lunes, 24 de abril de 2017

CANCIÓN CIUDADANA

OSCAR CONDE

El 12 de enero de 1918, en el número 1.006 de la revista Caras y Caretas, un aviso a página completa del sello discográfico Max Glucksmann anunciaba que estaban a la venta una serie de discos del Dúo criollo Gardel-Razzano, acompañados por el guitarrista José Ricardo.
El último de ellos, con el número de serie 18010, contenía en su lado A la canción “Provinciana”, de y por el dúo, y en su lado B el tango “Mi noche triste”, de Castriota y Contursi, a cargo de Gardel solo.
La historia había comenzado el año anterior, puntualmente el 9 de abril de 1917, cuando Gardel grabó en el estudio de Glucksmann ese tango, instrumental en su origen, al que Samuel Castriota había titulado “Lita” y sobre el que Pascual Contursi escribiría los modestos pero precursores versos que primero retitularía “Percanta que me amuraste” y luego, tras un acuerdo con Castriota, “Mi noche triste”.Se cumplen 100 años de ese acontecimiento fundacional: el nacimiento del tango canción.

Lo primero que hay que decir es que el tango cantado ya existía. Pero no es lo mismo el tango cantado que el tango canción.
Si bien el tango había surgido musical y coreográficamente en los últimos años del siglo XIX, existen muchos ejemplos de “tango cantado” antes de 1917.
En efecto, se trata primero de letrillas anónimas (estrofas de cuatro a diez versos, como máximo) y más tarde de letras firmadas para tangos y milongas, aunque aquella producción resultó irregular en su calidad y difusión y, desde el punto de vista literario, no pudo codificarse como un tipo textual definido.
En aquellas letras, mayoritariamente firmadas por Ángel Villoldo, se manifiestan algunas constantes: la presentación de un personaje, casi siempre varón y ostentoso, que se jacta de saber bailar, a menudo de saber usar su cuchillo y, de vez en cuando, también de tener las herramientas retóricas para convencer a las mujeres de que “trabajen” para él.
Pero, insisto, este tango con letra no es todavía el tango canción, un género en sí mismo, que presupone un modo de interpretación característico –en gran medida, creación de Carlos Gardel–, cierta especialización por parte de sus letristas y, desde el punto de vista de su contenido, la narración de una historia, es decir, una letra con argumento.
Contursi, un guitarrero de Chivilcoy hijo de napolitanos, quien había estado unos tres años probando suerte en algunos cabarets de Montevideo, le había mostrado su experimento a Gardel.
Como era habitual en ese tiempo, Contursi había escrito la letra para un tango instrumental y sin el permiso de su compositor, y Gardel, el más joven de los integrantes de un dúo criollo que empezaba a tener éxito en la capital y el conurbano, se entusiasmó en grabarlo, y eso sucedió un 9 de abril, hace exactamente 100 años.
“Mi noche triste” es considerado desde entonces el primer tango canción de la historia.

¿Qué encontró el cantor, que todavía distaba mucho de ser famoso, en esta novedad que Contursi le acercaba? En principio, un tono que no era el de los tangos compadritos.
El yo poético prescindía del elogio de sí mismo –o boasting, como se lo llama en el hip hop–, que en Contursi tiende a desaparecer.
Lo que hasta entonces era, generalmente, alarde de compadritos en un lenguaje jactancioso, el poeta lo había convertido en una íntima confesión: la de un hijo de inmigrantes, con la propensión a la tristeza heredada de sus padres, que revela, sufriente, el abandono de la mujer a la que ama: Percanta que me amuraste / en lo mejor de vida / dejándome el alma herida / y espina en el corazón.
Algunos elementos permiten vislumbrar ciertas constantes en el desarrollo del género: el argumento, la aparición de una segunda persona –la interpelada, aquella percanta que lo amuró–, el uso dosificado del lunfardo, todos recursos conjugados en un texto que responde al formato de una confesión.
Hay en la fábula de este tango un dato que no puede ser pasado por alto: la mujer de “Mi noche triste”, al abandonar a su pareja, actúa libremente, en forma autónoma.
Según explica Lagmanovich se trata de “una unión facticia y por naturaleza transitoria, concretada en el momento en que el hombre lleva a la mujer al bulín, pero que ésta puede nulificar en cualquier momento, ya sea por disconformidad con el tratamiento recibido, ya sea debido a la puesta en práctica por su parte de un proyecto personal más ambicioso, ya sea, en fin, por simple agotamiento de la relación.
Las quejas del varón abandonado, tan comentadas en muchos escritos sobre el tango, tienen esta contracara de la cual pocos parecen acordarse: la capacidad de decisión de la mujer que lo abandona”.
Estos versos de Contursi reflejaban un cambio, todavía muy lento, en la posición de la mujer en la sociedad de entonces.
La importancia de “Mi noche triste” también se revela en el hecho de haberse convertido en el punto de partida de un interminable juego intertextual con muchas otras letras de tango, la mayoría de las cuales calcan la situación descripta en aquel tango, aunque no todos los tangos cuentan únicamente esta historia, claro está.
Por otra parte, El lugar de fundador de Pascual Contursi (1888-1932) en la historia del tango canción ha sido señalada una y mil veces.

Pero creo que nadie reparó en que, además de la letra del tango canción, Contursi inventó otra cosa: el letrista de tango profesional, un camino que, poco después que él, tomaron Celedonio Flores, Enrique Cadícamo, Manuel Romero, Francisco García Jiménez, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi y varios otros.
Como señaló el extraordinario ensayista Carlos Mina, con el tango “Mi noche triste” empezó a escribirse una historia distinta, porque tal vez “Contursi no sabía lo que querían las mujeres, pero su tango sí”.
Oscar Conde es profesor, licenciado y doctor en Letras.

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