martes, 22 de agosto de 2017

ARTE; TERAPIA CEREBRAL

INVESTIGADOR; DR. RICARDO EL MORDAZ

LA CAPACIDAD DE RECUPERACIÓN DEL CEREBRO
La capacidad de recuperación del cerebro
El arte es uno de los pocos aspectos complejos de las funciones cognitivas que no necesariamente empeora cuando se daña el cerebro.
Anjan Chatterjee. Neurólogo de la Universidad de Pennsylvania.
La enfermedad de Alzheimer (EA) y los accidentes cerebrovasculares (ACV), suelen producir efectos devastadores en las personas que los sufren. En el mundo del arte puede ocurrir que el pintor afectado por estas enfermedades, si continúa pintando, su técnica y talento se deterioren progresivamente y termine produciendo figuras grotescas. Tal es el caso del reconocido artista William Utermohlen, cuyos autorretratos son la expresión cabal del progreso de su EA y constituyen materia de estudio y de docencia en el campo de la neurología y la psiquiatría. 
Sin embargo, estas afecciones pueden producir efectos opuestos y sorprendentes, como los dos casos de pintores que se describen en este artículo.
KATHERINE SHERWOOD
Katherine Sherwood estudió arte en la Universidad de California y se dedicó a la pintura. Sus obras pasaron casi desapercibidas, incluso en la zona de San Francisco donde vivía. En 1997, cuando tenía 44 años, sufrió un ACV que le dañó el hemisferio izquierdo del cerebro y le dejó como secuela una hemiplejía derecha.
A partir de entonces, Katherine ingresó en ese círculo de personas, que por causa de una enfermedad grave, sufren un vuelco que les cambia la vida en forma altamente favorable. Después del ACV no pudo utilizar el atril y debió colocar los lienzos en posición horizontal, moviéndose alrededor de ellos en silla de ruedas. Después de un tiempo en que tomó conciencia de que la mitad de su cuerpo nunca más se recuperaría, comenzó con la difícil tarea de lograr emplear con habilidad su mano izquierda. Al fin y al cabo, tenía la suerte de no ser escultora, música, dentista o cirujana.

Katherine Sherwood con dos de sus obras.
Comenzó a utilizar pinturas con menos ingredientes tóxicos, como el plomo, y esto hizo que lograra nuevos tipos de efectos visuales. Fue entonces que su arte adquirió una mayor dimensión en creatividad y estilo y empezó a interesar a los críticos que juzgaron su obra como intuitiva, vibrante, abstracta y expresiva.

El resultado fue que la llamaron para exponer sus obras en galerías de arte y museos, recibió premios y sus exposiciones son comentadas en los periódicos. También es curadora en las exhibiciones de pintura y da clases de arte en la Universidad de Berkeley.
LESTER POTTS
Lester Potts nació en 1928 en una granja de Mississippi y nunca había tenido entre sus manos un pincel que no fuera de brocha gorda para paredes. A la edad de 72 años le diagnosticaron EA, perdió la capacidad de valerse por sí mismo y entró en un cuadro depresivo.
Su hijo, Daniel C. Potts, quien se desempeñaba como neurólogo en la Universidad de Alabama, decidió estimular al padre para que pintara con el objeto de introducirlo en una terapia recreativa. Para ello contrató a un artista voluntario que le enseñó a Lester la técnica del uso del pincel con acuarelas. Pronto Daniel descubrió que su padre tenía un talento que no había sido desarrollado.

Lester Potts con su hijo y una de sus obras.
Al principio, el maestro le mostró figuras para estimularlo. Poco tiempo después Lester hizo caso omiso de las indicaciones de aquél y comenzó a llenar los lienzos con sus propias creaciones que le surgían de la mente. Según el hijo: “La mayoría de las obras que pintó mi padre durante los estados avanzados de su enfermedad eran creaciones que provenían de su imaginación o basadas en experiencias y hechos pasados”.
Fue sorprendente que, si bien la EA progresaba al punto de perder el habla y no poder escribir, conservó la habilidad para pintar hasta poco antes de su muerte, después de siete años de enfermedad.
A medida que avanzaba el cuadro de EA, el arte de Lester viró desde escenas de la vida campestre y salvaje, las tierras aradas y los momentos de la cosecha, hacia versiones más abstractas sobre hechos y cosas que siempre le importaron.
Mediante el estudio de obras como las de Lester, que emergen de diferentes tipos de demencia, los investigadores en neurociencias comenzaron a trazar mapas de las regiones del cerebro que interactúan entre sí inspirando o inhibiendo la creatividad.

En los casos de EA, los pacientes siguen patrones artísticos diferentes. En esta enfermedad, la degeneración de las células nerviosas se focaliza en la parte posterior del cerebro y esto conduce a una progresión paulatina del arte desde una temática realista hacia una abstracta. Los rostros se vuelven distorsionados y se enfatizan más los colores que las formas.
Los pacientes que sufren la degeneración o demencia del tipo frontotemporal están más tocados por la innovación. En estos casos, el daño de las zonas frontal y laterales del cerebro tiende a interferir con aspectos de la personalidad, el comportamiento y el lenguaje. Como resultado, los cambios de la personalidad pueden ser drásticos, con tendencia hacia lo obsesivo y lo meticuloso. El arte que desarrollan involucra temas realistas y concretos y pueden repetir la misma imagen múltiples veces con pequeñas variaciones.
Los comportamientos de estos dos casos presentados conducen a la misma fuente de investigación que tiene fascinados a los investigadores en neurociencias: el fenómeno de la plasticidad, es decir, la capacidad que tiene el cerebro de remodelarse y realizar nuevas conexiones neuronales para recuperar funciones o crear otras nuevas y sorprendentes.
Es muy alentador y positivo que personas con demencia, incluida la EA, puedan acceder y tengan la capacidad de desarrollar nuevas habilidades que eran inexistentes o ignoradas antes del inicio de la enfermedad. Los casos de Katherine y Lester demuestran que existen aspectos en las mentes de nuestros seres queridos que no han sido descubiertos, pero que son accesibles y esperan la oportunidad para ser revelados.
En el caso de Katherine, la discapacidad que le produjo el ACV, en lugar de sumirla en la depresión y llevar una vida de inválida, le generó fuerzas interiores que le permitió acceder a un porvenir plagado de expectativas que no existían antes del ACV.
En el caso de Lester, la estimulación externa aportada por un artista voluntario que lo introdujo en el mundo de la pintura, que hasta entonces le era totalmente desconocido, le despertó habilidades ignoradas. El cambio fue tan impactante, que su hijo, que es neurólogo, creó la fundación Cognitive Dynamics cuya misión es mejorar la calidad de vida de las personas con trastornos cognitivos como la EA para que accedan a una dignidad humana merecida.


Bibliografía
An Unexpected Legacy: Art Therapy Breakthroughs in Engaging Persons Living with Dementia. Posted by Mara Botonis on September 28, 2015. http://www.caregivers.com/blog/2015/09/an-unexpected-legacy-art-therapy-breakthroughs-in-engaging-persons-living-with-dementia/
Sohn E. After brain damage, the creative juices flow for some. Los Ángeles Time. May 20, 2011.
Sherwood K. How a cerebral hemorrhage altered my art. Front Human Neurosciences 2012.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.