miércoles, 19 de julio de 2017
FUTURO MUY CERCANO....PARA PENSAR
Alimentos diseñados por machine learning y órganos artificiales, el futuro próximo según InnovatiBA
La creación de órganos artificiales, la minería en asteroides y la alimentación sustentable sin sacrificio animal acapararon la atención de los cientos de personas que participaron de InnovatiBA, el evento sobre innovación organizado por el Gobierno porteño para "bucear por el futuro" y entender el "cambio exponencial que proponen las tecnologías", según las palabras del ministro de Modernización, Andy Freire.
Las charlas, realizadas en la Usina del Arte, dieron cuenta de las transformaciones que las tecnologías ya producen en el laboratorio y en la vida cotidiana, desde el uso de herramientas como el "hackeo" de un virus para implantar una droga en un lugar del cuerpo que es resistente a los medicamentos, hasta el uso de sistemas electrónicos para diseñar alimentos artificiales.
Una mayonesa, quesos e inclusive un trozo de carne, todos pueden hoy ser derivados de vegetales o frutos y mantener la textura y sabor de los originales gracias a un algoritmo matemático que procesa millones de datos y hace pruebas hasta conseguir el resultado deseado.
Con machine learning (aprendizaje de máquinas), el emprendedor chileno Matias Muchnick consiguió sintetizar leche y mayonesa, y según aseguró, tienen el mismo sabor que las producidas tradicionalmente: "El algoritmo tiene que procesar varios terabytes de información, pero en primera instancia tuvimos que probar leches verdes, agrias o amargas. Luego, la retroalimentación de los datos permitió que se consiguiera leche, que no es leche, pero con el sabor a leche".
Según relató frente a un colmado auditorio, fue mientras se reponía de una operación que se decidió a buscar la innovación en esta materia, por considerar que se ha creado un "entorno alimenticio que hace felices a la mayoría, pero que está matando a muchos".
"Es un sistema obsoleto, que no podrá alimentar a la población en 30 años, que es inseguro desde la salubridad y es ineficiente desde la cuestión energética. Estos productos son más sustentables, consumen menos recursos y sus precios son iguales a los tradicionales para que realmente generen impacto", añadió Muchnick sobre su emprendimiento, llamado NotCo.
Afirmó además que el "70 por ciento de sus consumidores no es vegano", y que desde su empresa planifican escalar su modelo de negocios gracias a la asociación con la estadounidense Indie.bio.
El crédito local estuvo en manos de Emiliano Kargieman, CEO de Satellogic, la empresa argentina que este mes colocó en órbita su sexto nanosatélite, y quien dio cuenta de la potencialidad del espacio como lugar para hacer negocios, pero también como alternativa para preservar a la Tierra.
"Toda industria pesada la tenemos que sacar de la Tierra. Me imagino fábricas orbitales y preservar el planeta para la creación de la vida, que es muy difícil de recrear en otros lados. Que la biósfera pueda volver a tomar el control", comentó.
Kargieman explicó que hasta 2010 no había tenido ningún contacto con el mundo de la tecnología espacial, pero que encontró en ella la respuesta a problemas humanos como la creación de alimentos y la producción de energía.
"¿Cuántos drones necesitamos para tener datos constantes sobre plantaciones? Casi infinito. Los satélites de órbita baja eran la respuesta. ¿Cuántos necesito? 300, pero salen cientos de millones de dólares. Cuando hice la cuenta tendría que haber cerrado el proyecto. ¿Porque salen tan caros? No hay ninguna razón. La tecnología es hasta más vieja que la de un celular", afirmó.
Por ello, mientras con un satélite tradicional se trata de "poner tecnología que pueda dar datos muy certeros durante 15 anos", la idea de Satelogic es "bajar 1.000 veces el costo, y tener el 98 por ciento de certeza pero que duren cuatro años".
"¿Qué puede hacer el espacio por nosotros?. La micro-gravedad permite investigación biológica y de componentes porque hay materiales que reaccionan de manera diferente en esas condiciones. En un pequeño asteroide de 10 kilómetros tendríamos trillones de dólares en metales pesados y ya está la tecnología para extraerlos", comentó.
Por su parte, Ryan Bethencourt, representante de Indie.bio, destacó el creciente interés en biotecnología que manifiestan empresas ya tradicionales como Google: "La biología está recreándose. Estamos en una época inusual, en la era en la que se puede hacer carne en un laboratorio, una pechuga de pollo".
"A partir de una célula de pollo se la multiplica en toneladas. Se podría alimentar al mundo y esto pasa en Buenos Aires, no en Silicon Valley", añadió Bethencourt.
En el campo de la información y la salud, comentó las positivas experiencias para almacenar datos en la secuenciación del genoma y que, en un futuro cercano, será capaz de contener más datos que la tecnología actual y con un menor costo energético.
"Estamos en el comienzo de la creación de organoides. Si podemos hacer que con la impresión 3D que el riñón recupere el 15 por ciento de su función, se evita la diálisis. Tenemos que probar lo imposible antes de hacer lo posible", concluyó.
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