martes, 17 de julio de 2018

LOS DESASTRES NO SE SOLUCIONAN DE UN DÍA AL OTRO, NI CON MAGIA


El Gobierno lanza medidas para contener la mayor demanda social
Incluye aumentos en los planes, refuerzo de la ayuda alimentaria y el impulso de una serie de proyectos de ley; detectaron los primeros indicadores del impacto de la crisis, sobre todo en el conurbano
El impacto de la crisis ya se percibe en los estratos más pobres de la sociedad. Así lo reconocen en el Gobierno, en los movimientos sociales y en la Iglesia. La inflación , la fuerte devaluación del peso y la caída del empleo, sobre todo en el plano informal, aparecen como los principales problemas a combatir.
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Para evitar el golpe directo de la tormenta cambiaria que afectó a la economía, el Ministerio de Desarrollo Social, que encabeza Carolina Stanley , trabaja en una batería de medidas para amortiguar el peso de la crisis.
Incluye el aumento "escalonado" del dinero que transfiere directamente a los programas -buscarán extender los incrementos de forma progresiva hasta fin de año-, ya acrecentó la ayuda alimentaria en comedores y merenderos y tiene en carpeta desarrollar más los planes de capacitación.
En la última reunión con las organizaciones sociales Stanley llevó a la mesa de negociación propuestas de un aumento de $650 millones para los planes de empleo. Según adelantó un funcionario al tanto de las discusiones, la idea es dar un gesto de buena voluntad en el próximo aumento previsto para agosto.
"Será un poco más de lo que estaba acordado", adelantaron fuentes oficiales. Los 450.000 beneficiarios de los programas sociales cobrarán en las próximas semanas $5000 (representa la mitad del salario mínimo, vital y móvil). Pero no se quedará ahí congelado. Es que ante el escenario de fragilidad en el que se encuentra la economía, el Gobierno no descarta que llegue a $6000 en diciembre.
Stanley no carga en soledad con esa tarea, sino que trabaja en tándem con la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal .
Es que gran parte de los esfuerzos están puestos en contener el conurbano bonaerense. Ellas son las caras que "humanizan" al Gobierno en momentos en que las encuestas muestran un deterioro de la imagen general de los principales referentes del oficialismo.
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Desde el Gobierno siguen con atención cada detalle. El deterioro se empezó a dar a partir de mayo, aseguraron fuentes oficiales. "Estamos atravesando un momento difícil, pero vamos por el camino que elegimos", dijo un integrante del gabinete nacional.
El deterioro de los números macro de la economía es seguido con atención desde La Plata. Vidal y su jefe de Gabinete, Federico Salvai, esposo de Stanley, trabajan permanentemente en esto.
"Estamos más preparados que otras veces. Hay un colchón para aguantar ahora y ya están previstas partidas adicionales para los próximos meses", sostuvo una alta fuente cercana a la mandataria provincial.
Una de las razones que permiten, al menos por ahora, mantener una tensa paz con las organizaciones sociales es el "diálogo permanente", una de las recetas de Cambiemos. Si bien en la Casa Rosada miran con desconfianza a los líderes de las organizaciones como Juan Grabois (CTEP), Daniel Menéndez (Barrios de Pie), Emilio Pérsico (Movimiento Evita) o Juan Carlos Alderete, de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), hoy son los interlocutores que el Gobierno privilegia.
En el Gobierno descreen de los números que estos líderes dicen representar de los trabajadores de la economía popular. La cuenta que hacen en el oficialismo es simple: hay unos 4 millones de personas en ese estado, de las cuales 450.000 están incluidas en los programas de asistencialismo. "Pero a la hora de movilizar gente a la calle, nunca superan las 20.000 personas", describió una fuente con acceso al despacho presidencial.
El escenario que plantean las organizaciones sociales es más complejo, aunque no "explosivo". Según los relevamientos que hacen cada semana, hay más gente en los comedores, y más adultos sin trabajo, pero por sobre todo hay "miedo al futuro".
Así lo expresó Menéndez, de Barrios de Pie: "La preocupación por lo que viene es enorme. En los cuatro primeros meses del año los alimentos aumentaron un 15%".
En su reclamo al Gobierno, los líderes sociales incluyen un aumento de emergencia para la Asignación Universal por Hijo (AUH) y un aumento de salarios para los programas sociales. Para Menéndez, "la paz social está en riesgo" y sin esas dos medidas "habrá más protestas en la calle". La negociación entre el Gobierno y las organizaciones continúa; el lunes o martes, según se pudo saber los convocarán nuevamente.

Más medidas
En medio del ajuste que impulsa el Gobierno en todas las áreas, Desarrollo Social quedó fuera del radar. El presidente Mauricio Macri puso a resguardo el ministerio de Stanley. Incluso, lo blindó ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para evitar desbordes sociales, además, Stanley y su equipo, con el aval de las organizaciones sociales, tienen en evaluación varios proyectos de ley como el de emergencia alimentaria, un pedido para que el 25 por ciento de toda la obra pública sea llevada adelante por cooperativas; la ley de emergencia en adicciones, y un proyecto ya aprobado que subsidia la agricultura familiar, pero que nunca recibió financiamiento.
Todos los actores destacan el antecedente de la ley para expropiar tierras donde se levantan 4228 barrios precarios en todo el país, que esta semana logró media sanción en Diputados por unanimidad.
En paralelo, junto al flamante ministro de Producción, Dante Sica, Stanley promovió los programas Ahora 12 como Precios Cuidados con el fin de "mantener la línea de consumo para los sectores medios y los más vulnerables", que se suma al "fuerte nivel de inversión social".
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Y se extenderá de 20 a 40 la presencia del programa "El mercado en tu barrio", para comprar productos de calidad a precios accesibles en localidades del Gran Buenos Aires.
¿Alcanza?, le preguntó a Agustín Salvia, director de Investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina. "Esta crisis margina aún más al segmento social más pobre", explicó Salvia.
Para el sociólogo, no se trata de una crisis "explosiva", como la que atravesó el país en 2001, pero el Gobierno debería "mejorar los ingresos" de los sectores más postergados.
Entre las soluciones que planteó, Salvia propuso otorgar la tarifa social por segmento social. En la actualidad para acceder a ese beneficio se necesita una serie de requisitos que "más de la mitad de los pobres no tiene".

S. D.


De Avellaneda a La Matanza, la demanda de comida aumenta en los comedores
Comedores en el conurbano 
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Es viernes al mediodía y la escena emparenta dos puntos del conurbano separados por kilómetros, pero envueltos en la misma realidad de pobreza. Un afiche verde pegado en una pared indica, según un prolijo cuadro, que hoy el menú es arroz con tuco en el comedor Arco Iris, que funciona en la casa 11 del asentamiento Danubio Azul, a metros del Polo Petroquímico de Dock Sud.
El arroz es también el ingrediente principal en la olla que está en el centro de la mesa de un comedor para cooperativistas y sus hijos, activo desde hace nueve meses en Rafael Castillo. Más de veinte personas, pacientemente sentadas, esperan recibir una porción de guiso de alitas de pollo.
El aumento de la cantidad de gente que concurre a comedores y la baja en el flujo del trabajo informal, ese mundo conocido como el de las "changas", se transforman en un comentario repetido entre quienes asisten y administran esos espacios comunitarios, en la recorrida que se hizo por Dock Sud, en Avellaneda , y de Rafael Castillo, en La Matanza . Son historias marcadas por la pobreza, que ejemplifican el impacto de la situación económica. Más platos que llenar en comedores y menos tareas que generen algún ingreso extra.
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Elsa Acevedo, de 54 años, vive en Danubio Azul, a una cuadra del comedor Arco Iris, de la organización Barrios de Pie, que ella administra con la ayuda de otras tres mujeres en la cocina. "Hay más gente, la mano está más fea ahora. Vienen cada vez más grandes y chicos. Tres veces a la semana se cocina, porque no tenemos para hacer todos los días, y damos la copa de leche de lunes a viernes", explica.
Los lunes, según recuerda el cronograma del afiche verde, hay guiso; los miércoles, fideos con salsa. "Hay mayores, abuelos, matrimonios con chicos. Hace como cinco meses que estamos viendo más gente", cuenta Elsa , sentada en uno de bancos del comedor, que funciona desde la crisis de 2001.
En Arco Iris asisten a 60 niños, pero esa cantidad aumenta, según cuentan Elsa y su marido, Antonio Lugo, que está jubilado y también colabora en el comedor. "Acá, sábado y domingo, aunque esté cerrado, igual vienen a pedirte comida", grafica Elsa, que resalta que las changas no se mueven, aunque ella y su marido las intentan.
"La gente que hace changas no tiene trabajo. Vienen y te piden yerba, azúcar, o pan. Hay mucha gente que dice que busca changas y no consigue. Él [por su marido, Antonio] hace pizzas para vender, y yo hago empanadas, para que me entre un pesito más. Cuando tenemos que poner [para el comedor], se pone", afirma.
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Cuando la calle Juan de Ayolas se cruza con Campana y su asfalto se transforma en un irregular trazado de tierra, se ingresa a Danubio Azul. El asentamiento en el que funciona el comedor Arco Iris es laberíntico, con pasillos que se pierden en reiteradas curvas y separan por muy pocos metros unas casas de otras. Viven unas 350 familias y el 40% se mantiene con ingresos de cooperativista ($4700 mensuales por cuatro horas de trabajo diario), jubilaciones, o planes como la Asignación Universal por Hijo (AUH), según comenta Norma Morales, referente de Barrios de Pie en Avellaneda.
En el Polo Productivo Carlos Casares, que Barrios de Pie tiene en Rafael Castillo, en un paisaje distinto al que marcan el Polo Petroquímico y la cancha del popular Club Sportivo Dock Sud, se evidencia el mismo aumento de asistentes a comedores y baja de changas. En la sede de Carlos Casares al 1100 funcionan cooperativas de distintos oficios y los cooperativistas armaron un comedor para ellos y sus familias, pero al que van también algunos vecinos.
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Delia Villalba, de 54 años, es una de las cooperativistas que se queda a almorzar en el comedor de Rafael Castillo. "La luz y el gas se pagan fortunas, lo que se gana acá es para pagar los servicios. No me queda otro remedio más que acercarme acá con mis compañeros a comer todos los días. A veces, traigo a mi hija más chica", señala Delia, que vive en Isidro Casanova, y añade: "En estos últimos meses, vienen más mujeres solas con chicos. En mi barrio me están preguntando para venir a pedir mercadería o acercarse al comedor".
Los más de veinte cooperativistas que comen se apiñan un poco para hacer lugar, cuando llega una vecina con sus hijos para sumarse. Son algo más de las 13 del viernes y ya terminaron los turnos de trabajo en los talleres de herrería, panadería, textiles (cuyos productos van al trueque), y carpintería, entre otros.
"La mejor manera de ayudarnos fue poner un poquito entre todos para que puedan comer un guiso, o una sopa, para ellos y sus niños. Hace entre nueve y diez meses que empezamos a funcionar como comedor comunitario", dice a este diario Silvia Caballero, una de las coordinadoras del lugar y "referente política", tal como la identifica el cartel de la entrada.
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Silvia, que tiene 43 años y trabajó en un taller textil, señala que "muy pocos compañeros pueden decir 'Nos vamos de acá y hacemos una changa'". Agrega que ella limpiaba una casa en Lugano y otra en Barracas, pero que esos rebusques "se cortaron hace un año y medio".
También marca el achique de las changas otro coordinador del lugar, Carlos Paz. De 49 años, herrero y pintor, asegura que los trabajos informales en esos oficios "fueron disminuyendo de 2015 en adelante". Y completa: "Tuve algunas changuitas de pintura, pero contadas con la mano. El trabajo lo tenés que regalar, porque la gente no puede pagar lo que realmente vale".
En Rafael Castillo, los comensales aplauden a la cocinera. "Parece que salió rico", dice uno de los cooperativistas de Barrios de Pie, grupo que en su último relevamiento de peso y talla de niños y adolescentes de sus comedores del conurbano advierte que analizó la situación de 23.168 chicos, un 33% más que en el segundo semestre de 2017, "como consecuencia de una mayor concurrencia a estos espacios comunitarios".
J. F. S. 

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