domingo, 25 de diciembre de 2016

HISTORIAS DE VIDA, HONRAMOS A IRENE SENDLER


La razón de por qué esta mujer puso a miles de niños en cajas, bolsas de basura y ataúdes
Irena Sendler fue una anciana polaca, nacida en Varsovia el 15 de febrero de 1920, y aunque sus padres le enseñaron de pequeña un montón de lecciones, hay una en especial que siempre predominó en ella: ayudar siempre a quienes más lo necesitan. Así se explica su historia, ya que Irena, desde muy joven supo que quería ser enfermera y trabajar en el servicio público de la capital polaca, ofreciendo también alimento y vestimenta a familias pobres.
Irena toda su vida fue una devota católica en un mundo marcadamente anti-semita, pero siempre ayudó a las familias judías con la misma devoción que a cualquier otra.
Luego de comenzar la Segunda Guerra Mundial (en 1939), los nazis en Polonia crearon el barrio (ghetto) judío de Varsovia, el lugar donde comenzó el terror. Irena se vio conmovida y horrorizada por las condiciones del barrio judío, entonces decidió unirse a la “Zegota”, un consejo de ayuda para los judíos y, a medida que la situación empeoraba, la mujer supo que tenía que hacer algo y no quedarse de brazos cruzados, incluso aunque arriesgara su propia vida.
Junto a otros colaboradores de la organización, Sendler comenzó a ayudar a niños judíos para que escaparan del barrio, donde les esperaba una muerte segura… una vez fuera, la organización les buscaba familias adoptivas u orfanatos. Sin embargo, no todas las madres judías estaban dispuestas a entregar a sus niños al cuidado de extraños, a pesar de que, finalmente, todas esas familias fueron llevadas a campos de exterminio.
Los nazis tenían el control absoluto del barrio, por lo que Irena tuvo que ingeniárselas para sacar a los niños de allí. En un principio, muchos escaparon en ambulancias acompañando a pacientes terminales, pero con el control nazi cada vez mayor, la mujer comenzó a ocultar a los pequeños en sacos, bolsas de basura, e incluso ataúdes.
Elzunia fue una de ellos, a quien Irena salvó metiéndola en una caja de madera junto a un cargamento de ladrillos tan sólo cuando tenía cinco meses de vida. El único recuerdo que su familia le dejó a la bebé fue una cuchara de plata que ocultó en su vestimenta al momento de la partida.
Irena salvó a más de 2 mil 500 niños de un fatal destino, y mantuvo un registro de todos ellos.
El plan iba a la perfección, hasta que los nazis descubrieron todo.
Irena fue encarcelada y brutalmente torturada, pero a pesar del intenso dolor y sufrimiento, ella siempre se rehusó a entregar información de los niños. Finalmente, sus captores se rindieron y la condenaron a pena de muerte.
Pero ella se salvó. Sus compañeros sobornaron a un soldado que la dejó escapar, y a pesar de que ahí en adelante vivió bajo una identidad falsa, nunca dejó de ayudar a los demás.
Cuando la guerra terminó, la mujer buscó los registros de los niño que había salvado años antes y los llevó al Comité de Rescate de Judíos Sobrevivientes.
Irena se casó, tuvo tres hijos y vivió una buena vida, consciente de su maravillosa obra.
En 2007, Irena fue nominada al Premio Nobel de la Paz, y un año después murió, a la edad de 98 años. Sin embargo, su legado no es menor: Rescató a más de 2 mil 500 niños que probablemente iban a ser brutalmente asesinados en campos de concentración.
Esta sin duda es y será siempre una de las mejores enfermeras del mundo… y siempre hará falta más gente como ella.

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