Una comedia de humor negro con trasfondo trágico
HERMANAS
Dramaturgia: Carol López. dirección: María Figueras. intérpretes: Julia Catalá, Tamara Kiper, Florencia Di Paolo, Elena Petraglia, José Escobar, Nicolás Romeo. escenografía: Franco Battista. vestuario: Ana Nieves Ventura. diseño de luces: Matías Sendón. diseño de movimiento y colaboración artística: Juan Branca. producción ejecutiva: Brenda Schraier. asistencia de dirección: Cecilia Milsztein. sala: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). funciones: viernes a las 23. duración: 60 minutos.
El disparador que propone Hermanas, la obra de la catalana Carol lópez que por primera vez se sube a escena en Buenos Aires, es pequeño pero tan bueno y eficaz que le permite a maría Figueras —la reconocida actriz que debuta como directora en esta ocasión— explorar todas las pasiones humanas, desgarrarlas, torcerlas y posibilitar el encuentro con las emociones estalladas. el hombre de la casa acaba de morir. no lo veremos, no sabremos nada de él pero conoceremos a los suyos: sus tres hijas se reúnen en aquella casa junto a su madre (la impecable elena Petraglia) para velarlo. Aquí no habrá reinados en disputa ni siquiera una jugosa herencia a repartir ni nada por el estilo. Solo queda el vacío que deja la muerte y los estados alterados que provoca el dolor o la incertidumbre que deja la ausencia del pater familias. en esa dispersión emocional asistiremos a todo tipo de alboroto.
¿Cómo representar escénicamente el caos? ¿Cómo mostrar a una familia estallada, al borde del abismo? el juego que propone muy acertadamente Figueras es hacernos topar con la teatralidad en estado puro. Para esto se necesitan buenas actuaciones y un sistema escénico muy preciso porque aquí lo que se narra es una historia que está hecha de explosiones. no habrá un cuento clásico para contar sino un compendio de estados. A estas cuatro mujeres, isabel, irene, inés e ivonne (todas con i para reforzar la parodia y el absurdo) se le sumarán dos hombres: el hijo de irene, un adolescente al que su cuerpo le ha crecido más de lo que lo ha hecho su madurez –en contraposición, su madre (la brillante Tamara Kiper) es de contextura mucho más pequeña para reforzar el disparate y la locura– y Alex (un josé escobar muy correcto y ajustado), el novio de ella, el único que no pertenece a esa familia y por eso no está enloquecido. en él recaerá toda la cordura y el sentido común muy necesarios para que la obra no caiga en el caos absoluto. junto a Alex podremos ingresar al entramado familiar, a los conflictos que se desatan entre estas tres hermanas tan disímiles pero con un universo compartido: la locura.
Todos los elementos escénicos –el diseño lumínico creado por matías Sendón provoca una extrañeza feroz, unos tubos blancos intermitentes dan la sensación de frialdad mortecina– están en función del objetivo final que es, sin dudas, presentar personajes al borde del colapso nervioso.
Una de las fortalezas de la pieza es la tensión que tiene entre el tono y el tema. Aunque asistamos claramente a una comedia, su trasfondo es absolutamente trágico, no solo por el puntapié mortuorio inicial sino por todo el desarrollo narrativo posterior. en ese choque de fuerzas el resultado es una obra repleta de humor negro que genera carcajadas y una dinámica repleta de energía.
¿Cómo representar escénicamente el caos? ¿Cómo mostrar a una familia estallada, al borde del abismo? el juego que propone muy acertadamente Figueras es hacernos topar con la teatralidad en estado puro. Para esto se necesitan buenas actuaciones y un sistema escénico muy preciso porque aquí lo que se narra es una historia que está hecha de explosiones. no habrá un cuento clásico para contar sino un compendio de estados. A estas cuatro mujeres, isabel, irene, inés e ivonne (todas con i para reforzar la parodia y el absurdo) se le sumarán dos hombres: el hijo de irene, un adolescente al que su cuerpo le ha crecido más de lo que lo ha hecho su madurez –en contraposición, su madre (la brillante Tamara Kiper) es de contextura mucho más pequeña para reforzar el disparate y la locura– y Alex (un josé escobar muy correcto y ajustado), el novio de ella, el único que no pertenece a esa familia y por eso no está enloquecido. en él recaerá toda la cordura y el sentido común muy necesarios para que la obra no caiga en el caos absoluto. junto a Alex podremos ingresar al entramado familiar, a los conflictos que se desatan entre estas tres hermanas tan disímiles pero con un universo compartido: la locura.
Todos los elementos escénicos –el diseño lumínico creado por matías Sendón provoca una extrañeza feroz, unos tubos blancos intermitentes dan la sensación de frialdad mortecina– están en función del objetivo final que es, sin dudas, presentar personajes al borde del colapso nervioso.
Una de las fortalezas de la pieza es la tensión que tiene entre el tono y el tema. Aunque asistamos claramente a una comedia, su trasfondo es absolutamente trágico, no solo por el puntapié mortuorio inicial sino por todo el desarrollo narrativo posterior. en ese choque de fuerzas el resultado es una obra repleta de humor negro que genera carcajadas y una dinámica repleta de energía.
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