miércoles, 19 de julio de 2017

LECTURAS RECOMENDADAS


Los 138 discos que nadie te recomendó
Un elogio de la diversidad musical escrito por Ernesto G. Castrillón y Sergio Coscia
La apuesta es jugada. No se trata de listar los discos infaltables en una discoteca que se precie, con los incuestionables de cada género. De entrada queda claro: los 138 discos elegidos por Ernesto Castrillón y Sergio Coscia no son los esperados y pueden ser objetados. Pero allí está el secreto de este libro, en su elogio de la diversidad, en su llamamiento a romper las cadenas de las palabras autorizadas.
Los 138 discos que nadie te recomendó está lejísimos de esas ediciones del estilo de Los 1001 discos que hay que escuchar antes de morir hechas básicamente en el exterior (en el mejor de los casos con el agregado de algunos ejemplos locales) que acorralan al lector con su título imperativo. El libro de Castrillón y Coscia es, por el contrario, un soplo de aire fresco que apela a lo lúdico, al placer. Lo que está en juego en este libro no es la obligación de la escucha, ni el respeto por algún canon, sino el más elemental deseo de escuchar música. Y el deseo es, casi por definición, caprichoso, aunque no carente de sentido o de historia. No lo desmienten los autores del libro. Lo que vivieron y cómo lo vivieron es lo que vale aquí, junto, claro, con la música. Un libro lleno de anécdotas, en rigurosísima primera persona, que invitará a la polémica de por qué está tal artista y no tal otro, o al rechazo cuando el elegido es un disco que no parecería merecer (hasta ahora) ningún tipo de honores.
Los Beatles están incluidos sí, pero el disco elegido no es Sgt. Pepper's Lonely Heart ClubBand, ni el Álbum blanco, sino Los Beatles, lanzado en la Argentina en 1965 por el sello Odeón Pops. "Un rejunte bastante arbitrario de los primeros hits del grupo no editados en sus distintos LP oficiales", dice Castrillón, sin olvidarse de las desopilantes traducciones de los títulos de las canciones. "Este menjunje discográfico al uso nostro constituyó algo así como una gramática beatle básica para adolescentes argentinos que despertaban a la música."
Allí está también la reivindicación de Seremos amigos (1968), de Los Gatos; rarezas como Music for Yoga Meditation and Other Joy (1968) de Tony Scott o Two Classic Albums from Klaatu, la edición en CD de los primeros dos álbumes de la banda canadiense que, en los años 70, muchos creyeron el seudónimo que escondía a los Beatles sin Paul McCartney.
Se puede imaginar que el mismo camino para llegar a este libro debe haber estado pleno de grandes y gozosas discusiones para los autores, a juzgar por las catorce categorías creadas para "encasillar" los discos: Discos malditos(Spinettalandia y sus amigos), Joyas secretas (Night Ride Home, de Joni Mitchell), Detestados por la crítica (Pisces, Aquarius, Capricorkn & Jones Ltdde Los Monkees, pero también Ram, de McCartney), Los inolvidables(Cronología 1, de El Reloj) o El peor de todos(Let it Be, el otro álbum de los Beatles seleccionado).
LOS 138 DISCOS QUE NADIE TE RECOMENDÓ, Ernesto G. Castrillón y Sergio Coscia, Grijalbo. 286 págs., $ 429.
A. F.


E
scrito en el agua, de Paula Hawkins
Un thriller de voces múltiplesDespués de publicar un thriller de un suspenso taquicárdico como La chica del tren, con niveles de ventas apabullantes, es casi inevitable empezar a leer Escrito en el agua con enorme expectativa y un acuciante interrogante: si su autora, Paula Hawkins (Harare, 1972), va a estar a la altura de su novela anterior.
Esta nueva entrega se inicia con la muerte de Danielle Abbott, una madre soltera que misteriosamente aparece ahogada en el río. Pero ésta no es la primera vida que se cobran estas turbias aguas. Pocos meses antes, una adolescente también se había suicidado en La Poza de las Ahogadas, así denominada por arrastrar una larga historia de mujeres que han terminado allí sus vidas. La Poza de las Ahogadas es también el título del libro que Danielle estaba preparando al momento de morir. Y la investigación que había iniciado para escribirlo amenazaba con sacar a la luz secretos de habitantes del pueblo, que no estaban dispuestos a permitir que se revelaran.




Una vez planteado el enigma, Hawkins despliega toda una miríada de personajes que van a ser los encargados de contar la historia. En La chica del tren son tres las voces que relatan. En Escrito en el agua, la autora fue por más y se animó a combinar más de diez puntos de vista que poco a poco van armando el rompecabezas de la trama.
De las múltiples voces, la más sobresaliente es la de Lena Abbott, hija de quince años de Danielle. Ya desde antes atormentada por la muerte de su amiga Katie, ahora debe hacerle frente a la pérdida de su madre: ¿se suicidó, la mataron? Tal vez que una adolescente esté casi a cargo del papel protagónico y lleve la voz cantante sea un intento de ampliar el público. La franja young adult pisa cada vez más fuerte y no sería ingenuo pensar que Hawkins haya construido un texto que por temática (suicidio adolescente) e identificación con la protagonista pueda ser consumido también por esos lectores.
A la voz de la adolescente, se suma, en segundo lugar, la de su tía Jules, a quien Lena casi no conoce por la mala relación que tenía con su madre. La bronca que Jules sigue sintiendo hacia su hermana por bullying (otra temática bien representativa de los young adults) cuando eran adolescentes la proyecta en su sobrina desafiante, de la que se ve en la obligación de hacerse cargo.
El aporte que ambas hacen, junto con el resto de los personajes, ofrece una propuesta más osada y riesgosa que en la novela anterior. La acción se propulsa con la información que va proporcionando de manera alternada cada uno de los protagonistas de esta historia. El enfoque coral va a generar una creciente intriga, porque todos los personajes en menor o mayor medida ocultan algo o, lisa y llanamente, mienten. Esta falta de credibilidad inherente a cada uno de ellos es lo que alimenta la tensión, porque surge en forma constante el interrogante sobre a quién creerle y a quién no. El resultado es que cada uno de ellos en algún momento de la historia puede perfectamente ser, si no el culpable, al menos el responsable de las muertes.
La dosificación y la concatenación de lo que se cuenta constituyen los cimientos para que esta novela no sólo satisfaga las expectativas, sino que además las exceda. La superación en cuanto a calidad de la escritura y sofisticación del entramado es más que meritoria y bienvenida. Sin embargo, de poco servirían estos aciertos si no estuvieran acompañados por un argumento que le rindiera honores a la esencia del grip lit, literatura de thrillers psicológicos que cautivan la atención al punto de no poder abandonar la lectura hasta el final. Escrito en el agua crece en tensión página tras página y nunca decae. Más aún, remata con un desenlace que está a la altura de todo lo que se ha venido construyendo desde la primera página. Si bien la británica Paula Hawkins ha superado esta prueba de fuego, no pasa inadvertido que la estructura, la trama y los recursos son casi calcados de los de su primer éxito. Es posible que exista un "no hay dos sin tres", aunque la repetición de la receta podría terminar empalagando.
ESCRITO EN EL AGUA. Paula Hawkins, Planeta. Trad.: Aloix Montoto, 556 págs., $ 390
M.J.R. M.

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