domingo, 2 de abril de 2017
DIÁLOGOS CON SANTIAGO KOVADLOFF
El periodista conversó con Santiago Kovadloff sobre el informe sobre la felicidad ampliamente difundido por la Red de Soluciones para Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. ¿Es posible medir algo que pertenece al ámbito de la utopía personal, o en todo caso, de la sensación individual?
P: El reporte se basa en respuestas a una simple pregunta de evaluación de la vida, planteada a personas de todo el mundo entre 2014 y 2016 por Gallup. La pregunta ha sido esta: “Por favor, imagínese una escalera, con pasos numerados de 0 en la parte inferior, a 10, en la parte superior. La parte superior de la escalera representa la mejor vida posible para usted y la parte inferior representa la peor vida posible para usted. ¿En qué escalón de la escalera diría que se siente personalmente en este momento?” Los autores encontraron 6 factores fundamentales: el producto bruto interno per cápita, los años saludables de esperanza de vida, el apoyo social, la confianza en el gobierno y los negocios privados, la libertad para tomar elecciones de vida y la generosidad o la solidaridad del cuerpo social (medida por donaciones). Estados Unidos fue el único país que puso la búsqueda de la felicidad en su Constitución Nacional. Independientemente de esto, ¿es posible medir la felicidad en el Siglo XXI?.
Santiago Kovadloff: Oyéndote volvió a mi memoria un verso de Saint-John Perse poeta de lengua francesa que ganó el premio Nobel de Literatura en 1960: “Alta edad (refiriéndose a nuestra época), aquí está el corazón del hombre para ser medido“. “La nuestra, si nos atenemos al verso, es una época que ha hecho del cálculo su oración predilecta. Calcular, medir, prever, hacer caber en la exactitud aquello que consideramos real, es para nosotros una fuente de alivio infinita; por eso han prosperado tanto las encuestas, en todos los órdenes. Pero una cosa es la alegría y otra la felicidad. La felicidad es la presunción de que podemos instalarnos definitivamente, no como huéspedes, sino como propietarios en la vida. La alegría, en cambio, es una satisfacción profunda, esporádica e infinitamente fecunda, por la que muchas veces todos los seres humanos podemos pasar. Es preferible aspirar a la alegría antes que a la felicidad, primero porque la felicidad es inalcanzable entendida como estado definitivo. Segundo, porque la alegría permite entender mejor el tiempo, que somos tiempo, que estamos construidos por el tiempo, puesto que es esporádica. Bendita sea la alegría, y cuidado con la felicidad. Este tipo de cálculos, como el que ha publicado el diario, o todos los diarios del mundo, promueven una ilusión ficticia, una utopía perversa, que es la de pensar que la satisfacción de las necesidades fundamentales de cualquier sociedad es fuente de felicidad. No, todo eso es condición de posibilidad de la irrupción de esa figura, hoy desteñida que se llama “la persona”. Una persona empieza cuando sus necesidades básicas están satisfechas. No consiste en la satisfacción de sus necesidades básicas. Nuestro país no es un país donde impere la alegría porque las necesidades básicas no están satisfechas. Pero una vez que lo estuvieran, si es que alguna vez lo están, recién entonces podemos preguntarnos qué camino puedo seguir para alcanzar de algún modo la posibilidad de la alegría”.
P: Entiendo entonces que la felicidad, entonces, es una estación imposible de llegada, a un lugar que es inhabitable. En cambio, la alegría es una estación provisoria en un tren en la que podemos detenernos, pero pronto tenemos que partir nuevamente para dirigirnos a la próxima estación..
Santiago Kovadloff: La felicidad la han prometido los regímenes totalitarios. Todo eso trabaja contra lo que el hombre tiene de mejor, que es su espíritu crítico y la capacidad de capitalizar el error y sus frustraciones, para fortalecerse y crecer en dirección a una mejor convivencia, que puede y debe ser fuente de alegría, pero que nos libera de lo inequívoco. Lo inequívoco enferma a nuestra especie porque reemplaza con la certeza la búsqueda de la verdad.
P: La alegría entonces es ua vacilación, un estado de animo provisorio. Creo que quedás con la alegría como un motor, como un fundamento…
Santiago Kovadloff: La alegría es una revelación, súbita, no definitiva, siempre intensa y profundamente orientadora. Se parece al amor, a la amistad, a la inspiración y al encuentro con un amigo en un desayuno.
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