jueves, 21 de septiembre de 2017

EL DISFRAZ DEL PSICÓPATA


Hoy quiero hablar del disfraz del psicópata. Me refiero al disfraz como simulación de la propia personalidad. Es decir: de cómo algunas personalidades psicopáticas asumen cómo propias características fingidas, casi te diría metódicamente construidas.


Para empezar, aclaremos que cuando hablamos de psicópatas no deberíamos pensar estrictamente en un Hannibal Lecter, el personaje de las novelas de Thomas Harris que interpretó Anthony Hopkins en “El silencio de los inocentes”. No. Hay muchos psicópatas que lejos de comer gente están muy integrados y pueden funcionar perfectamente en la sociedad y hasta cuentan con herramientas para cautivar y lograr sus propósitos.
Lo que caracteriza al psicópata es la manipulación calculada de sus víctimas. El psicópata no siente empatía. No lo conmueven los sufrimientos ni las alegrías ajenas, pero a diferencia de otros trastornos que pueden presentar una baja empatía, los psicópatas son conscientes de esto, los sentimientos no los tocan, pero pueden fingirlos muy bien.


Y de esta forma van construyendo un disfraz para cada ocasión. Como no adhieren a códigos morales ni éticos, construyen normas para sí mismos, en las que no cabe el cuidado ni el respeto a los demás; todo lo contrario: irán valiéndose de herramientas para conseguir usar a quien sea para la propia satisfacción o como un mero escalón para lograr un objetivo.
Por supuesto, existen distintos niveles de intensidad en estas características, y, en ciertos casos, puede aparecer también la violencia y el goce por lastimar físicamente a la víctima.
Veamos algunos puntos comunes a los psicópatas y como construyen este disfraz:
– Son personas con características narcisistas. Esto quiere decir que están completamente centrados en ellos mismos.
– Ya mencionamos la falta de empatía sumada a un egocentrismo exacerbado. Se que cree superior, y jamás revisa sus propios actos, no siente remordimiento. Si se muestra arrepentido o con ganas de mejorar, probablemente sea parte del disfraz: Está calculando cómo caer bien, cómo mejorar su imagen y fingir arrepentimiento en el caso de que se lo descubra y se lo confronte. O sea, va a manipular nuevamente a los incautos que se conmoverán con su nuevo traje de arrepentido.
– Recordemos que el psicópata desarrolla herramientas de convencimiento: mientras una persona le está hablando con el corazón, el psicópata calcula qué decir, se muestra conmovido y sólo para llevar las cosas al terreno de su conveniencia.
– Miente descaradamente: decir la verdad y aceptar las reglas del juego es parte de la vida en sociedad, por lo menos en términos deseables. El psicópata se mantiene al margen, aprovecha la sinceridad y la lealtad de los otros para manipularlos más fácilmente. Él no es leal a nada. Sólo a sus metas.
– Aparecen como irresponsables, aunque quizás lo que ocurre es que las consecuencias catastróficas de sus actos no le importan porque son otros los que las padecen. Para sus propios intereses suelen ser calculadores y sumamente racionales.
– Pueden ser impulsivos o violentos cuando se desatan, pero en general mantienen un particular control de sus impulsos mientras juegan el personaje del disfraz que eligieron. Si optan por el traje del que escucha, es amoroso y comprensivo, no dejarán ver ni un atisbo de iracundia mientras estén en su papel.


– Un disfraz muy frecuente del psicópata es el de la “víctima”. En esto no ahorrará esfuerzos: puede ser víctima de una niñez difícil, de unos padres crueles, de una sociedad infame, de la justicia, de la educación, de los medios, de traiciones pasadas, del orden internacional… lo que sea…. Cualquier argumento servirá para hacerle creer al mundo que es un mártir, que todos estamos un poco en deuda con el psicópata…y nos lo va a cobrar con creces….
– Otro disfraz que lleva con talento es el del “agradable”: puede ser una persona simpática, inteligente, divertida, sensible o conversadora. Se va a mostrar de estas formas para resultar creíble y atractiva para las personas que quiera seducir. Pero siempre estará observando que hacer y qué no para ganar un centímetro más de confianza. Eso es lo que necesita, que los demás crean en él, que piensen que no importa lo que se diga, no importa los rumores, ni las pruebas contundentes que aparezcan. El que cree en un psicópata en realidad compró un disfraz vacío, una hoja que vuela en el viento. Pero cuidado: su talento es hacer que ese viento siempre sople a favor de su perversa voluntad, aunque termine destruyéndonos a los demás.

F. A. 

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