Enrique Santos Discépolo
De figura inconfundible, "Discepolín" como todos lo conocemos, fue el padre de tangos inmortales; pero también poeta, actor, dramaturgo y director cinematográfico.
La ironía sabiamente utilizada llevó a muchas de sus obras a permanecer universales y sin tiempo. Su estilo personal se sirvió de la crítica y la denuncia para evocar el drama del hombre mismo.
Basados en la realidad, sus trabajos nos muestran un hombre solo y abrumado frente a la injusticia del mundo "¿Te crees que al mundo lo vas arreglar vos?... Lo que hace falta es empacar mucha moneda, vender el alma, rifar el corazón/ tirar la poca decencia que te queda". Quevachaché (1925).
"Verás que todo es mentira/ verás que nada es amor/ que al mundo nada le importa, yira...yira... no esperes nunca una ayuda/ ni una mano, ni un favor". Yira yira (1930).
El espíritu burlón idealista, rebelde y comprometido del que era dueño emana en sus letras donde sólo él pudo plasmar una realidad que nunca pasa de moda.
Nació en Buenos Aires en marzo de 1901. Hijo de Luisa Delucchi y del músico napolitano Santo Discépolo. Al quedar huérfano con sólo 9 años su hermano Armando lo toma a su cargo. Es él quien lo vincula desde temprano al ambiente artístico haciéndolo frecuentar tertulias y reuniones del ambiente.
A los 16 años había debutado ya como actor y a los 17 era autor teatral.
En 1918 estrena la obra "El duende" en el Nacional firmada junto a Mario Folco con la compañía Vittone-Popmar.
También escribió varios sainetes algunos antes de cumplir los 20 años ("El organito", "El señor cura", "Páselo, cabo")
Su primer tango "Bizcochito" con letra de José Antonio Saldías, llevado al disco por Marambio Catán fue compuesto originariamente para el teatro.
En 1926 nace su segundo tango "Quevachaché" estrenado en Montevideo y dado a conocer en Buenos Aires por Tita Merello.
Se debe a una anécdota citada por Norberto Galasso "sale la hermana del apuntador convertida por azar en cancionista... El pianista, un honrado padre de familia a quien internaron semanas después en un manicomio... A su lado el violinista rascaba el instrumento con un optimismo y una cara de pambazo irritante. Sonreía a todo. Era feliz. Era feliz porque desafinaba... el flautista era asmático..."
"Nos burlamos a gritos de nuestros fracasos, para evitar que se burlen los demás...".
Pero recién en 1927 con "Esta noche me emborracho" en la voz de Azucena Maizani encontró éxito inmediato; grabado también por Gardel y por Corsini estas letras perfilan ya el Discépolo que vendría.
Dirá Dante A. Linyera (La Canción Moderna. 1928). "Esta noche me emborracho" es la tragedia del hombre que siente, "Quevachaché", la del hombre que piensa y "Chorra" la del hombre que cree.
Hacia fines de los años 20 escribe tangos como "Chorra" signado por la ironía, ("ahora, tanto me asusta una mina/ que si en la calle me afila/ me pongo al lao del botón) otros festivos y burlones como "Victoria", (ya estoy en la gloria, se fue mi mujer) y "Malevaje" con música de Juan de Dios Filiberto.
Comenzada ya la década del 30 el poeta se vuelve doloroso frente a la realidad cruel e injusta. Por entonces crea su "Yira yira" y dos años después "Confesión" (escrito con Amadori).
En 1933 aparece "Cambalache", creado para la película "El alma del bandoneón" (donde lo cantó Ernesto Famá) y también "Desencanto" y Tormenta", en los años 40 aparece "Martirio", "Infamia", pero será con "Uno" (con música de Mariano Mores) donde la canción porteña encontró otro hito fundamental. En 1944 nace "Canción desesperada" y más tarde otra vez junto a Mores "Sin palabras", con quien también se unirá para dar vida a "Cafetín de Buenos Aires" otra de las melancólicas páginas que forman parte del cancionero ciudadano. 1947 lo sorprende poniéndole letra a "El choclo", el clásico tema de Villoldo.
Como actor y cineasta su obra no es de igual magnitud. Debutó por el 30 en una serie de cortos musicales. Más tarde encontramos trabajos como: "Cuatro Corazones" (1939), "Caprichoso y millonario" (1940), "Cándida la mujer del año" (1943) y "El hincha" (1944).
En sus últimos años encontró mucha oposición a raíz de su programa radial "Pienso y digo lo que pienso" donde encarnaba un personaje: Mordisquito.
En diciembre de 1951, Discepolín muere dejándonos mucho más que tangos. Sus criticas y denuncias proféticas se convirtieron en su legado; en la voz de aquellos que oprimidos por el dolor o la injusticia sólo pueden callar.
En sus últimos años encontró mucha oposición a raíz de su programa radial "Pienso y digo lo que pienso" donde encarnaba un personaje: Mordisquito.
En diciembre de 1951, Discepolín muere dejándonos mucho más que tangos. Sus criticas y denuncias proféticas se convirtieron en su legado; en la voz de aquellos que oprimidos por el dolor o la injusticia sólo pueden callar.
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