Parecen cisnes. Les dicen cisnes. Pero en realidad se llaman coscorobas y, al revés que sus lejanos primos de abolengo irrefutable, estas aves acuáticas son únicas en su tipo. Endémicas en el Cono Sur, su persistencia las ha llevado a colonizar incluso las Islas Malvinas.
Una teoría sostiene que las coscorobas se desprendieron hace eras del antepasado de los gansos y los cisnes. Un estudio genético las emparenta con el ganso ceniciento, que habita en el sur de Australia. En todo caso, ahí van, tan pacíficas y numerosas que nadie adivinaría que tiene a la vista un enigma de la evolución.
Parecen castores y les dicen nutrias. Pero no son ni lo uno ni lo otro. Se llaman coipos, y son allegados a las chinchillas, los capibaras y los agutíes. Es lo de menos. Los coipos se destacan por otro motivo. Herbívoros y tranquilos, si se sienten amenazados pueden ser temibles. Sus incisivos, potentes y de un naranja vivo, infligen heridas muy graves. Doy fe.
Las habrán visto en el Delta, al atardecer, entre enero y febrero, volando con un aleteo raro y demasiado silencioso. A veces innumerables, parece como si tejieran asechanzas. Son las infaustas Hylesia nigricans, unas polillas cuyo abdomen está cubierta de pelos urticantes que pueden causar una dermatitis extendida o un serio caso de asma. Inspiran cierta fascinación escalofriante, y uno no puede dejar de pensar que si en el averno existen floridos parterres, estas mariposas negras son las únicas que le sentarán bien.
Ave nacional de Uruguay y omnipresentes en nuestras llanuras, el tero exhibe una virtud tan admirable como escasa: el coraje. Todo el mundo sabe que defienden con chillidos y vuelos rasantes sus nidos. Pero su valentía no termina allí. En la época de cría, desde mi balcón, los he visto resistir por horas el embate de chimangos y otros rapaces. Las batallas son admirables, porque ocurren en el aire, con maniobras imposibles y tenaces. Trabajan en equipo y su única arma son los espolones rojos debajo de las alas. Eso, y su bravura.
Miren esta plantita. Pero, por favor, no la toquen. Es parienta del tomate y su pequeño fruto rojo es comestible. Su cordialidad termina allí, sin embargo. Conocida como "espina roja" o "revienta caballos", está cubierta de púas. Por completo cubierta de púas. Robusta, casi imposible de erradicar, ha tenido aplicaciones medicinales y agrícolas. Pero, ¡ay!, nunca la toquen, porque al revés que otras plantas pinchudas, este tomatito feroz suelta la espina cuando la clava, y ahí va a quedarse por semanas, si no se la extrae.
Hace mucho tiempo nos divorciamos de la naturaleza, pero sigue siendo un milagro, y basta observarla para volver a descubrir, de a poco, su trama secreta. La vida es una obra de complejidad inconcebible, una relojería planetaria que arrancó hace 35 millones de siglos y en la que cada pieza, no importa su humildad, cumple una función. Por eso, si una falta, muchas otras fallan en cascada. A veces parece un antojo ecologista el proteger, por ejemplo, la flora nativa. Pero no hay capricho. Ni dogma. Ni principismo hueco. Si esas especies se ausentan también se irán muchos pájaros que vivían en ellas. Y muchos insectos. Si esos insectos se van, sus depredadores se marcharán. Entonces llegarán otros seres vivos que no encontrarán resistencia e infestarán el ecosistema.
Con el paso de los milenios, el equilibrio volvería a restablecerse. Pero me temo que nadie tiene tanto tiempo. Salvo la naturaleza.
Tendemos a pensar que algunos seres vivos están de más, porque son nocivos. Es verdad, desde nuestro punto de vista. Pero para la vida en este planeta (y eso nos incluye), nada es superfluo. Ni el mosquito, que es el mayor asesino de la historia, ni los simpáticos pandas. Ni los grillos, que atacan tu huerta, ni las arañas lobo de pastizal, que se los almuerzan. No hay fronteras en esta nación verde y azul llamada Tierra. No importa si vive en tu jardín o puebla un continente. Para la naturaleza, todos los seres vivos son fantásticos.
A. T.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.