Daewoo, de François Bon
Destinos descartables
En la secuencia final de la película Recursos humanos, del francés Laurent Cantet -ganadora de la primera edición del Bafici, casi veinte años atrás-, el protagonista, cuyo flamante título universitario lo ha depositado en una de las fábricas de su pequeña ciudad para hacer una pasantía, conversa con uno de los operarios en huelga, una de las tantas víctimas del programa de modernización y "reconversión" que ha emprendido la empresa. Éste le dice que no se preocupe, que él sólo está de paso, que ése no es en verdad su destino. Y el protagonista, que ha sido uno de los impulsores de la huelga y que probablemente esté enterrando con su accionar buena parte de su futuro, le contesta: "¿Y tu destino cuál es?"
La pregunta recorre cada una de las páginas de Daewoo, el experimento del inquieto François Bon, alguien acostumbrado a lidiar con las formas literarias, o bien a derrumbar sus limitaciones, así como también a entreverarse con lo social, una mixtura a veces algo caótica entre investigación, novela y pieza teatral.
En rigor, lo teatral está en el origen del proyecto creado en colaboración con Charles Tordjman, director del Théâtre de la Manufacture, y representado en una serie de ciudades francesas: un puñado de actrices que intenta que lo real se vuelva verdadero, a través de los relatos de algunas de las obreras despedidas de las tres plantas que la firma surcoreana Daewoo instaló en la región de Lorena para fabricar microondas y televisores.
Entre otros cinismos, la obra -y Daewoo, el libro, que recoge algunos de sus fragmentos- pone en evidencia las maniobras viciosas de una empresa de esa magnitud para valerse de los subsidios del Estado y luego barajar y dar de nuevo, sin asumir responsabilidad alguna cuando se retira de la región donde se había instalado.
Bon realizó numerosos viajes a la Lorena durante 2003 y entrevistó a muchos ex empleados de las fábricas, así como a los vecinos, que por lo general preferían ignorar que algo había cambiado. El hilo conductor del libro es la presencia de una tal Sylvia F., que supo actuar en representación de sus compañeras ante la empresa y que terminó suicidándose. Sylvia atraviesa una y otra vez el relato de las otras mujeres, pero su signo fatal no es sólo el extremo del drama sino que enmarca un vacío.
"Se da vuelta una página -dice una de las obreras desempleadas, con pasmosa simplicidad-, pero en esa página estábamos nosotras." Las fábricas descartables descartan a sus trabajadores, entonces, que con frecuencia siguen soñando con el trabajo. Y que acaso se preguntan, dolorosamente, cuál es en verdad su destino.
DAEWOO
Por François Bon
Milena Caserola. Trad.: Sol Gil y Nicolás Gómez. 248 págs., $ 280
J. M. B.
Reflexiones sobre Christa T., de Christa Wolf
Retrato de un personaje inasible
Una amiga recibe el diario íntimo de Christa T. tiempo después de la muerte de esa mujer en un hospital de Alemania Oriental. "Krischan" fue una singular compañera de escuela de la narradora, luego maestra, escritora y, por breve lapso, equívoca discípula de Madame Bovary. Mientras Christa yace en el cementerio de Mecklemburgo, antes de que su imagen se desvanezca la amiga compone, a partir de manuscritos y cartas, una suerte de monumento funerario verbal. Paradójicamente, la distancia temporal y física de la narradora intensifica la proximidad de la voz con la de Christa T., personaje inasible y del que irradia una trama ensayística sobre las posibilidades de una mujer de "volverse una misma" bajo las condiciones de vida en épocas de la República Democrática Alemana. La subjetividad femenina allí, insinúa Reflexiones sobre Christa T., tiene pocas chances, entre ellas, la obediencia, la adaptación, la locura o la muerte.
La narradora es una escritora. Ella sí se ha adaptado y, con los manuscritos de la amiga muerta, reconstruye acontecimientos y los atributos de una conciencia atribulada. "Así es como la escucho hablar mientras la leo", escribe. No siempre es una conversación amable: "¡Quién pudiera frenar ahora su discurso irrefrenable! ¡Quién obligarla a levantar la vista, a prestar oído a lo que se le quiere contraponer, ahora sí por fin contraponer!"
No parece casual que en la nueva edición de esta novela, de 1968, con traducción de Ariel Magnus, se haya elegido la palabra "reflexiones" para el título (antes había sido "noticias"). La escritura de Christa Wolf se refleja y se distorsiona en la de los dos personajes femeninos. En el caso de la protagonista, las desventajas de su naturaleza, que anhelaba más el movimiento que la meta, se hacen evidentes mientras crece. En una sucesión de fugas e intentos de asumir alguna etiqueta social (estudiante, maestra de escuela, esposa, madre, escritora), Christa T. se deja envolver por una sola cuestión: ¿qué precisa el mundo para ser perfecto? "Ésa y no otra era la pregunta que ella encerraba en sí misma, pero más adentro aún la esperanza arrogante de que ella, ella misma, Christa T., tal como era, pudiera ser necesaria para la perfección del mundo."
Por una serie de novelas muy celebradas, como Casandra (1983) y Medea (1996), Christa Wolf (1929-2011), hija de simpatizantes nazis que emigraron a Alemania Oriental luego de la derrota del Eje y que en su juventud adhirió al socialismo, dio cuerpo a personajes femeninos que pagaron un precio elevado por asumir la singularidad en tiempos históricos quizás poco convenientes para ese fin. Por varias de sus obras y posiciones públicas, Wolf fue considerada tanto la narradora de la transición democrática luego de la caída del Muro como una vil colaboradora de la policía secreta de su país, la eterna candidata al Nobel y la víctima de una cultura patriarcal. El espíritu de contradicción y enigma de su vida se extendió a la obra. "Escribir, obstruir, la lengua ayuda. Pero ¿obstruir qué cosa y contra qué", se pregunta Christa T., tal vez en nombre de Christa Wolf.
En la novela, el sacrificio está dado de antemano. Se debe lidiar con los escritos de una inadaptada, de una exaltada. "Por suerte la vida misma impulsa la trama novelística, aunque sólo por causa de la extraña inconsecuencia de nuestra alma", se lee. Pero a esa trama la narradora la interviene con comentarios, con preguntas, con enmiendas y censuras. Escritura sobre escritura, se crea una y otra vez la figura de la protagonista mientras la cronología hace su trabajo. La trama de una vida puede ser un obstáculo para la narración del drama ajeno. "Comprendo el misterio de la tercera persona, que está ahí sin que se la pueda tocar, y que, cuando las circunstancias le son favorables, puede arrastrar hacia sí más realidad que la primera: yo. Sobre la dificultad de decir yo", reflexiona la narradora sobre los escritos de Christa T. El hecho de que la protagonista posea el mismo nombre que la autora de la novela es apenas una de las incógnitas que el libro reserva para los lectores.
Reflexiones sobre Christa T.
Por Christa Wolf
El Cuenco de Plata. 220 páginas. $ 320
D. G.
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