lunes, 7 de agosto de 2017

LECTURA RECOMENDADA



Heredero de Ray Bradbury (paradójicamente, no del Bradbury de Crónicas marcianas, que pulsaba una cuerda metafísica, sino del Bradbury entregado a la pura ciencia ficción),
el estadounidense Pierce Brown creó en Amanecer rojo (RBA) una atractiva distopía protagonizada por terrícolas pioneros en la colonización de Marte. Se trata del primer volumen de una trilogía que se completa con Hijo dorado y Mañana azul.


El narrador es el joven Darrow, miembro de una de las castas más desfavorecidas entre los habitantes de Marte, la de los rojos (los dorados son los que mandan, con mano dura y pena de muerte). Si bien la acción ocurre en el futuro -y la idea de progreso está contenida en el hecho mismo de que Marte ya se puede habitar gracias a sofisticada tecnología-, la estructura de la sociedad es cuasi tribal, organizada en clanes, pautada por ritos de iniciación, regida por la autoridad de los mayores y con edades establecidas para contraer matrimonio: 14 años en el caso de las mujeres, 16 en el de los varones. Ésa es la edad de Darrow, casado con su gran amor, Eo, y entregado al peligroso oficio de sondainfiernos: excavador en las ardientes profundidades del suelo marciano, a la vanguardia del equipo que se encarga de horadar los túneles vitales para la colonia humana.
A lo largo de más de quinientas páginas llenas de acción e imaginación, Brown construye con minuciosidad ese mundo nuevo que habitan sus criaturas. Y a su joven héroe no le ahorra ningún peligro; tampoco el temple para enfrentar a los temibles enemigos.
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Los poderes del diseño (Troupe Comunicación), de Sebastián Guerrini, se presenta como un libro para especialistas o para potenciales usuarios de los servicios de los diseñadores (empresarios, políticos, publicistas), dado que, al núcleo teórico de la obra -basado en las investigaciones y la tesis de doctorado de su autor-, se suman ejemplos y cuestiones prácticas. Sin embargo, resulta interesante para el lector no especializado asomarse a la concepción que esa disciplina tiene de algunas cosas: diálogo, relaciones humanas, equilibrio entre persona y sociedad, tensión entre deseos propios y expectativas ajenas. Por lo menos en la visión de un diseñador reconocido: entre los trabajos realizados por Guerrini se cuentan la versión gráfica del escudo nacional argentino actualmente en uso, el logo del Conicet y la campaña electoral de la Alianza




Los poderes que el autor atribuye al diseño no nacen de la coerción del más fuerte sino de la persuasión recíproca, fruto de la necesidad que las personas tienen de comunicarse. Centralmente, esos poderes consisten en la capacidad del diseño para "influir en las estructuras difusas de los discursos", es decir, activar "imágenes e historias que llegan a aceptarse como legítimas o ciertas. En la práctica, quien ejerce este poder es quien condiciona sobre lo que se habla, los objetos de deseo o la construcción de quién es diferente". En un mundo concebido como una trama de narraciones (no serían otra cosa las identidades individuales y colectivas, la historia de una nación, el significado acordado a los signos), el diseño, afirma Guerrini, ofrece la posibilidad de reinterpretar (y remodelar) la realidad ad infinitum, a la medida de nuestra propia voluntad.

AMANECER ROJO. Pierce Brown, RBA
LOS PODERES DEL DISEÑO. Sebastián Guerrini, Troupe Comunicación

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