jueves, 20 de abril de 2017

HORACIO ACCAVALLO; EL PEQUEÑO GIGANTE QUE VENCIÓ AL DESTINO


El libro
HORACIO ACCAVALLO EL PEQUEÑO GIGANTE QUE VENCIO AL DESTINO


Horacio Accavallo ya tiene un libro para recorrer su vida
El hijo del ex púgil lanzó un material bibliográfico que recorre sus logros deportivos y el esfuerzo diario. "Se destacó por su estilo de vida, ordenado y con criterio".
Hace 50 años, el 1º de marzo, Horacio Accavallo logró el título de Campeón del Mundo de Boxeo peso Mosca
En este libro, más que contar sus memorias o hacer el relato de su vida, he pretendido seguir con su objetivo final, ayudar a los jóvenes a tener una motivación en la vida que les ayude a lograr todo aquello que se propongan, tal y como hizo y sigue haciendo
Te voy a contar el porqué de su carrera pugilística, su vida empresarial, sus anécdotas, la familia, los amigos.
Te aseguro que cuando conozcas con detalle al verdadero Horacio Accavallo, vas a sentir que el auténtico campeón es el que no boxea, el que pelea día a día para cumplir sus metas y hacer felices a los suyos.
Horacio Accavallo es mucho más que un campeón del mundo, es mucho más que el primer monarca de la época de Juan Carlos "Tito" Lectoure y el segundo campeón mundial del boxeo argentino. Horacio Accavallo es un campeón de la vida que se retiró de la actividad como campeón reinante, con 82 peleas y apenas dos derrotas. Roquiño, así le dicen, es hijo de padres italianos, analfabetos. 



Horacio tuvo que pelear desde pequeño para poder comer.
Fue botellero, faquir, trapecista, gran futbolista, pero todo eso quedó en el olvido cuando un día decidió ser boxeador, y esa fue la profesión que no solo le permitió conocer la gloria y la popularidad, sino que le permitió salir de aquella vida de privaciones y pobreza.
Toda una patriada que merecía ser contada y nada mejor que por alguien directamente vinculado al ex campeón del mundo.
Su hijo, Horacio Accavallo Jr, fue el capitán de esa epopeya y en un tiempo récord, menos de nueve meses, pudo terminar la biografía de su padre que ya está a la venta.
"Horacio Accavallo. El pequeño gigante que venció al destino", es el nombre del libro que se lanzó hace unos días y que no solo hace hincapié en los logros deportivos de Accavallo sino que también detalla minuciosamente lo que fue su vida el día que decidió colgar los guantes.
"Mi viejo fue un emprendedor, toda su vida se mató para lograr lo que quería y es eso lo que quise destacar en el libro. La verdad es que a mi papá como boxeador lo conocen todos, poco podría aportar yo. Pero sí puedo mostrarles la otra parte de mi padre. El hombre que se destacó por su estilo de vida, ordenado y con criterio, que no todos los deportistas exitosos lograron llevar y sobre todo en el boxeo", cuenta orgulloso su hijo quien no es periodista y este libro es su primera aventura literaria.
La idea de escribir el libro se dio porque el 1º de marzo de 2016 se cumplieron los 50 años del título del mundo.
La verdad es que esperaba que salieran libros que recuerden esa gesta, que hablen de lo que luchó mi viejo para llegar a ese lugar.
Como nadie hizo nada me convencí que tenía que hacerlo yo y en menos de diez meses lo terminé.
En un primer momento pensé en hablar con periodistas, pero después entendí que ellos iban a aportar más de lo mismo y entonces me la jugué solo", cuenta Horacio Junior.


Para recrear lo que fue la vida del púgil, Horacio Jr no solo entrevistó a su madre, sino que viajó a Mar del Plata para encontrarse Héctor Vaccari, el manager que apostó todo por él, y juntos pudieron reconstruir lo que fueron aquellos días en Italia donde empezó a escribirse la historia grande.
"Me junté con Héctor Vaccari, hoy tiene 92 años y fue muy importante en la vida de mi padre. Me contó que tenía un hotel y lo vendió para apostar de lleno a mi viejo y todo lo hizo sin ser campeón argentino. Juntos se fueron a Italia y ya en la primera pelea del después campeón se vio una de sus grandes virtudes: "las mañas".
Según cuanta su hijo en el libro, Accavallo tuvo una gran idea para ganar el primer combate. "En Cerdeña se preparó la primera pelea con Salvatore Burruni (semifondo), quien en ese momento era campeón de Europa. Cuando Salvatore había visto entrenar a mi papá, lo veía pararse como un diestro y mi viejo levantaba la "pata".
Entonces, Burruni habrá pensado "a este le gano fácil". Pelearon en combate de semifondo en el estadio Anfícora, donde se había jugado el Mundial ante 70.000 personas y ahí se le paró de zurdo. Le dio una paliza al tano... Gracias a eso pudo hacer un contrato con la RAI que fue su primer gran sueldo".
La anécdota toma complicidad con la historia y deja constancia de las secuelas que causó la embestida del tiempo. Hace 40 años, un puñado de seis argentinos recorrían, enardecidos y a bordo de un taxi, las calles de la lejana Tokio. El ex manager y propietario del Luna Park, Juan Carlos "Tito" Lectoure; el presentador Norberto Florentino; los periodistas Ulises Barrera, Emilio Lafferranderie ?"El Veco"- y Justo Piernes, y él, el nuevo campeón de entonces, Horacio Accavallo, que minutos antes se había probado la corona mundial del peso mosca para no cederla jamás.

"Fue una pelea muy violenta, de 15 rounds, que antes de empezar el 50 o 60 %o me daba como perdedor por mi condición de visitante. Esa noche me jugaba la vida en Japón", cuenta Accavallo en diálogo cuatro décadas después de una hazaña que pocos veían posible tras el éxito de Pascual Pérez.
Es cierto. Los primeros 5 o 6 asaltos de aquel combate fueron propiedad del japonés Katsuyoshi Takayama, hasta entonces rey de la categoría y máximo favorito en aquella noche del 1 de marzo de 1966. Incluso segundos después de que sonara la campana, el boxeador local casi hace besar la lona a su retador de un derechazo. Entonces, el movimiento de piernas y la estrategia de "cansar" al rival comenzaron a revertir el curso de los acontecimientos. Tanto que el más grande de los "pequeños" se impuso por puntos, aunque con una gran autoridad respaldada en el fallo unánime de los jueces.
Lo describe con una memoria digna de una crónica de la época: "Me tuvo a maltraer, sin embargo le fui tomando el tiempo. Yo supuestamente tenía la ventaja de que era zurdo, pero él también lo era y entonces se me complicó. Terminamos con la cara muy marcada los dos. No iba a haber muchas más oportunidades de pelear por un título mundial".
La ganó con esfuerzo, capitalizando sobre el ring una a una las gotas de sudor que lo prepararon para esa y cada una de las 84 peleas que disputó a lo largo de 12e años. 76 triunfos, 6 empates y 2 derrotas; rememorando cada paso de una infancia de "ciruja". "¿Una puerta para el boxeo? Claro, fui cartonero, botellero y trapecista, faquir y malabarista de circo. Siempre luché, trabajé mucho. Mi papá era italiano y mi mamá, española. Ninguno de los dos sabía leer ni escribir y comíamos en La Quema", relata el campeón oriundo de Villa Diamante.
Hubo un hecho en realidad un ABC de la época, que marcó su carrera deportiva. 


Subir en el ranking era difícil y sin milagros promocionales mediante, había que sumar puntos a fuerza de trompadas. Por eso fue que debió emigrar a Europa luego de que, entre otras cosas, "Pascualito" no aceptara desafiarlo. "Esta es la primera vez que lo digo, él no quiso pelear conmigo porque yo era zurdo. Somos muy difíciles porque tenemos la guardia cambiada, alguna vez lo hablé con (Guillermo) Vilas, que también le daba a la raqueta con la izquierda", cuenta.
Ante la imposibilidad de proyectar su carrera mucho más allá de títulos a nivel nacional y sudamericano desembarcó en el Viejo Continente para hacer carrera y ganar cartel. "Estuve dos años allá, en los que me fue muy bien. Le gané al campeón italiano y europeo, Salvatore Burruni, un muy buen muchacho, falleció el año pasado, y me contrató la RAI, la cadena de televisión", reseña, y recuerda a quien fue fundamental en ese gran salto: "Tito Lectoure me ayudó mucho para que yo llegue a ser campeón del mundo. Me traía a todos los extranjeros para que sumara puntos para el ranking. Fue un ejemplo de persona".
A los 71 años, el boxeo forma parte de un bello pasado aunque, con marcas, atestigua un presente del que se siente agradecido. "No lo sigo porque no me gusta, veo a 'La Hiena' Barrios como el mejor de los argentinos. Pero antes era otra cosa, terminábamos con los dos ojos cerrados. De todas maneras, Dios, mi carrera y mi país me retribuyeron con cariño todo el esfuerzo que hice. Por eso yo esa noche no quería dinero ni gloria; yo solamente quería traer el título para la Argentina que tanto quiero".


Se retiró con el éxito atado a su cintura luego de tres defensas exitosas, ninguna con la emoción que le regaló aquella velada en la capital nipona. "Cuando llegué acá, desde Ezeiza al Luna Park estaba lleno de gente", recuerda, orgulloso, este fanático hincha de Racing. Horas atrás, las luces y los gritos de la medianoche japonesa se entremezclaban con el brillo del sol al otro lado del océano. 6s locos argentinos, bien lejos de casa y el glamour, vitoreaban la hazaña del campeón en las solitarias calles de un mundo que ya estaba rendido a sus pies.

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