INVESTIGADOR; DR. RICARDO "EL MORDAZ" |
EL NIETO PINTOR DE SIGMUND
Lucian Freud era un personaje con tres características singulares que lo destacan del común de la gente: ser el nieto de Sigmund Freud, haber adquirido un estilo distinto y personal volcado exclusivamente a pintar seres humanos, especialmente sus rostros en forma perturbadora e inquietante. Finalmente, la tercera característica es haber sido el artista viviente cuyas obras alcanzaron las más altas cotizaciones en el mercado del arte.
Autorretrato. Colección privada
Lucian nació en Berlín en 1922, pero en 1933 emigró junto con su familia a Londres, porque sus padres que eran judíos tuvieron la premonición de que el régimen que acababa de instaurarse en Alemania era siniestro y presagiaba un futuro inmediato sombrío.
Desde muy joven su vocación fue la de ser pintor y estudió en buenas escuelas de donde egresó desarrollando una técnica algo lavada e impersonal. Hasta aquí nos encontramos con uno más de los miles de artistas que pretenden, sin mayores resultados, hacer de su arte no solo un medio de vida redituable, sino poder alcanzar la fama y la posteridad.
La cosa cambió, según lo relata el escritor Juan Forn, cuando a Lucian, quien a los veinte años trabajaba en una galería de arte, sus patrones le encomendaron trasladar una pintura de Picasso a un sitio más seguro para preservarla de los bombardeos de la aviación alemana que se ensañaba sobre Londres. Durante el viaje en tren Lucian puso el Picasso en el asiento frente al suyo y quedó extasiado contemplándolo a tal punto que se pasó de estación. Se trataba de uno de los más de 10 retratos que el pintor malagueño dedicó a Dora Maar, una de sus amantes, antes de abandonarla.
Al día siguiente, Lucian tuvo oportunidad de conocer a Francis Bacon quien por entonces se encontraba en Londres. Tanto Picasso como Bacon, con su estilo cubista el primero y con el neofigurativo, el segundo, distorsionaban los rostros de sus modelos hasta volverlos irreconocibles. Lucian quedó impactado con sus técnicas, pero no los imitó, decidió crear su propio estilo. Él no cambiaría la fisonomía de los personajes que en sus telas resultan fácilmente identificables, decidió que les desnudaría sus sentimientos. Podemos especular que aquí influyó la herencia genética de su abuelo Sigmund.
Lucian parece trasladar al lienzo el pensamiento freudiano, buscando descubrir lo que se esconde detrás de cada rostro. “Lo importante –sostenía– no es reproducir simplemente a quien me sirve de modelo. Pinto todo lo que siento sobre él, todo lo que pienso sobre él, todo lo que pongo en él cuando lo pinto”.
Tres rostros, el primero de la izquierda es el de la Reina Isabel II
Las obras de Lucian reflejan su propia vida y su propio entorno. Para él, “todo es autobiográfico y cualquier cosa es un retrato”. Por eso, se niega a trabajar con modelos profesionales para quienes la desnudez es una simple herramienta de trabajo. Sus modelos –sean amigos o conocidos ocasionales, hijos o nietos, amantes o colegas– entregan en forma resignada la intimidad de sus cuerpos para que él descubra en ellos sus personalidades y sus estados de ánimo.
Lucian no pinta la belleza de esos cuerpos. Sus retratos son perturbadores e inquietantes. Muestran al ser humano desprotegido, muchas veces en posiciones obscenas, exhibiendo los genitales y refugiados en sofás o habitaciones que parecen tristes decorados.
Quien se detenga a observar los numerosos retratos de personas, observará que no hay un solo rostro alegre, no esbozan sonrisas, por el contrario parecen tristes o sumergidos en profundas meditaciones. Sus propios autorretratos, que son numerosos, no eluden estos rasgos sombríos.
Mujer con perro blanco. Tate Galery, Londres.
Cualquier defecto físico que tuviera el modelo, Lucian lo exageraba en forma despiadada. El ejemplo más conocido y que suscitó la crítica de la nobleza inglesa es el retrato de Andrew Parker Bowles, el primer esposo de Camilla, actual duquesa de Cornwall y cónyuge del príncipe Carlos Parker Bowles se encuentra sentado vistiendo su uniforme de oficial del ejército, con el pecho cubierto de medallas pero con el saco desprendido del que sobresale un abultado abdomen. Ninguno de estos detalles impidió que en la subasta que hizo Christie en Nueva York en noviembre de 2015, el cuadro se rematara en 35 millones de dólares.
Andrew Parker Bowles. Colección privada
Lucían era muy trabajador, pintaba los siete días de la semana y agotaba la paciencia de sus modelos en decenas de sesiones. Por su estudio pasaron desde pequeños comerciantes anónimos hasta pares del reino, desde conocidos gángsters hasta duquesas excéntricas y como era un sexópata posaron ante su paleta, incontables amantes, sus esposas, que fueron varias y cuando tenía tiempo, retrataba a sus numerosos hijos, que era el único momento que estos tenían para estar con el padre. Cuando podía los desnudaba y cuando no lo lograba, se detenía en sus rostros, siempre buscando sus personalidades.
Otro componentes en la obra de Lucian, es un detallismo tenaz sobre cualquier elemento que rodee al personaje, la ropa, el bozal de la mascota que lo acompaña o la colcha con sus arrugas sobre la que yace el/la modelo.
Lucian era muy económico con los colores, detestaba los tonos vivos y tanto sus personajes como el ambiente que los rodeaba se caracterizan por tonalidades de escaso contraste. Como lo señalaron algunos detractores, ser retratado por Lucian equivalía a ingresar al panteón de los muertos vivos.
Se dice que fue para mejorarle la paleta, que algunos amigos le presentaron al excéntrico transformista australiano Leigh Bowery. El encuentro fue en el club Taboo, una creación del propio Bowery que rompía con todas las convenciones, fundamentalmente las sexuales, donde corrían drogas como el ecstasy y el comportamiento era de total descontrol.
La característica más destacada de Bowery era el uso de maquillaje, ropa y pelucas totalmente kitsch, que despertaban la curiosidad, el rechazo y el asombro en algunos y una atracción morbosa en otros. Esto sumado a que medía un metro noventa y pesaba ciento diez kilos, lo tornaba grotesco.
Bowery sabía de la existencia de Lucian, sentía por él respeto y admiración y le pidió que lo pintara, solicitud que encantó al artista quien en una ocasión confesó que le gustaban los personajes estrafalarios. Cuando Bowery ingresó al atelier del artista, en forma espontánea se quitó toda la ropa y a cara lavada y cuerpo desnudo se ofreció a la paleta del pintor. Pintar a este modelo le llevó a Lucian un tiempo considerable porque no se le ocurrió mejor idea que plasmar en tamaño natural a semejante Moby Dick.
Leigh Bowery. Smitsonian Institution
En los ocho años siguientes Lucian hizo diez cuadros de Bowery, en óleos que a veces alcanzan los tres metros de altura y cuando solo pintaba la cabeza también lo hacía en tamaño gigantesco usando telas de un metro cuadrado de superficie.
En la presente y limitada biografía que hago del pintor, se hizo necesario incluir a este singular personaje no solo por el número de cuadros que dedicó a su modelo, sino porque Bowery logró con su presencia en las inauguraciones de las muestras de Lucian, acrecentar aún más su fama. Además, antes de morir de sida en 1994, lo convenció de tener un marchand.
Lucian Freud falleció el 29 de julio de 2011 a la edad de 89 años. Todos los diarios del mundo informaron su obituario, no en balde está considerado uno de los mejores pintores británicos del siglo XX y entre los figurativos más originales y poderosos de la época. Y el dato adicional: fue el artista viviente más cotizado en el mercado del arte.
Juan Forn. Freud encuentra a Buda. Los Viernes, tomo 3. Emecé, Buenos Aires 2016.
María Cristina Melgar y colaboradores. Cuerpos pintados por Freud. Página 12, 04/08/2011.
Francisco Calvo Serraller. Fallece Lucian Freud, el pintor de los desnudos carnales. El País 21/07/2011.
Catherine Lampert. Lucian Freud obituary. The Guardian 22/07/2011.
Lucien Freud portrait of Camilla’s ex-husband sells for nearly $35 m. The Guardian, 11/11/2015.
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