Quien nunca haya leído los comentarios irónicos o violentos debajo de un artículo online, que arroje la primera piedra. Mal que nos pese, es enorme el poder que estos comentarios pueden tener sobre nosotros, a veces invitándonos a reír a causa del absurdo, otros haciéndonos reaccionar con horror. El pensamiento, a priori, es que aquellos que dejan comentarios indeseados desviando la atención del tópico en cuestión, o que se ensañan con los periodistas, son los famosos "trolls": un mal menor que es necesario pasar por alto o tolerar con el fin de poder acceder a otros aportes valiosos.
El sentido común suele indicar que los trolls de la Web responden a cierta tipología, por lo general minoritaria. O al menos eso es lo que nos gusta pensar... Durante mucho tiempo se alimentó la creencia de que suelen ser personas sociopáticas, o gente con determinados perfiles psicológicos, con rasgos como el sadismo o la hiperactividad. Sin embargo, estudios realizados por la Universidad de Cornell sobre el funcionamiento de las comunidades online y el comportamiento antisocial, señalan que bajo la influencia de un troll y en determinadas circunstancias, todos podemos volvernos potencialmente agresivos. Las conclusiones despiertan preguntas sobre la naturaleza de la violencia en Internet, la prevalencia del factor "contagio", y sobre nuestra propia capacidad de tolerancia y autocontrol. ¿Y si todos podemos volvernos trolls?
"El troll es un provocador que busca llamar la atención pretendiendo lograr protagonismo, y haciendo daño. En un principio se suponía que dicha conducta se refería a un cierto tipo de personalidades, pero en realidad, el uso de la virtualidad de Internet puede favorecer que cualquier persona envíe mensajes trolls", elabora Juan Eduardo Tesone, médico psiquiatra y psicoanalista.
Según los científicos, dos variables inciden a la hora de interactuar online con otros: el estado de ánimo del individuo, y el efecto de estar expuesto a los comentarios violentos de terceros.
Los científicos de Cornell crearon un modelo predictivo con un 80% de éxito para detectar trolls basado en estas dos aristas (humor y contexto de la discusión), que resultó mucho más efectivo para identificar posibles abusadores que analizar el historial de la persona. En cuanto a cómo se define el "trolling", se toman como referencia los estándares de la mayoría de los foros online: insultos, comentarios discriminatorios, racismo, acoso sexual, etc.
¿En qué consistió el estudio? Se reclutaron 667 participantes y se les pidió que tomaran un cuestionario, que luego leyeran un artículo y que finalmente participaran de una discusión. Mientras que todos los participantes leyeron el mismo artículo, a algunos se les dio una discusión que había comenzado con comentarios de trolls y a otros con comentarios neutrales.
Las conclusiones establecieron que dos de los factores determinantes son tanto una especie de factor "contagio" a través de la exposición a comentarios negativos de otros, así como el hecho de que una persona con una actitud negativa es mucho más propensa al "trolling". En este sentido, los picos de violencia fueron evolucionando con el momento del día y de la semana -un poco como lo hace el humor naturalmente-.
Por ejemplo, el momento más propicio para el trolling suele ser a la noche tarde, y es menos frecuente por la mañana, con el lunes como el día más complicado. Por otro lado, las conversaciones que comenzaron con comentarios de trolls son hasta dos veces más propensas a producir esta conducta en otros.
Otro estudio del Pew Internet Survey encontró que 4 de cada 10 personas han sido acosadas online, y por supuesto muchas más han presenciado situaciones como éstas. Esta naturalización del fenómeno ha hecho que muchos sitios cierren sus secciones de comentarios como medidas preventivas. El año pasado, la revista Time dedicó su tapa al fenómeno, mencionando que el 70% de los chicos entre 18 y 24 años habían sido acosados en la web, y el 26% de las mujeres acosadas.
La psicóloga Diana Litvinoff, autora de El sujeto escondido en la realidad virtual, lo explica de la siguiente manera: "La posibilidad de difusión masiva transforma a Internet en una oportunidad de información o de difamación. Como todo medio de comunicación, a través de él circula lo mejor y lo peor de la condición humana. La psicología de masas muestra que las personas, ocultas y anónimas en la masividad, pueden ser partícipes de acciones que no realizarían individualmente. Si bien todos alojan la posibilidad del "troll" interno, no todos le dan rienda suelta a una violencia capaz de atacar a otro o a sí mismo".
Las mujeres, un blanco fácil
Ahora bien, que las mujeres sufren un mayor grado de acoso online no es sorpresa. De hecho, desde hace varios años algunos medios y autores vienen cubriendo el fenómeno, que se ha recrudecido tomando formas específicas de odio (bullying a figuras públicas) y niveles de violencia muy altos, incluyendo amenazas de muerte o tortura. Un caso muy publicitado fue el de Leslie Jones, la actriz afroamericana de Ghostbusters, quien angustiada y asustada se vio obligada a cerrar su cuenta de Twitter por los comentarios racistas y acosos varios. Ésta termina siendo una respuesta corriente, sobre todo entre mujeres de la esfera pública que son atacadas de este modo. Otros casos: el de Milo Yiannopoulos -expulsado de Twitter de forma permanente-, y varios de los grupos de Reddit que suelen ser terreno fértil para esta clase de ataques.
La periodista Amanda Hess fue una de las primeras en detectar el fenómeno por 2014 en su comentado artículo "Why Women Aren't Welcome on the Internet", en donde relata un caso de cyberstalking en primera persona y cómo las usuarias femeninas están más expuestas al odio de Internet que los hombres. Una conclusión llamativa del artículo es que hasta que la violencia doméstica no fue puesta en la agenda política del momento, este tipo de abusos online solían ser desacreditados. ¿Suena familiar? Vale aclarar que aún así, tanto afuera como localmente, las respuestas oficiales son todavía muy ineficientes en lo que refiere al cyberacoso, una modalidad relativamente nueva.
The Guardian, sin ir más lejos, analizó toda su base de datos de comentarios (que data de 2006). Los números hablan por sí solos: el top 10 de abusos, las mujeres ocupan ocho lugares, y dos son hombres negros. ¿Los 10 puestos de los escritores menos abusados? Todos masculinos.
Afrontar el problema
Otro estudio del Pew Internet Survey encontró que 4 de cada 10 personas han sido acosadas online, y por supuesto muchas más han presenciado situaciones como éstas. Esta naturalización del fenómeno ha hecho que muchos sitios cierren sus secciones de comentarios como medidas preventivas. El año pasado, la revista Time dedicó su tapa al fenómeno, mencionando que el 70% de los chicos entre 18 y 24 años habían sido acosados en la web, y el 26% de las mujeres acosadas.
La psicóloga Diana Litvinoff, autora de El sujeto escondido en la realidad virtual, lo explica de la siguiente manera: "La posibilidad de difusión masiva transforma a Internet en una oportunidad de información o de difamación. Como todo medio de comunicación, a través de él circula lo mejor y lo peor de la condición humana. La psicología de masas muestra que las personas, ocultas y anónimas en la masividad, pueden ser partícipes de acciones que no realizarían individualmente. Si bien todos alojan la posibilidad del "troll" interno, no todos le dan rienda suelta a una violencia capaz de atacar a otro o a sí mismo".
Las mujeres, un blanco fácil
Ahora bien, que las mujeres sufren un mayor grado de acoso online no es sorpresa. De hecho, desde hace varios años algunos medios y autores vienen cubriendo el fenómeno, que se ha recrudecido tomando formas específicas de odio (bullying a figuras públicas) y niveles de violencia muy altos, incluyendo amenazas de muerte o tortura. Un caso muy publicitado fue el de Leslie Jones, la actriz afroamericana de Ghostbusters, quien angustiada y asustada se vio obligada a cerrar su cuenta de Twitter por los comentarios racistas y acosos varios. Ésta termina siendo una respuesta corriente, sobre todo entre mujeres de la esfera pública que son atacadas de este modo. Otros casos: el de Milo Yiannopoulos -expulsado de Twitter de forma permanente-, y varios de los grupos de Reddit que suelen ser terreno fértil para esta clase de ataques.
La periodista Amanda Hess fue una de las primeras en detectar el fenómeno por 2014 en su comentado artículo "Why Women Aren't Welcome on the Internet", en donde relata un caso de cyberstalking en primera persona y cómo las usuarias femeninas están más expuestas al odio de Internet que los hombres. Una conclusión llamativa del artículo es que hasta que la violencia doméstica no fue puesta en la agenda política del momento, este tipo de abusos online solían ser desacreditados. ¿Suena familiar? Vale aclarar que aún así, tanto afuera como localmente, las respuestas oficiales son todavía muy ineficientes en lo que refiere al cyberacoso, una modalidad relativamente nueva.
The Guardian, sin ir más lejos, analizó toda su base de datos de comentarios (que data de 2006). Los números hablan por sí solos: el top 10 de abusos, las mujeres ocupan ocho lugares, y dos son hombres negros. ¿Los 10 puestos de los escritores menos abusados? Todos masculinos.
Afrontar el problema
Para empezar, como sugieren las conclusiones del trabajo antes citado, entender a la violencia como algo situacional que puede ser construido y reconstruido ayuda a pensar posibles intervenciones para crear una cultura online más virtuosa. Permitir que la gente se retracte, priorizar los comentarios constructivos para alterar el contexto de una discusión, e incluso pequeños gestos como mantener a la vista las reglas de una comunidad online -experimentos recientes en Reddit lo muestran-, pueden ser disparadores positivos. Por este motivo una estrategia que se usa mucho para contrarrestar el bullying online es llenar deliberadamente de mensajes positivos a las víctimas de abuso.
Muchas cosas pueden salir mal en el curso de una discusión online, por eso es fundamental desterrar las explicaciones deterministas y tomar responsabilidad tanto de lo bueno como lo malo que ocurre en el mundo online. El troll está esperando agazapado, pero está en nosotros domesticarlo.
L. M.
Muchas cosas pueden salir mal en el curso de una discusión online, por eso es fundamental desterrar las explicaciones deterministas y tomar responsabilidad tanto de lo bueno como lo malo que ocurre en el mundo online. El troll está esperando agazapado, pero está en nosotros domesticarlo.
L. M.
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