sábado, 1 de julio de 2017

CUESTIONES Y CIFRAS DE SALUD

Adolfo Rubinstein


La Argentina está transitando por el último trecho de la transición demográfica, epidemiológica y nutricional que comenzó en las primeras décadas del siglo pasado, que aún no ha concluido. En este sentido, nuestro país se encuentra en la etapa en la que la mayoría de las muertes son producidas por las llamadas enfermedades degenerativas provocadas por el hombre, cuyas primeras causas son enfermedades crónicas como las afecciones cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que explican hoy más del 70% de las muertes en nuestro país.
A diferencia de las enfermedades infecciosas, que se asocian a microorganismos como bacterias, virus, hongos o parásitos, las enfermedades crónicas y muchos de sus factores de riesgo, como la presión arterial alta, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo y las alteraciones de los niveles de colesterol, entre otros, encuentran como determinante la adopción de estilos de vida no saludables. De hecho, tres factores de riesgo, como el tabaquismo, la mala calidad de la dieta y la falta de actividad física, son la causa principal de las cuatro enfermedades crónicas mencionadas, las que a su vez contribuyen con más de 50% de las muertes prevenibles.
Según datos de la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo en Población Adulta, realizada en 2013, el 25% de la población argentina fuma, el 34% tiene hipertensión arterial, casi el 10% diabetes, el 21% obesidad, casi el 30% hipercolesterolemia y sólo el 5% de la población consume al menos cinco porciones de fruta o verdura por día como se recomienda, y más de la mitad hacen poca actividad física. Para peor, en los ocho años que pasaron entre la primera encuesta, en 2005, y la última, en 2013, se observó un aumento del 16% en la frecuencia de diabetes, del 42% en la de obesidad y de casi el 20% en el sedentarismo.
Por lo demás, analizar el efecto de las enfermedades crónicas sólo desde las cifras de muertes que ocasionan, sin considerar la edad del fallecimiento ni la discapacidad que producen sus complicaciones, sería soslayar su enorme impacto sanitario, económico y social. En países como la Argentina, estas complicaciones se producen a edades más tempranas que en los países desarrollados y, debido a que ocurren en etapas productivas de la vida, pueden afectar también el desarrollo económico. Desde el Estado, es nuestra responsabilidad indelegable seguir diseñando e implementando políticas públicas basadas en la mejor evidencia científica que ayuden a mitigar el impacto adverso de esta nueva epidemia.
El autor es secretario de Promoción de la Salud, Prevención y Control de Riesgos del Ministerio de Salud de la Nación

Las causas de muerte no varían entre las distintas provincias del país, pero si se tiene en cuenta el número de habitantes de cada distrito, la ciudad de Buenos Aires registra la mayor cantidad de muertes, con una tasa promedio de 1038 fallecidos cada 100.000 habitantes. La sigue Santa Fe, con 869 muertos cada 100.000 habitantes, en 2015. En contraste, Tierra del Fuego (342), Santa Cruz (471) y Neuquén (526) tienen la menor cantidad de defunciones cada 100.000 habitantes.

Las razones de estas diferencias se explican porque la población de la ciudad de Buenos Aires es, en términos relativos, bastante más vieja que la de las provincias del Sur. "Hay gente más vieja en Buenos Aires, entonces mueren más. Pero eso no supone un deterioro de las condiciones de vida, sino que la población es más grande. Entonces hay más defunciones propias de la edad", explicó el sociólogo y demógrafo Octavio Bramajo. Si se analizan los registros de jubilados de la Anses, la ciudad de Buenos Aires concentra una gran población de edad avanzada, mientras que en otras provincias periféricas y jóvenes como las del Sur hay una población adulta mayor más pequeña.
Otra hipótesis de Bramajo es que muchas personas viajan a Buenos Aires en busca de tratamiento y su muerte queda registrada en el lugar. Sin embargo, aclara que "la mortalidad no es unicausal, no hay procesos lineales y los fenómenos demográficos son lentos".

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