necesario fomentar.
El cuidado de la alimentación en el embarazo, la lactancia materna exclusiva, la introducción oportuna de alimentos de calidad a partir de los seis meses, la promoción de una alimentación variada, la hidratación cotidiana con agua, la conformación de hábitos saludables desde la infancia incluyendo la regular actividad física y el cuidado del sueño infantil son más que medidas sencillas y de sentido común: son las recientes conclusiones de un prestigioso comité internacional de expertos convocado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para detener la epidemia de obesidad.
Qué hacer parece sencillo; cómo hacerlo es ciertamente mucho más complejo y ciertamente demanda el compromiso de toda nuestra sociedad.
El autor es el director del Centro de Estudios en Nutrición Infantil (Cesni)
Qué hacer parece sencillo; cómo hacerlo es ciertamente mucho más complejo y ciertamente demanda el compromiso de toda nuestra sociedad.
El autor es el director del Centro de Estudios en Nutrición Infantil (Cesni)
En los adultos es más sencillo. La prevalencia de la obesidad y el sobrepeso que se citan desde hace dos años son de 2013 y pertenecen a la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), que, para las autoridades sanitarias, es una estrategia de vigilancia epidemiológica de las enfermedades no transmisibles. Incluyó una muestra de la población nacional de 18 años en adelante que vive en localidades de más de 5000 habitantes.
El 20,8% de los adultos tenía obesidad y el 37,1%, sobrepeso.
Para los chicos y los adolescentes, hay que recurrir a distintas fuentes. No siempre todas coinciden. Hay que hacerse de paciencia y tiempo para saber cuántos hoy tienen exceso de peso. El país no cuenta con un relevamiento nacional oficial. Por un lado está el capítulo argentino de la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE), que es la fuente más citada. En el país, la EMSE se hizo dos veces: en 2009 y 2012. Es una herramienta de la Organización Mundial de la Salud y los centros de prevención de las enfermedades de los Estados Unidos (CDC). Oficialmente, los últimos datos -de hace cinco años- indican que el 22,8% de los adolescentes tiene sobrepeso y el 5,9%, obesidad.
Para los chicos y los adolescentes, hay que recurrir a distintas fuentes. No siempre todas coinciden. Hay que hacerse de paciencia y tiempo para saber cuántos hoy tienen exceso de peso. El país no cuenta con un relevamiento nacional oficial. Por un lado está el capítulo argentino de la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE), que es la fuente más citada. En el país, la EMSE se hizo dos veces: en 2009 y 2012. Es una herramienta de la Organización Mundial de la Salud y los centros de prevención de las enfermedades de los Estados Unidos (CDC). Oficialmente, los últimos datos -de hace cinco años- indican que el 22,8% de los adolescentes tiene sobrepeso y el 5,9%, obesidad.
Pero todo análisis puede esconder secretos: en ese momento, el Ministerio de Salud de la Nación lo limitó a los chicos de entre 13 y 15 años. Recién un segundo análisis de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC Argentina) y Unicef usó la muestra original completa, de entre 11 y 17 años. Las cifras variaron: el sobrepeso pasó al 27,8% y la obesidad, al 6,1%.
Los especialistas aceptan extrapolar esos resultados a los chicos en edad escolar, es decir, a partir de los seis años. En 2013, el Programa Nacional de Salud Escolar (Prosane) informó que el 37,1% de los chicos de entre cinco y 13 años tenía sobrepeso u obesidad. Pero quedan los menores de cinco años: el 9,9% de sobrepeso que se les atribuye surge de un informe de la FAO de hace dos años, que cita una cifra de hace 12.
Los especialistas aceptan extrapolar esos resultados a los chicos en edad escolar, es decir, a partir de los seis años. En 2013, el Programa Nacional de Salud Escolar (Prosane) informó que el 37,1% de los chicos de entre cinco y 13 años tenía sobrepeso u obesidad. Pero quedan los menores de cinco años: el 9,9% de sobrepeso que se les atribuye surge de un informe de la FAO de hace dos años, que cita una cifra de hace 12.
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