miércoles, 26 de julio de 2017

PARA CONOCER Y LEER


Aurora Bernárdez: al rescate de la escritora invisible
Traductora memorable y mujer y albacea de Julio Cortázar, se resistió a publicar; ahora su obra sale a la luz
Queríamos tanto a Aurora podría ser la consigna implícita que paradójicamente explicara su invisibilidad. Pero su amigo, el compositor de óperas y realizador francés radicado en Barcelona Philippe Fénelon propone una mejor: "Todos la conocían sin conocerla".
 Y es cierto, porque de Aurora Bernárdez (Buenos Aires, 1920-París, 2014), la primera mujer y gran amiga protectora siempre, albacea literaria y heredera universal de Julio Cortázar, "no se sabía nada excepto que era una muy buena traductora", añade. Aunque algunos sagaces, como el Nobel Mario Vargas Llosa, que conocieron a la pareja en la intimidad y se percataron de que iban parejos en inteligencia, sensibilidad y lecturas, lo sospecharon. "Yo estuve siempre seguro de que Aurora no sólo traducía -lo hacía maravillosamente- sino que también escribía, pero se abstenía de publicar por una decisión heroica", escribió el peruano en una columna reciente.


Esa sospecha cobra ahora carácter de certeza con la publicación de El Libro de Aurora. Textos, conversaciones y notas de Aurora Bernárdez (Alfaguara), una variada antología literaria de una escritora oculta tras la sombra del autor de Rayuela, preparada por el citado Fénelon y la experta Julia Saltzmann, que ve la luz tres años después de su muerte. El libro tiene un claro carácter de "homenaje a una amiga, para que su obra no caiga en el vacío", dice el compositor, pero también el de justo reconocimiento póstumo de una autora que, con las pruebas en letra de molde, iba holgada de talento para no merecer la invisibilidad ni la condición de inédita que conservó hasta el fin de sus días. O de escritora secreta, como bien dejó consignado en una de las últimas entradas de sus cuadernos: "Creo que siempre tuve una vocación de oscuridad y de secreto".
Las razones de dicha invisibilidad son múltiples. "Ella decía que un solo escritor en casa era suficiente", recuerda el antólogo. Es probable que publicar le resultara impensable por lealtad a aquel muchacho con cara de niño del que había quedado prendada tras leer "Casa tomada" en una revista, que le presentaría luego una amiga en común y con el que se casaría pocos años después en París en 1953. Y sobre todo a partir de la explosión de su figura pública tras la publicación de Rayuela en 1963. "Aurora estaba muy orgullosa de esa novela, fue más importante para ella que para Julio", señala Fénelon, citando las conversaciones de la escritora secreta con su amiga Chichita Calvino, la otra mitad de Italo.



Pero quizá el peso inhibitorio de un escritor en la familia viniera de más lejos, a lo que se sumaba su naturaleza humilde, pudorosa o extremadamente discreta, sin contar con "los clichés de época y el papel reservado a una mujer, ocuparse de la casa y cuidar de su marido", explica el autor del documental La vuelta al día, cuya larga entrevista con Aurora en 2005 en su piso parisino de la Place du Général Beuret se reproduce íntegra como última sección del libro. Fénelon se refiere a su medio hermano mayor Paco, el prestigioso poeta Francisco Luis Bernárdez, amigo de Borges y colaborador de estas mismas páginas, que ya intimidaba o inhibía a la niña de 11 años aficionada a la escritura, mucho antes de convertirse en la esposa de Cortázar. "Paco la alentó a seguir la carrera de traducción, porque era un trabajo que podía hacer en casa", explica el realizador. La misma Aurora confesaba en aquella entrevista el peso del hermano mayor y del marido en su vocación secreta: "Sin embargo, no es que no fueran relaciones estimulantes las que yo tenía tanto con mi hermano mayor como con Cortázar, en el plano de las posibilidades que ellos podían ver en mí. Siempre tuve conciencia de eso. Me inhibía seguramente mucho. Me imponían una gran exigencia".


Lo cierto es que la brillante traductora de Faulkner, Camus o Flaubert y primera lectora de Cortázar, aunque no publicara, jamás dejó de escribir tanto en prosa como en verso. La obra reúne medio centenar de poemas, entre el poemario acabado La tarea de escribir y otros poemas y otros tantos sueltos, según el orden que encontró Fénelon consignado en uno de sus cuadernos. "No me esperaba esa sensibilidad en una persona tan poco dada a exteriorizar sus emociones", confiesa el antólogo. Ni semejante lucidez se podría añadir ante versos como: "Con humildad acepto lo que ignoro,/ su sombra subrepticia se desliza/ entre un saber y otro".
Otro apartado recoge ocho notables cuentos, en su mayoría ambientados en su Almagro de infancia, cuya sutil crueldad recuerdan el estilo de Silvina Ocampo. No en vano fue su gran amiga y dejó una mutua influencia en sus cuadernos: "Tengo la impresión de que me escucha como un vampiro. Cierto que de alguna manera yo también lo soy. La preuve es esto que escribo". Llama especialmente la atención el último de esos relatos, "Arrancada", escrito probablemente a finales de los 60, de explícito carácter autobiográfico por la nota final, sobre la descomposición de una pareja, porque el tercer personaje en discordia lleva la sigla U. K. (Ugné Karvelis, la segunda mujer de Corázar). "Era muy precisa a la hora de describir encuentros y desencuentros, su narrativa estaba enfocada en las relaciones", apunta el antólogo, al recordar que la separación que sobrevino entonces "fue muy traumática para ambos". Pasaría un tiempo hasta que Julio y Aurora recompusieran otro tipo de relación, pero igualmente estrecha, porque luego ella llegaría incluso "a prestarle su casa de Deyà, en Mallorca, cuando Cortázar estaba en pareja con Carol Dunlop".
Y por último, la tercera de las cuatro secciones que componen El Libro de Aurora, una completa selección de fragmentos de varias docenas de sus cuadernos, desde 1979 hasta poco antes de su muerte, entre el apunte de viaje, el diario íntimo, la reflexión estética y la miscelánea, y las anécdotas y postales del recuerdo. Los apuntes dedicados a Cortázar y a su obra ya tienen un interés añadido de por sí, pero quizá donde brille aún más la escritora secreta sea en la variedad de temas dispersos, como sus impresiones sobre una exposición de Rembrandt, la poesía de Pizarnik o en un lúcido chispazo sobre el psicoanálisis: "Aquel que conoce el origen del fuego puede sostener un tizón entre las manos". No sólo porque "tenía una vida más allá de Cortázar", como remarca Fénelon, sino porque Aurora Bernárdez sostuvo durante toda su vida entre sus manos el tizón de la escritura, aunque nadie lo supiera.
El secreto
El libro de Aurora
Autora: Aurora Bernárdez
Editorial: Alfaguara

M. N.

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