miércoles, 21 de diciembre de 2016

LIBROS 2016


Balance 2016. #MiLibroDelAño
Los mejores lanzamientos de 2016, según la opinión de nuestros amigos




"Dios en el laberinto. Crítica de las religiones. Juan José Sebreli."
Echeverría, de Martín Caparrós
"Para pasar el tiempo, la saga de Elena Ferrante (¿será una mujer la escritora?)."

 La uruguaya de Pedro Mairal". "Imperdible la saga de Elena Ferrante." "Dos obras de argentinos contemporáneos editadas por Eloísa Cartonera. La épica del movimiento continuo (Rodolfo Edwards) y Los diarios de la edad del pavo (Fabián Casas)."
 Madre noche, de Vonnegut, publicado por La Bestia Equilátera en abril."
"La uruguaya, de Pedro Mairal.".
"Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enriquez "Brújula, de Mathias Enard." 

 El Laberinto de los Espíritus. Cierra la saga del Cementerio de los Libros Olvidados de Carlos Ruiz Zafón."
El fin de los días, de Jenny Erpenbeck." 
 Serie Dos amigas, de Elena Ferrante." Basta de femicidios
 Instrumental, Aflicciones y La insurrección de Dublín de Stephens "La uruguaya,
"Stoner
"La noche de la Usina, de Eduardo Sacheri y La última salida; de Federico Axat.".
"Black out, de María Moreno."
 La maestra rural, de Luciano Lamberti, excelente libro!". "Teoría del viaje, de Michel Onfray."

"Cornelia, 


5 libros para conocer a J. M. Coetzee
Algunos hitos en la obra del Premio Nobel sudafricano
Cinco libros para conocer a Coetzee.
Entre la lengua inglesa, los restos de cultura afrikaaner de su familia y el cruce de múltiples razas, lenguas y religiones de la zona semidesértica de Worcester, John Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) forjó su primera mirada del mundo, un espacio hostil en el que solo es posible sobrevivir conservando tanto una dura conciencia crítica como una voluntad piadosa para comprender la crueldad y la compasión. Su derrotero incluye estudios de lengua y literatura inglesas y matemáticas en la Universidad del Ciudad del Cabo; trabajos como programador de IBM en Londres; una maestría en la obra de Ford Maddox Ford; un doctorado en lingüística computacional en Texas, donde trabajó sobre la obra de Samuel Beckett, gran influencia de su oscura visión literaria, e investigaciones literarias en la Universidad de Adelaida, en Australia, su actual país de residencia. Aunque su formación se centró sobre todo en los aspectos científicos del estudio de la lengua más que en los estrictamente literarios, fue el azar de un encuentro en los archivos de bibliotecas lo que encendió la chispa de su primera obra: mientras hurgaba en los textos del etnólogo alemán Carl Meinhof sobre lenguas sudafricana, halló los glosarios redactados por otro viajero, Jacobus Coetzee, su antiguo antepasado holandés. La reconstrucción imaginaria de ese origen conquistador da inicio a una obra en el que biografía y ficción, raza y cultura, alegoría y realismo se cruzan y discuten en un retrato tan crudo, subjetivo y comprometido de la sociedad sudafricana, que se convierte en un reflejo universal de la crueldad con que el occidente blanco se enfrenta a su Otro. La contundencia de su obra lo llevó a ganar dos veces el premio Booker y el Premio Nobel de Literatura en 2003.
Tierras de poniente

(1974)

En 1974, cuando la imposición del afrakáans en las escuelas para negros desató la rebelión en Soweto, seguida de una furiosa represión, Coezee publicó su primera novela. Si bien en sus páginas no habla del presente sudafricano, los dos relatos que la componen permiten que resuene la violencia imperial desde la distancia del tiempo y el espacio. En la primera parte, "El proyecto Vietnam", el investigador Eugene Dawn, especialista en psicología militar, escribe un ensayo sobre la efectividad de la propaganda psicológica de Estados Unidos en la guerra, una indagación de la manipulación mental al servicio de la violencia que irá degradando poco a poco su propia estabilidad mental, y lo arrastrará a descargar la paranoia y la crueldad acumulada sobre su propia familia. "La narración de Jacobus Coetzee" inventa una expedición para su antepasado de 1760, hijo de un holandés y una sirvienta hotentote. En su avance hacia el norte de Sudáfrica, en busca de tierras vírgenes y marfil, Jacobus dispara a todo lo que se mueve, sea animal o humano. Aún derrotado, expoliado de sus bienes y enfermo, no pierde jamás su conciencia de dueño y señor de la tierra sobre la que camina. Su razonamiento lo lleva a una predicción sin matices, tarde o temprano el hombre blanco borrará del territorio a la "gente oscura".
Esperando a los bárbaros

(1980)

"Los imperios se condenan a vivir en la historia y a conspirar contra la historia. La inteligencia oculta de los imperios solo tiene una idea fija: cómo no acabar, cómo no sucumbir, cómo prolongar su era." En esa ambición ciega de contradecir el movimiento del tiempo nace el irracional afán destructivo del imperio. Con el ascetismo poético de un relato de Kafka o Beckett y reminiscencias a El desierto de los tártaros de Dino Buzzati, Coetzee reúne los mínimos elementos del drama que constituye la contracara oculta de la era moderna: el conquistador militar, el magistrado humanista y los bárbaros. Mientras estos últimos solo esperan que el conquistador regrese a su tierra por donde llegó, el imperio sostiene la única lógica que asegura su perduración perpetua: aniquilar al otro. El magistrado confronta así su contradicción: la Razón que le permite concebir la ley y la justicia, comprender la diferencia que lo acerca al otro, funda su autoridad en la fuerza ciega del dominio que contradice sus valores humanistas.
Desgracia


(1999)

Si hay una redención posible en el drama humano, Coetzee la encuentra del modo brutal y trágico que trama en Desgracia. David Lurie, un profesor de literatura de la Universidad de El Cabo, protagoniza un episodio de abuso sexual contra una alumna que lo destierra definitivamente de su mundo. Ante ese súbito desclasamiento, se retira a vivir junto a su hija en un pueblo del campo. Allí trabaja con los seres más desvalidos de toda la red social: los perros callejeros que son sacrificados en la perrera municipal. La vida dura pero apacible del campo pronto será alterada por un ataque violento que sufren él y su hija. Luego del final del apartheid, el equilibrio del poder ha cambiado y la agresión que reciben, respuesta al largo tiempo de opresión por parte del blanco, los enfrenta a la única alternativa de abandonar la granja o someterse a los códigos del patriarcado local. La discusión de Lurie con su hija trae consigo un planteo ético radical: quizá la única forma de reconciliación posible sea aceptar la sumisión completa, renunciar a la propia dignidad para pagar el derecho a poseer un lugar legítimo en la tierra que se había tomado por la fuerza.
En 2008, Steve Jacobs estrenó una versión cinematográfica de Desgracia, protagonizada por John Malkovich
Elizabeth Costello

(2003)

Híbrido entre novela y ensayo, Elizabeth Costello se vale de una escritora australiana septuagenaria para desarrollar su discurso sobre varios temas en ocho lecciones que componen a su vez un retrato del propio personaje. A través de su voz, Coetzee se permite reflexionar sobre los problemas de su propia obra y sus convicciones éticas. Así, Costello habla sobre los márgenes entre realismo, ficción y biografía, la compleja relación entre la autonomía del texto literario y el compromiso personal y ético del autor con su materia de escritura, el entrelazado crucial de sexo y muerte que atraviesa su obra. Uno de los temas centrales de las "conferencias" es la crueldad del hombre con los animales. Costello compara el uso despiadado como bien de consumo o como objeto de experimentos científicos de otras especias con los peores genocidios humanos, para argumentar que la crueldad contra la naturaleza es la raíz voluntariamente ignorada de toda violencia humana.
Verano

(2009)

La serie más personal de la obra de Coetzee la constituyen sus "novelas autobiográficas", Infancia (1998), Juventud (2002) y Verano. Una trilogía de textos que no solo pone en cuestión el límite entre realidad y ficción sino que vulnera todas las convenciones del género autobiográfico. Nada queda aquí de la reconstrucción autocelebratoria de momentos iluminadores de la vida que constituyen la figura de un "autor". Infancia narra los primeros años de la vida de Coetzee en la década de 1950 en Worcester, pero el foco narrativo es tan cercano que lo allí contado se limita a lo que un niño de pocos años es capaz de observar y procesar por su cuenta. En dirección opuesta, Juventud mantiene una constante y fría distancia en su personaje, en un "retrato del artista adolescente" que solo llega al arte a partir de la decepción y la inadecuación al mundo. En Verano la apuesta es aún mayor: la novela reconstruye la vida adulta de J. M. Coetzee hasta su muerte (que en la ficción ya aconteció), a partir de las voces de diversas mujeres que lo conocieron y que son capaces de descomponer hasta sus más oscuros vicios y miserias. Una vez más, Coetzee revela la verdad oculta en las zonas perversas de la naturaleza humana, pero en este caso se atreve al desafío de asumir la oscuridad en carne propia.




Best Sellers
FICCIÓN
1- El laberinto de los espíritus, de Carlos Ruiz Zafón. Planeta, $ 499 (2 semanas en lista)
2- La chica del tren, de Paula Hawkins. Planeta, $ 350 (38)


3- Personas desconocidas, de John Katzenbach. Ediciones B, $ 350 (1)
4- Falcó, de Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara, $ 389 (5)
5- Quien pierde paga, de Stephen King. Plaza &Janés, $ 449 (5)
NO FICCIÓN
1- Horóscopo chino 2017, de Ludovica Squirru Dari. Urano, $ 290 (3 semanas en lista)
2- La década sakeada, de Fernando A. Iglesias. Margen Izquierdo, $ 379 (2)
3- Kirchner, el tipo que supo, de Mario Wainfeld. Siglo XXI, $ 295 9)

4- Así me cuido yo, de Marina Borensztein. Planeta, $ 400 (1)
5- Los supremos, de Irina Hauser. Planeta, $ 349 (1)




Simplemente, una vida de novela

Stoner, de John Williams (Fiordo)


Stoner es el apellido de quien protagoniza esta novela exacta, a la que misteriosamente no le falta ni le sobra una coma. La línea de vida de Stoner no puede ser más escueta. Nació a fines del siglo XIX en el Estados Unidos profundo, en una familia de granjeros pobres. Una simple cadena de factores le permitirá evadirse de ese destino: lo suyo será la enseñanza de la literatura clásica y una modesta carrera en el terreno académico. Se casará, tendrá una hija, se permitirá, a su pesar, un desliz. No faltará algún conflicto con cierto colega más ambicioso. Pero ¿son esas nimiedades las que hacen de Stoner una novela inolvidable? Quizá la clave de esta novela de John Williams -que se publicó en inglés en los años sesenta del siglo pasado y sólo comenzó a ser considerada críticamente en su país varias décadas después- resida en su tono decidido, cadencioso y sin sobresaltos, que dota a una vida simple, como la de cualquiera, de cualidades secretamente heroicas. Porque al fin de cuentas también el profesor Stoner tuvo, con sus pros y sus contras, una vida de novela.
Brujas y demonios cotidianos

Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enriquez (Anagrama)


Este libro de Mariana Enriquez le hace honor a una tradición que cuenta en sus filas con algunos de los autores más célebres de la literatura moderna, la del terror y sus variantes. Cada relato trabaja con precisión y ritmo aceitado los giros de la trama y, sobre todo, la construcción de un clima, con la convicción de que la contundencia de un relato de horror debe experimentarse en el cuerpo y que cada palabra debe apuntar su filo a los sentidos más que a la mente del lector. Pero más allá de su habilidad técnica, Enriquez se propone en estos relatos traducir a nuestro terreno cotidiano las fibras universales del terror. La historia social y política argentina de las últimas décadas, las barreras de clase, la culpa del voluntarismo progresista, la violencia social, policial o de género, ingresan en estos relatos con una naturalidad que asombra y que transforma el libro en una exploración de la identidad de la clase media argentina a partir de los terrores que oculta con más esmero, sin caer en los lugares comunes del "color local". Un libro que suma efectividad y vuelo creativo.
Huellas de un científico aventurero

La invención de la naturaleza, por Andrea Wulf (Taurus)



En el prólogo a La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt, Andrea Wulf asegura que su objetivo es devolverle al gran naturalista de principios del siglo XIX el lugar que le corresponde en la historia, pero también intentar comprender por qué pensamos el mundo natural como lo hacemos hoy. Lo logra, y con creces. En esta biografía, abundante en paisajes y cartas, Humboldt se revela como el apasionado y apasionante personaje que fue. Viajero incansable, puede escalar el Chimborazo o perderse en los rincones más apartados de Rusia. Memorioso implacable, puede conectar las más diversas observaciones científicas hechas a lo largo de las décadas para dar forma a sus teorías. Wulf no se pierde sólo en los vericuetos de una vida, sino que los pone en conexión con toda la red de influencias que sembró (Goethe o Darwin, entre tantos) y permite considerar legítimamente a Humboldt un adelantado cuyas ideas, radicalmente originales, siguen marcándonos sin que siquiera lo sospechemos.
Una mirada a la literatura argentina

Las tres vanguardias, de Ricardo Piglia (Eterna Cadencia)


La edición del seminario de diez clases que Ricardo Piglia dictó en la Universidad de Buenos Aires en 1990 es sin duda un acontecimiento crucial para los amantes de la literatura argentina. Centrado en las obras de Juan José Saer, Manuel Puig y Rodolfo Walsh, Piglia construye su propia lectura del canon nacional y privilegia un modo de creación artística de ruptura que comienza con Macedonio Fernández y abarca los picos más altos de la literatura argentina del siglo XX. Su argumentación apela a una intensa reflexión teórica para señalar problemas culturales y políticos, la marca característica del autor de Respiración artificial. A este libro se sumó también en 2016 Los años felices (Anagrama), segundo tomo de Los diarios de Emilio Renzi, el extenso proyecto autobiográfico de Piglia. Este tomo, que abarca el período entre 1968 y 1975, está marcado por la coincidencia entre la época de mayor violencia política del país y los primeros pasos de Piglia como escritor de ficción. Dos grandes libros de un autor y crítico insoslayable.
La violencia, en una trama de complots

La forma de las ruinas, de Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara)


Cómo narrar la violencia de una sociedad sin ceder a la espectacularidad pirotécnica es sólo una de las proezas narrativas del colombiano Juan Gabriel Vásquez en su formidable La forma de las ruinas. La novela se mueve sutilmente entre la experiencia personal y la vorágine de las fantasías colectivas. El narrador, que comparte nombre y apellido con el autor, retorna a su país después de vivir muchos años en Barcelona. Pronto la angustia del retorno, que se confunde con su próxima paternidad, se ve contaminada por diversas apariciones: un personaje paranoico, la reliquia de unos restos óseos y una sucesión de subtramas conspirativas, desde la muerte de Gardel hasta Kennedy. En el corazón de la intriga se encuentran dos de los atentados políticos más importantes de la historia colombiana: el de Jorge Eliécer Gaitán (que en 1948 dio inicio al Bogotazo) y el de Rafael Uribe Uribe (asesinado en un lejano 1914). Hay muchas historias en La forma de las ruinas, pero con su pulso narrativo Vásquez logra que sean, como debe ser en una novela, una sola.
Ambiciosa, clásica y experimental

El absoluto, de Daniel Guebel (Literatura Random House)


Escrita a lo largo de diez años, El absoluto es una novela compleja y ambiciosa, a la vez experimental y clásica, seria y humorística, en la que Daniel Guebel define su idea de la literatura, a la vez que la hace estallar. La novela narra la saga de los Scriabin-Deliuskin, una familia de creadores fallidos, antepasados del compositor ruso Alexander Scriabin. Su extenso derrotero comienza en la Rusia del siglo XVIII, con Frantisek Deliuskin, un músico que establece una correspondencia entre la ejecución musical y las prácticas eróticas. El relato continúa con su hijo Andrei, cuyas anotaciones en un tomo de los Ejercicios espirituales de Loyola influirán en el pensamiento político de Lenin, y se detiene en la biografía del propio Alexander Scriabin quien, entre la creación musical y el ocultismo, ambiciona una obra capaz de cambiar el curso del universo. En una pareja obsesión con la locura, el misticismo y el arte, Guebel intenta captar la chispa de genialidad oculta en grandes fracasos personales, aquellos que quizá, inadvertidamente, anticipan los acontecimientos del porvenir.
Diálogos sobre películas imperdibles

A propósito de Godard, de Harun Farocki y Kaja Silverman (Caja Negra)


El año que se va dejó entre su cosecha varios libros de alto nivel sobre cine. Hubo una recopilación de ensayos de Siegfrid Kracauer, el autor de De Caligari a Hitler, y Memorias de un cinéfilo, de Henri Langlois, el influyente director de la cinemateca francesa (ambos editados por El Cuenco de Plata). También Cine. Modo de empleo, de Jean-Louis Comolli (publicado por Manantial) y artículos de Wim Wenders (Los píxeles de Cézanne). A todos ellos se le suma un imperdible libro a dos voces: A propósito de Godard. El director de Sin aliento no comparece personalmente en estas páginas. Los que dialogan son el alemán Harun Farocki (uno de los últimos grandes documentalistas) y la teórica de cine Kaja Silverman. Ambos desgranan ocho películas, que cubren diferentes etapas del trabajo de Godard (de Vivir su vida, de 1962, a Nouvelle Vague, 1990), al ritmo minucioso de cada cinta. Godard es difícil, pero Farocki y Silverman despliegan sus ideas con una claridad y una inteligencia tales que le facilitan a cualquier espectador -cualquier lector- toda clase de hallazgos.
Fantasía sobre el fin de la muerte

Cero K, de Don DeLillo (Seix Barral)


Aunque su escritura brilló más en novelas anteriores, la última obra narrativa de Don DeLillo, Cero K, no cede en su búsqueda urgente de pensar el mundo contemporáneo y sus aporías. A la suma de sus obsesiones, la paranoia de las sociedades de control, la irracionalidad del capitalismo financiero y la anulación de la experiencia en manos de la tecnología, Cero K le suma un nuevo capítulo en el que la ciencia se transforma en el medio de transformación definitiva de la naturaleza humana: el fin de la muerte. Trascender la frontera final de lo viviente es el objetivo del anciano magnate Ross Lockhart, que trabaja en un refugio perdido de los páramos de la ex Unión Soviética para congelar en una cámara criogénica a su mujer enferma. Su hijo, un treintañero residente en Nueva York, donde conoce bien la monotonía de una vida de pasiones gises, será quien lo ponga en cuestión, sometiéndolo a un dilema insalvable cuando decide acompañar a su madre a en el viaje a través de la vida suspendida. Un relato de intensa reflexión metafísica.
Una narración inclasificable e hipnótica

Leñador, de Mike Wilson (Fiordo)


Podría decirse que Leñador, del chileno Mike Wilson, es una novela total. Ambientada en un campamento de leñadores en Yukón, cerca de Alaska, el libro está protagonizado y narrado por un hombre del sur del continente (acaso argentino) que recala en ese inhóspito paisaje. Fue soldado en una guerra y también boxeador, pero su vida colapsó. De ahí su huida a esa apartada región del noroeste canadiense, donde dedica sus días a la tala. El relato se estructura de dos modos. Una larga serie de entradas de tono enciclopédico informa sobre las actividades, costumbres, instrumental, normas de convivencia de los leñadores. Por otra parte, se intercalan anotaciones del protagonista en un registro personal, cercano al diario. Esa contraposición, que oscila entre el registro de una forma de vida y la encarnación de esa forma en una existencia particular -de la que poco se sabe, más allá de la subjetividad entrevista- produce un efecto hipnótico. Poco importa si hay o no trama convencional. Leñador resulta una novela total porque logra la ilusión de ser un perfecto bloque de realidad.
El dilema de un intelectual ante la patria

Echeverría, de Martín Caparrós (Anagrama)


Con su doble perfil de narrador de ficciones y periodista, autor de crónicas que no eluden la toma de posición ideológica y, a la vez, propulsor de una ética de la información que respeta el pensamiento individual, Martín Caparrós se adecua aún a un tipo de escritor intelectual que casi ha desaparecido de la esfera pública. Parece entonces una consecuencia necesaria que haya emprendido, en Echeverría, la biografía novelada de uno de los primeros escritores argentinos que ocuparon ese papel de intelectual crítico. Un relato en el que se cifra también una clave de la identidad nacional: Esteban Echeverría, con su pluma, lucha por crear de la nada una literatura digna del espíritu romántico de las obras que ama, cuando por el barro de la aldea local apenas circula un pálido reflejo de la Ilustración europea. El otro drama, acaso el que despierta más pasión en la escritura del propio Caparrós, es el que se cifra en la violencia de "El matadero": cómo se construye un escritor cuando sólo puede definirse en el sometimiento o la rebelión frente al poder.

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