jueves, 2 de febrero de 2017

TANGO Y NOCHES DE LOS JARDINES


Milonga de La Glorieta: en Barrancas
En ese rincón de Belgrano, cada noche se congregan unas 300 personas para bailar al aire libre; se mezclan porteños y extranjeros, que llegan por la fama mundial del singular espacio
Rodeados de un paisaje incomparable, bailarines amateur dan rienda suelta a su pasión en Belgrano.
En La Glorieta de las Barrancas de Belgrano se mezclan cada noche turistas y locales a disfrutar del tango. El universo milonguero es amplio, de 30 años en adelante, sin distinción de clase social, ni de nacionalidades ni de razas. Si bien los más jóvenes prefieren bailar con gente de su edad, la prioridad en la pista es el nivel del compañero. "Ya es un ícono de la milonga a nivel mundial", coinciden quienes disfrutan a diario del mágico lugar.
La Glorieta Antonio Malvagni se enciende cada tarde alrededor de las 19. Primero son las clases de tango y luego continúa la milonga. Su singularidad obedece no sólo a la belleza del espacio, sino a la posibilidad de bailar al aire libre de lunes a domingo, inclusive, y a que se trata de una opción económica.
El sector de las Barrancas donde está emplazada fue reabierto en octubre pasado, después de más de un año de obras y refacciones que realizó el gobierno porteño. El conjunto fue diseñado originalmente por el paisajista Carlos Thays.
El verano es la temporada alta y se acercan a diario hasta 300 personas. "Calculamos un promedio de 1500 personas por semana", dice Pablo Etcheverry, uno de los organizadores de la milonga y coordinador de la actividad los lunes, miércoles y viernes, los días en los que suele haber más gente joven.
Pablo, que es bailarín profesional, vivió en Alemania y dice que tanto en Berlín como en París todas las personas del ambiente del tango saben sobre La Glorieta.


Sophia Masterantonio es estadounidense y confirma la fama internacional de La Glorieta. "Es mi milonga favorita", declara. Tiene 34 años y se vino a pasar un año sabático a la Argentina. Estudia español y baila tango; comenta que conocía la milonga de La Glorieta desde antes de venir a vivir a Buenos Aires.
"Los turistas tienen técnica, pero les falta barro", opina Roxana, de 45 años, que acude dos veces por semana desde Quilmes. Como la mayoría, llega sola, pero se reúne con varias personas asiduas del lugar y se van transformando en caras conocidas.
Roxana explica que existen muchos códigos propios de la milonga. El cabeceo, a través de un encuentro de miradas, es la forma de preguntar si la otra persona quiere bailar la próxima tanda. Cada tanda se compone de cuatro canciones; entre ellas se hace sonar cualquier música que no sea tango. "Entonces, cada uno vuelve a su lugar, así los hombres saben dónde encontrarte", continúa Roxana. Por noche, agrega, suele bailar hasta con ocho hombres.
"Yo no bailo con cualquiera. No me importa la edad, pero tiene que saber bailar", dice Elizabeth García, de 46 años, que concurre dos o tres veces por semana a Barrancas de Belgrano.Se la encuentra en su puesto, que es siempre el mismo, detrás de una fina columna de hierro. Mientras charla, se le van los ojos en busca de alguien. "Hoy vino un chino con quien bailé el otro día. Baila muy bien, lo voy a sacar", se entusiasma. Son pocas las mujeres que se animan a invitar a bailar en una milonga, pero las nuevas impulsan un cambio en los códigos tradicionales.
Pericia


"En general bailo sólo con jóvenes", confiesa Laura Gasparri, de 35 años. Vive en San Isidro y se traslada hasta Belgrano en tren o en auto, todos los días. "Hay muchos chicos de 30 en adelante, entre 20 y 30 no vienen mucho", describe. Según su hipótesis, los 30 son una edad bisagra para comenzar con el tango, porque quienes siguen solteros a los 30 o están separados se acercan por lo social, pero después se quedan por el baile.
"Cada año hay más gente", dice otro joven de 34, que prefiere mantener su nombre en el anonimato. Él también baila en general con chicas de su edad. Recuerda que la música del tango no le gustaba para nada, pero le atraía el baile. Luego de mucho escucharla, le empezó a gustar y ahora va entre dos y tres veces por semana a la milonga. "Algunos dicen que el abrazo del tango es hasta mejor que el sexo", señala y destaca la conexión entre los bailarines. A su lado, Luis, de 60, bromea que "en el tango es el único lugar donde aún manda el hombre".
La cita no es sólo para quienes bailan: también se acercan los vecinos a disfrutar de un momento de música y tranquilidad. Laura tiene 92 años y disfruta de ver el espectáculo. "Bailan muy bien y hay mucho respeto", dice. Zunilda, que trabaja cerca, suele ir una hora más temprano para poder sentarse a escuchar tango.
Los organizadores poseen un permiso del gobierno para poder pasar la música y desarrollar la milonga. Sin embargo, Etcheverry revela que "el permiso ya quedó desactualizado y se convirtió en un derecho consuetudinario [por costumbre]".
Varios de los asistentes coinciden en que la popularidad del lugar aumentó con la crisis. El sistema "a la gorra" atrae a muchos bailarines. El organizador corta la música en un momento de la noche para explicar que cada uno puede colaborar con lo que considere, aunque la sugerencia es el costo de un café, "o sea, 30 pesos".


Pablo explica que el éxito obtenido durante el verano los obliga a continuar la milonga durante el invierno, para no decepcionar y perder asistentes. Fuera de temporada, los ingresos son mínimos.
La Glorieta, con sus luces encendidas, constituye un mundo aparte de lo que sucede a su alrededor. Mientras en la plaza hay robos a diario en el mismo horario, adentro la seguridad es incuestionable. Todos los bailarines colocan sus carteras, bolsos y hasta alguna bicicleta plegable en una manta desplegada en el centro. Allí, lo único que importa es el tango.
Múltiples ofertas en un mismo escenario
Las Barrancas de Belgrano sirvieron también como escenario, el jueves pasado, de "Picnic bajo las estrellas", un programa del gobierno porteño para disfrutar de los espacios verdes de la ciudad por la noche. Además de las plazas de Barrancas, participan la plaza Francia de Recoleta y el parque Lezama.


Esta propuesta comenzó el año pasado con el nombre de "Noche de los jardines" y tiene gran convocatoria. Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, comentó que el objetivo de la iniciativa es "promover el uso del espacio público, para que los vecinos puedan encontrar un lugar de diversión con música y proyecciones de cine al aire libre en distintos parques".


Cada jueves se puede disfrutar de distintas bandas de música que tocan en vivo y hay proyecciones audiovisuales y DJ. El gobierno porteño promete también una performance sorpresa para cada cita.


La ambientación cuenta con manteles en los que los vecinos pueden instalarse, livings realizados con pallets y food trucks que ofrecen distintos tipos de comida para quienes no llevaron sus viandas.
Pasado mañana la sede será el parque Lezama y el siguiente, la plaza Francia.

L. L.

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