Un viaje fotográfico por la vida y la obra de Frank Sinatra
En el Centro Cultural Borges se inaugura mañana la Sinatra Centennial Experience, con un centenar de imágenes y testimonios de su paso por Buenos Aires
La Voz nos sigue mirando cien años después de su nacimiento.
Cuando Tony Bennett se enteró de que Frank Sinatra había fallecido, lo primero que recordó para homenajearlo fue una de sus frases favoritas en el momento del brindis. Con un vaso de whisky en la mano, por supuesto. "Ojalá vivas 100 años y ojalá la última voz que escuches sea la mía", citó Bennett, que en palabras del mismísimo Frank era "el mejor en este negocio". A casi 19 años de aquella muerte (el 14 de mayo de 1998, con 82 años, en Los Angeles), 35 años de su tan comentado paso por Buenos Aires (con dos conciertos en el Luna Park) y algo más de 100 de su nacimiento (12 de diciembre de 1916 en Hoboken, Nueva Jersey), Sinatra todavía inspira con sus canciones innumerables brindis.
No es casual, entonces, que una estatua suya en tamaño natural realizada por el artista argentino Fernando Pugliese, en la que La Voz sonríe con el vaso en la mano, presida desde un lugar estratégico la muestra Sinatra Centennial Experience, que a partir de mañana y durante todo abril, en la sala 22 del Centro Cultural Borges, ofrecerá un recorrido quizá no exhaustivo, pero muy compacto y preciso, de la vida y la obra del cantante a través de un centenar de fotografías, algunas extraordinarias.
Se trata apenas de un extracto, llegado a nuestra ciudad, del gigantesco patrimonio de 10.000 fotos que posee y custodia la familia Sinatra en Estados Unidos. Lo que se exhibe en el Borges incluye desde imágenes familiares (incluida la "primera selfie de la historia", tomada por un Sinatra niño, según confiesa Ricardo Finkel, amigo de Sinatra y productor argentino (junto con Palito Ortega) de la visita de 1981, hasta algunas instantáneas tomadas por el propio artista que hoy tienen un inmenso valor testimonial. Como una en la que se observa a Eleanor Roosevelt y John F. Kennedy, dos de las innumerables figuras públicas que Sinatra frecuentó y sobre las cuales seguramente influyó mucho más de lo que se dijo y se dirá.
En vez de un recorrido cronológico, y a falta de objetos personales que seguramente habrían logrado reconstruir desde alguna línea de tiempo la vida de Sinatra, la muestra se divide en tres segmentos: The Voice, The Chairman of the Board y Ol' Blu Eyes. Son los tres apodos más famosos que tuvo a lo largo de su carrera, símbolos a la vez de distintas maneras de expresar su arte y ponerse en contacto con el mundo. La primera incluye las imágenes de la infancia y su primera etapa de crooner, marcada también por su condición de ídolo juvenil.
En la segunda, luce pleno dominio de la situación en todo momento: vale la pena detenerse aquí en las fotos junto al Rat Pack, a figuras mundanas y de la política, a compañeros de andanzas musicales. Tal vez la más bella por su expresividad sea un retrato en primer plano en un estudio de grabación, tomado en 1964, de Sinatra junto a Count Basie y Quincy Jones, responsables de algunos de sus mejores momentos de swinger. Tiempos de álbumes conceptuales, grandes orquestas y una Voz en máxima plenitud.
Ol' Blue Eyes es la etapa final de conciertos masivos, halagos y homenajes, entre los cuales funciona como suerte de cierre de la muestra el recordadísimo discurso que Bono le brindó en Nueva York en 1994, durante la gala en que Sinatra recibió un Grammy especial como leyenda de la música. Un televisor reproduce en loop esas palabras, que pueden leerse traducidas al castellano en la pared contigua.
Todo este material llegado desde Estados Unidos se completa con un lugar especial dedicado a la visita a Buenos Aires de 1981. Más que las fotos llaman la atención otros testimonios: un programa de mano autografiado, imágenes casi olvidadas de los noticieros televisivos de la época. Cerca de ellos se exponen ediciones argentinas en vinilo de algunos de sus álbumes, afiches originales de sus películas, unos pocos objetos curiosos aportados por coleccionistas locales. Pero el detalle más llamativo son cuatro litografías pintadas por el propio Sinatra. "Dedicó los últimos 20 años de su vida a la pintura abstracta -explicó Cristina Carrillo de Albornoz, curadora de la muestra-. Empezó pintando payasos, pero se volcó a ese estilo. Jamás las expuso. Se las regalaba a sus amigos."
Para agendar
Sinatra Centennial Experience
Del 1° al 30 de abril en Viamonte 575. Lunes a sábados, de 10 a 21, y domingos, de 12 a 21. Entrada: 200 pesos. Estudiantes y jubilados: 150 pesos.
M. S.
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