miércoles, 7 de diciembre de 2016
OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES.....PAPA FRANCISCO HECHOS CLAROS Y MENOS PALABRAS
El escándalo por abuso de chicos sordomudos de entre 10 y 12 años en el Instituto católico Antonio Próvolo de Mendoza replica el patrón de encubrimiento y pacto de silencio del caso que hizo temblar a la Iglesia en los EEUU y por el que el Papa pidió perdón en 2015.
La primera denuncia ingresó el viernes 25 de noviembre y quebró la omertá de años hasta sumar 20 casos denunciados de los que la mayoría se produjo entre 2007 y 2009.
Al silencio del miedo y la verguenza se suma un elemento macabro porque los niños que asistían al lugar buscaban recuperarse de la discapacidad que condena al silencio: el no poder oir ni hablar.
La justicia envió a la cárcel a dos curas y un celador. Uno de los curas, -y superior del instituto- es Nicolas Corradi, un italiano de 82 años con denuncias por abuso sexual a niños en Verona , Italia, que datan de 1984.
El otro sacerdote es Horacio Corbacho y proviene de una orden religiosa para hipoacusicos en La Plata donde habría mas denuncias.
El tercer detenido es el celador Jose Luis Ojeda, tambien sordomudo y que creció en el instituto. Su rol habria sido el de entregador de las criaturas, siendo quien los buscaba y los llevaba al lugar de los vejamenes al que llamaban “las casita de Dios”. ¿Pudo haber sido él mismo victima de abusos en su niñez en ese lugar? Eso extenderia los rangos de tiempo de un sistema criminal de abusos agravado en todas sus aristas. ¿Cuántos supieron, cuántos callaron, por años y por décadas?
El silencio al que los chicos estaban condenados por su estado, se suma el silencio ominoso del encubrimiento.
Como en los casos denunciados por el Boston Globe en Massachussets, EEUU, aquí aparece además del silencio, un sistema de traslados de religiosos que está ligado a otros abusos.
En 2002 conocí personalmente a Sascha Pfeiffer, una de las periodistas del equipo de investigación Spotlight, del Boston Globe. Ella misma me mostró en una estantería libros parecidos a guías de teléfono que correspondían a los traslados de curas entre parroquias y que cumplían con un patrón: los traslados estaban ligados a denuncias por abusos que en algunos casos se habian mantenido en silencio por años. Vidas enteras en que las víctimas cargaban literalmente una cruz de impunidad. Muchos, al creer que sólo les habia pasado a ellos, no se atrevían ni siquiera a decir lo que habían padecido. En otros casos, adultos mayores manifestaban la impotencia por la indefensión: cómo iban a desconfiar de quien representaba a Dios. “No solo abusaron de mí -dijo una de las víctimas-, me robaron a Dios”
Desde 2002, sólo en EE.UU. los periodistas del equipo de investigación Spotlight reportaron 17.000 abusos perpetrados por sacerdotes católicos, en un caso que adquirió escala global, revelando un verdadero sistema de encubrimiento en el seno de la Iglesia Católica, que se reproducía con un modus operandi similar en numerosos países.
Luego de que la película Spotlight, que reflejó la valiente investigación, ganara el Oscar, entrevisté a Sascha para BBC Mundo, 14 años después de aquélla reunión en que la conocí y me dijo : “Espero que esta película haga que el Vaticano esté más atento para prevenir abusos y para hacer que los curas abusadores rindan cuentas de sus actos.También espero que este caso le recuerde al público en general la importancia de cuestionar con dureza a las instituciones poderosas y no ser tan condescendientes como para mirar hacia otro lado cuando sospechamos que hay malas prácticas.”
¿Cuantos callaron en el caso de Mendoza ? “Muchos”, reconoce el fiscal Fabricio Sidotti. ¿Cuántos sabían? El caso de los abusos a chicos sordos podría alcanzar a tres institutos.
Está el silencio de los inocentes -esos chicos que no podían hablar- y está el otro, el inhumano, el vil, silencio de los culpables.
C. P.
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