lunes, 30 de octubre de 2017

EXPERIENCIAS ÚNICAS E INOLVIDABLES

Hace algunas semanas pude cumplir uno de los sueños de mi vida: presenciar un eclipse total de sol. Este fascinante espectáculo astronómico es extraordinario por donde se lo mire. Por un lado, es sumamente infrecuente: sólo ocurre uno cada aproximadamente dieciocho meses, cubre una porción ínfima del planeta y la mayoría de las veces ocurre sobre el mar o en regiones recónditas e inaccesibles. Y para complicar más las cosas, en ocasiones las nubes se ocupan de impedir que el eclipse se vea allí donde podía ser visto. Tan extraños son que hacía casi 100 años que un país de grandes dimensiones como Estados Unidos no vivía un eclipse de las características del que tuve la dicha de presenciar. Cuando finalmente ocurre, su duración es cruelmente efímera: en este caso apenas dos minutos y medio en que la Luna cubre por completo el Sol y proyecta su sombra sobre nuestro planeta.
Por otro lado, también es extraordinario porque su mera existencia es resultado de la más exótica coincidencia celestial. La Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero se encuentra 400 veces más cerca. El resultado es que el tamaño aparente desde la Tierra de ambos astros es aproximadamente el mismo. Tenemos la dicha, de todos modos, de vivir en el momento correcto, ya que esto no será así por siempre: la Luna se aleja de la Tierra cuatro centímetros cada año. Por esta razón, en unos 600 millones de años ya no habrá más eclipses totales, dado que el tamaño aparente de la Luna no alcanzará para cubrir por completo el Sol.
Por último, es extraordinario porque el espectáculo que ofrece es maravillosamente bello y distinto de todo lo que uno pueda haber visto antes. El eclipse comienza de manera parcial y va bloqueando cada vez más el Sol. Como resultado, la luz comienza a reducirse y la temperatura, a bajar. Los animales, desconcertados por este repentino cambio ambiental, adoptan conductas extrañas. Y finalmente llega el momento cúlmine, en que nuestra estrella se ve bloqueada por completo. En ese instante, el cielo adopta un tono de azul desconocido: no es de día, pero tampoco se parece a la noche. Aparecen algunos planetas y estrellas. El horizonte adquiere, en todas las direcciones, un color anaranjado como si desde todos los puntos cardinales estuviera amaneciendo. Y finalmente el plato más fuerte: el Sol se cubre por completo dando lugar a una esfera de la mayor negrura jamás vista, pero a la vez la Luna deja visible la corona solar con su inmaculado brillo blanco y en la cual, con una cámara de fotos sencilla, es posible captar las llamaradas que se desprenden de nuestra estrella. Las sensaciones y las emociones que este fenómeno me generó no admiten ser puestas en palabras. Esos 150 segundos quedarán en mi memoria por el resto de mis días
Si no tuviste la suerte que tuve yo de haber podido viajar y presenciar este espectáculo maravilloso, no desesperes. La Argentina será agraciada muy pronto con un fenómeno aún más infrecuente: ¡dos eclipses totales de Sol en años consecutivos! A marcar los calendarios: el primero será el 2 de julio de 2019 y será visible desde partes de San Juan, La Rioja, San Luis, Córdoba y Santa Fe, para terminar su recorrida cruzando la provincia de Buenos Aires y rozando los suburbios al sur de la ciudad capital de la Nación. Para los que no puedan ver éste o se queden con ganas de más, el 14 de diciembre de 2020 tendremos otro y será el turno de Neuquén y Río Negro de recibir este extraordinario e infrecuente regalo del cielo.
De corazón les recomiendo, ¡no se los pier-dan!
S. B.

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