miércoles, 15 de febrero de 2017

FEMICIDIOS ¡¡¡¡¡ BAAAASSSTTTAAAAA!!!!


No me canso de repetir esta suerte de proclama y declaración de principios.
En los momentos más terribles, a la hora de descender a los infiernos, las pobres mujeres llegan a preguntarse si las culpables no son ellas. Hasta tanto llega la humillación que ella, la víctima, llega a dudar de su condición. Llegan a pensar que por su culpa él golpeador, pasaba de ser un ángel a ser un demonio.
Por eso tienen que asesorarse con un abogado y hacer la denuncia. Saber que están dando el paso más importante de su vida. Y que es para salvarse de la muerte. Nada menos. Ni una menos. Ni una más. Nunca Más.


Las crónicas de las últimas horas están repletas de muerte y sangre. Una violencia de género cargada de un odio sin límites que extermina incluso a familiares o amigos en lo que se llama técnicamente “femicidios vinculados”.
Es tan grande el horror que la información parece inventada o salida de las novelas de la crueldad.
Le hablo de Denise, Sabrina, Magalí y Némesis. La más chica tiene 15 años y la más grande 17. Se trata de nenas. Denise y su amiga Sabrina murieron en el acto acribilladas. Quedaron tiradas en plena calle en Florencio Varela, una con 9 balazos y la otra con cuatro. Magalí y Némesis están internadas graves. Una recibió 3 disparos y la otra dos. Por un milagro sobreviven, por ahora. Están dando la batalla. Estaban esperando el colectivo a las 6 de la mañana. Habían salido de bailar del boliche Santa Diabla pese a ser menores de edad las cuatro. Un vigilador privado llamado Luis Weiman apareció con su pistola 9 milímetros e hizo una masacre con 18 tiros. Por suerte está preso.
Por suerte acaban de detener al albañil de Moreno que acuchilló a Nancy, su mujer y secuestró a su hija llamada Mía. Ya recuperaron la nena y el criminal está preso.


Hace una semana apenas en Hurlingham, otro cobarde asesino llamado Diego Loscalzo primero asesinó a Romina, su pareja y después mató a su cuñada y cuñado, a su suegra y concuñado y en el grado máximo de su salvajismo sanguinario le metió un tiro a la concuñada que estaba realizando trabajo de parto para dar a luz. El proyectil mató a ese bebe que estaba punto de salir de la panza.
Le pido perdón por la crudeza de las cosas que le relato pero creo que parte de la lucha contra estos femicidas es dar a conocer todo, aún con los detalles más terribles, para que tomemos real dimensión de quienes son, como actúan y que alertas hay que levantar para proteger a las víctimas antes de que sea demasiado tarde para lágrimas.
Hay cosas tenebrosas e infrahumanas. Un padre de 16 años mató a palazos y a patadas a su bebita de año y medio porque le había tirado el teléfono celular al suelo. Dicen los periodistas que era conmovedor ver a los médicos que lloraban sin parar frente a ese cuerpito que era una gran hematoma.


Otro hijo de puta mató a martillazos en la cabeza a Ramona con la que había convivido 15 años. O la joven santafesina que fue quemada por su pareja. Tienen ardido el 35% de su cuerpo y lucha por su vida.
Matan a sus seres queridos. A sus esposas o novias, a sus hijos a los familiares y a los amigos. Pretenden exterminar todo vestigio de esas mujeres que no quieren ser propiedad de nadie. Saben que hace mucho se acabó la esclavitud. Todos los que rodean a una mujer amenazada tienen que hacer la denuncia y no dejarla sola. Estar cerca, acompañarla, protegerla y estar alertas, siempre con la guardia alta.
El dato más terrible es que hoy, pese a toda la lucha en las calles y en los medios hay un femicidio cada 30 horas. ¿Escuchó bien? No me entra en la cabeza que algún animal que no merece ser llamado hombre pueda cometer semejantes aberraciones.
De tantas marchas valientes y masivas que se han hecho siempre recuerdo un cartel emblemático que decía: “Vivas nos queremos”.
Claro que las queremos vivas, claro que nos queremos vivos y que juntos somos ciudadanos en movimiento que levantamos la guardia para defendernos y refundar la parte más oscura y repugnante de una sociedad que denigra a la mujer, que la somete y la reduce a la servidumbre. Por momentos siento que algunos varones han retrocedido a la vida de las cavernas, que han escupido a la civilización y que creen que pueden tener a una mujer en un puño con un puñetazo.
Hay que ser una bestia. Una mujer es una mina que amamos, nuestra vieja querida del alma, la hija que tanto miedo nos provoca cuando tarda en llegar de la facultad, la madre que nos sembró de hijos nuestra existencia, nuestra abuela de la sabiduría.


¿Que nos está pasando? ¿Cuál es el nivel de cobardía y de salvajismo de andar matando mujeres? ¿Cuántos casos por día hay de maltratos, de golpes brutales que terminan con la muerte femenina?
La Asociación Civil La Casa del Encuentro dice que pese a las marchas de ni una menos, a las campañas de concientización en los medios y a las nuevas leyes que son buenas, los femicidios siguen creciendo.
Insisto con la pregunta original que no tiene respuesta: ¿Qué nos pasa? ¿Alcanza con prohibir que el criminal se acerque?¿ Los botones de pánico y las tobilleras electrónicas pueden ayudar? ¿La policía actúa con la rapidez que corresponde?
Parecen películas de terror pero son realidades repugnantes y horrorosas. En cada esquina de este país deberíamos colgar un cartel que diga: “Nunca más un femicidio”.
Hay 55 denuncias por día. Esta opinión intenta ser un alerta y un aporte al combate contra semejante horror y a aumentar la condena social. Todo el que sea víctima de violencia de género o conozca a alguien puede hacer la denuncia al teléfono 144 durante las 24 horas.
Son mujeres asesinadas por machos que, insisto, no merecen llamarse hombres. Son infames varones que avergüenzan al género y a la condición humana.


Estos energúmenos por lo general están cortados todos por la misma tijera. Responden al mismo patrón criminal. Primero les gritan a sus esposas, novias o amantes. Se sienten sus propietarios y no sus compañeros de afecto. Después les pegan, las humillan, las castigan con ferocidad, y les provocan un pánico que las paraliza.
Denunciar, gritar, levantar la voz, pedir ayuda lo antes posible es el paso más importante de su vida. Y que es para salvarse de la muerte. Nada menos. Ni una menos. Ni una más. Femicidios, nunca más.

A L. 

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