sábado, 21 de octubre de 2017

PSICOLOGÍA; LAS CALIFICACIONES, LOS NIÑOS Y LOS PADRES


Boletín al rojo: ¿los chicos son los únicos culpables de las malas notas?
Muchos padres se sorprenden cuando su hijo aparece con calificaciones por debajo de las que esperaban; los expertos dicen que el contexto define el desempeño de los alumnos
No se enojaron. No hubo reproches ni pedido de explicaciones. Pero el gesto de decepción que se dibujó en el rostro de sus padres lo decía todo. Después de recorrer con la mirada la libreta celeste, llegó el silencio. Un incómodo silencio que se extendió por apenas unos segundos, pero que a él le parecieron horas. "No sé qué pasó", fue lo que atinó a decir Nico luego de que los padres leyeran su boletín. Las malas notas son un punto de inflexión para padres e hijos. En general se suele culpabilizar a los más chicos del flojo rendimiento escolar, pero la realidad es que un boletín que está por debajo de las expectativas familiares suele ser, casi siempre, una responsabilidad compartida entre padres, hijos y docentes. "A veces los chicos no pueden rendir de acuerdo a las expectativas de papá y mamá, y eso también lo deben aceptar los adultos, ya sean padres o maestros", sostiene la psicopedagoga Elvira Giménez de Abad, autora de varios libros, entre ellos, Niños con déficit de atención.
No bien Nico mostró su boletín, esperó algún reto. Porque en general las malas notas no llegan solas. Lo hacen acompañadas de reproches, enojos, frustración y de algún que otro castigo del tipo "si no levantás el promedio te saco la tablet o la Play". Pero no hubo nada de eso. Pasado ese primer momento de decepción, los padres trataron de encontrar junto a su hijo la respuesta a ese boletín. "Más allá del enojo y la decepción, ayuda muchísimo que juntos reflexionasen acerca de las razones por las que las calificaciones están tan bajas", sugiere Giménez de Abad.
Sucede que las altas expectativas paternas, pesan y mucho en el rendimiento del chico, según la psicopedagoga y psicóloga especializada en crianza Alejandra Libenson, autora del libro Los nuevos padres: "Frente a un hijo, muchos padres tienen una expectativa que puede no coincidir con la realidad. La clave es cómo manejamos como adultos esa frustración -sostiene-. Para un niño, el peor castigo es la decepción paterna, sentir que no cumplió con lo esperado de él. En muchos casos se tiende a equiparar ser un mal alumno con ser un mal hijo o un mal padre justamente por no cumplir con ese supuesto ideal. Y no es así, acá no está en juego el amor ni la relación".
Por eso, para Libenson es preferible no hablar de culpas, sino de responsabilidades. "Es recomendable pensar la educación y la crianza en términos de responsabilidades y diferencias de roles y funciones. No en buscar culpables de las conductas propias o de los hijos. El gran desafío de los padres de hoy es transformar la famosa culpa en responsabilidad -plantea-. Dejar de lado las certezas y en lugar de rotular o etiquetar a un hijo, poder preguntarse ?qué tengo que ver yo con esto que está sucediendo y lo que le pasa a mi hijo'. Salir del lugar de víctimas con el famoso ?me lo hizo a mí' y convertirnos en protagonistas. ¿Cómo podemos ayudarlo y mejorar y ser mejores padres nosotros?"

La realidad es que detrás de una (o varias, claro) mala nota hay diferentes lecturas. Puede ser que el chico no se haya esforzado lo suficiente, puede ser que no haya comprendido algo o le cueste prestar atención en clase, o incluso puede ser que tenga algún problema de aprendizaje y no se anime a contarlo. En todos los casos, el acompañamiento paterno y del docente es fundamental.
"Es sumamente importante el acompañamiento de los padres en las tareas escolares. Pero esto no quiere decir que realicen las tareas por ellos -aclara Giménez de Abad-. A veces tendrán que reforzar una explicación, otras simplemente acompañarlos mientras completan lo que no han terminado en el colegio. O tal vez haya que reacomodar y reorganizar la manera en que se realizan las tareas en casa. Acompañarlos, pero que ellos sean los protagonistas. En cuanto a los docentes, es importante que también tengan en cuenta los ritmos de trabajo de los chicos, que comprendan que no todos entienden y aprenden de la misma manera y que algunos necesitan una mirada diferente y una palmadita de aprobación en el hombro", destaca la psicopedagoga.
A esta edad, cuando los chicos están transitando la escuela primaria, en general les cuesta organizarse con la tarea y manejar sus tiempos de estudio. Y no suelen calcular bien cuánto les demandará una asignación: creen que pueden resolver en minutos cuestiones que les llevan más de media hora. Ahí es donde los padres deben intervenir, aunque obviamente dependerá de cada chico.
"Cada niño necesita un acompañamiento distinto. Hay chicos muy autónomos y otros que necesitan que el padre esté ahí. Es recomendable que los adultos puedan estar disponibles y atentos para acompañarlos a que generen el hábito del estudio y que realicen a tiempo las famosas tareas, pero no encima persiguiéndolos y haciéndolas con ellos o por ellos", sostiene Libenson.
Claudia la mamá de Nico, reconoce que jamás se preocupó por estas cuestiones escolares con su hijo mayor. Y que con Nico siguió la misma política. "Fede solo hacía la tarea en casa o la adelantaba en el colegio, en algún recreo. Jamás tuve que decirle estudiá' o hacé' la tarea. Siempre sacó excelentes notas -cuenta-. Con Nico hice lo mismo, pero no resultó porque él es mucho más disperso. De hecho me enteré de que traía tarea a casa por una nota de la maestra en el cuaderno de comunicaciones donde decía que no había entregado ninguno de los trabajos. Ahí caí que con él tenía que ponerme más firme".
De premios y castigos
A pesar de que el boletín no era el esperado, Claudia asegura que no le impuso ningún castigo a Nico. "Hablamos con él y nos comprometimos todos a levantar las notas. Pero la verdad no creo que sacarle la Play o la tablet sea la solución al problema. Más bien creo que puede ser contraproducente", admite Claudia, que confía en que su hijo revierta las malas notas que trajo.
Así como Libenson prefiere no hablar de culpas, tampoco alude a la idea de castigo. "El chico debe hacerse responsable, pero sin sumarle frustración. Debe saber que hay consecuencias, no castigos. Los límites los va poniendo la vida. Hay padres que les sacan la Play, la tablet. Pero no sólo eso no sirve y suele ser un comportamiento reactivo, sino que no lo pueden sostener en el tiempo y es peor", sostiene la especialista, que también critica los "premios" que se le dan a un hijo ante las buenas notas.
"Es un sistema basado más en una ética del poder que en la del amor, y además el chico va a hacer algo no por él, sino por un otro, por el premio prometido o para evitar el castigo. Si lo que queremos como padres es que aprenda. ¿qué aprende un hijo de esto? Que lo que hace es para buscar aprobación de los demás y no para sí mismo, para superarse", plantea Libenson.
Aunque Giménez de Abad tampoco cree en los castigos, sí ve con bueno ojos premiar pequeños progresos. "Sinceramente, no creo que con un castigo se modifique la conducta -sostiene-. Con lo que sí estoy de acuerdo es con darle un premio cuando obtenga un logro. Pero sin avisarle ?si hacés esto te compro o te regalo' porque eso sería una coima. Una vez que el niño obtuvo una buena calificación, o realizó un esfuerzo para lograr algo, ahí lo premiamos. Ya sea con un gran abrazo y beso o un pequeño presente".
El próximo bimestre Claudia espera poder darle a Nico un gran abrazo. Y, por qué no, también un lindo regalo.

L. R.

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