domingo, 8 de octubre de 2017

LECTURA RECOMENDADA


El uso de los cuerpos, de Giorgio Agamben
Un proyecto filosófico clave
Con la publicación de El uso de los cuerpos, el pensador italiano Giorgio Agamben (Roma, 1942) culmina su proyecto Homo sacer, el ambicioso tratado filosófico que desarrolló durante casi dos décadas a lo largo de nueve libros y que cuenta entre sus títulos clave Lo que resta de Auschwitz y El Reino y la Gloria.



La serie de Agamben, que le valió un lugar central en los debates filosóficos contemporáneos de las últimas décadas, busca investigar la maquinaria política del poder en Occidente, tratando de develar y desactivar su funcionamiento desde una perspectiva que incluye la estética, el derecho, la teología y la ontología. Se vale para ello del método arqueológico que desarrolló Michel Foucault, el cual apunta a descubrir un origen que, de manera paradigmática, permita hacer un diagnóstico del presente. Para trazar esta genealogía del poder, Agamben suele remontarse a la antigüedad clásica y tardía, donde detecta los presupuestos que lo cimientan, a la vez que conversa con autores contemporáneos como Martin Heidegger, Walter Benjamin, Hannah Arendt, Carl Schmitt y Gilles Deleuze, además del propio Foucault.
El proyecto Homo sacer toma su nombre de una figura del derecho romano arcaico, según la cual un individuo, tras haber cometido un delito, era excluido de la comunidad y quedaba expuesto a la muerte: cualquier ciudadano podía matarlo sin que ese acto fuera considerado un homicidio. Esta oscura figura legal le permite a Agamben pensar el Estado de derecho desde la perspectiva de la exclusión y analizar la "excepción" como estructura originaria de la biopolítica, otro concepto de Foucault. La propuesta del pensador italiano apunta a desactivar lo que denomina la "máquina antropológica", aquella que produce lo humano en oposición al animal a través de una serie de dispositivos que organizan lo viviente en una lógica binaria. Se trata de tornar "inoperosas" -el neologismo lo usan también Blanchot y Nancy- las divisiones que caracterizan el pensamiento occidental: animal/hombre, sujeto/objeto, público/privado, esencia/existencia, potencia/acto.
En el monumental volumen que constituye El uso de los cuerpos, Agamben elabora una ontología que se presenta como vía de salida de las aporías a las que arribó el pensamiento metafísico occidental con sus dispositivos de escisión. La primera parte está dedicada a delinear una teoría del "uso" (concepto fundamental que, como categoría política, el italiano viene desarrollando desde Profanaciones). A partir de una definición que da Aristóteles del esclavo como "el ser cuya obra es el uso del cuerpo", Agamben piensa el "uso" como modelo de una nueva relación con el cuerpo viviente, ya no "propio" ni "de otro".
En la segunda parte del volumen, intitulada "Arqueología de la ontología", Agamben esboza el proyecto de una ontología modal, enraizada en la filosofía de Spinoza, que se propone neutralizar las dicotomías producidas por el dispositivo aristotélico (empezando por la oposición potencia/acto). "Estamos habituados a pensar en modo sustantivo -escribe el filósofo- mientras que el modo tiene una naturaleza constitutivamente adverbial, expresa no 'qué' sino 'cómo' el ser es".
La idea de una forma-de-vida que no resulta de la articulación de "vida desnuda" y vida políticamente cualificada, sobre la cual el autor ya había reflexionado en Altísima pobreza y que contribuye más bien a neutralizar esa dicotomía. es desarrollada en la tercera parte. Finalmente, en un epílogo que pone en perspectiva la totalidad del proyecto Homo sacer, Agamben presenta un concepto, "potencia destituyente", capaz de desactivar el esquema de un "poder constituyente" y un poder constituido, en el cual éste queda ulteriormente reabsorbido.
"Como toda obra de poesía y de pensamiento, no puede ser concluida, sino sólo abandonada (y, eventualmente, continuada por otros)", escribe Agamben al principio de El uso de los cuerpos. En efecto, Homo sacer es un proyecto inevitablemente inacabado, no sólo porque propicia un juego de resonancias que no puede ser clausurado, sino también porque abre a la tarea de pensar nada menos que nuevas formas de vivir.
EL USO DE LOS CUERPOS
Por Giorgio Agamben
Adriana Hidalgo. Trad.: Rodrigo Molina-Zavalía. 514 págs., $ 590

G. C. 





Chicos de Varsovia, de Ana Wajszczuk
Crónica histórica y saga familiar



"El pasado es un animal que no se extingue, que reaparece siempre bajo formas misteriosas", reflexiona la editora y periodista Ana Wajszczuk (Quilmes, 1975), autora de Chicos de Varsovia, libro que se centra en el Levantamiento de Varsovia. Esta rebelión contra la ocupación nazi -la más larga y sangrienta de la Segunda Guerra Mundial- se inició el 1 de agosto de 1944, se prolongó hasta el 2 de octubre de ese año y en ella murieron unos doscientos mil insurgentes. No debe confundirse con el Levantamiento del Gueto de Varsovia, llevado a cabo por la comunidad judía en 1943.
Para su trabajo de investigación, en 2015 Wajszczuk viajó, acompañada de su padre, a la capital de Polonia. La obra combina crónica histórica con la propia saga familiar, porque tres primos de su abuelo paterno participaron y murieron en el Levantamiento de 1944, iniciado por el Armia Krajowa (AK), el Ejército Patriótico o Ejército Nacional: Antoni, de veinte años; Barbara, de dieciocho, y Wojtek, de quince.
La indagación menciona varios sucesos trágicos como el asesinato, en el barrio de Wola, de más de cuarenta mil personas a manos de las brigadas nazis. Diferentes testimonios -como el de Jorge Lagocki, que emigró a la Argentina con su madre en 1948- aportan perspectivas valiosas. Entre los testimonios recogidos -a veces por boca de los hijos de los protagonistas ya fallecidos- figuran los de algunos insurgentes del AK que lograron sobrevivir. Mietek Grinszpan, por ejemplo, había escapado del gueto antes de unirse al Ejército Patriótico. Tanto él como Hanna Baranowska se radicaron en Buenos Aires. En cambio el "capitán Jerzy", líder de un batallón, se afincó en la ciudad de Neuquén.
El Levantamiento de Varsovia -señala Wajszczuk- es un episodio casi desconocido fuera de Polonia que, hasta 1990, vivió bajo el dominio de un gobierno comunista digitado por la Unión Soviética. "El AK -afirma-, el ejército clandestino y nacionalista, prodemocrático y conservador a la vez, había interferido en los planes de dominación de Stalin." Los ex soldados del AK, sobre todo en las primeras épocas, fueron perseguidos, arrestados, deportados y asesinados por las autoridades comunistas que, además, amedrentaron a sus amigos y familiares, e incluso denunciaron el levantamiento "como una locura fascista". No debe olvidarse que la invasión a Polonia, en septiembre de 1939, fue una operación conjunta ejecutada por Alemania y la Unión Soviética, cuando Stalin era aliado de Hitler.
Aún hoy -advierte la autora-, si bien ese hecho se ha convertido en "un mito fundante de la Polonia poscomunista", sigue siendo un tema abierto al debate; y puntualiza acerca de la composición ideológica del AK: ". era una organización de más de trescientos mil miembros de todas las regiones y tendencias políticas de Polonia, desde socialistas hasta la extrema derecha para la cual los enemigos de la patria eran, además de nazis, los judíos y los comunistas.". Sin embargo, resalta que, según los registros de los "Justos entre las Naciones" del Instituto Yad Vashem de Israel -que reconoce a aquellos que salvaron en esos años a judíos de una muerte segura-, Polonia es el país con más casos certificados (más de seis mil quinientos).
Éste es el primer libro de no ficción de Wajszczuk, que ha publicado las obras de poesía Trópico Trip (1999) y El libro de los polacos (2004). En Chicos de Varsovia intercala algunos poemas -dedicados a la memoria de los tres primos de su abuelo muertos en el levantamiento- cuyo sobrio tono emocional brinda una melancólica calidez a la exposición de los hechos y refuerza el equilibrio entre las historias individuales y la gesta colectiva. La búsqueda de las raíces familiares se une así al homenaje a una nación muchas veces masacrada y oprimida que consiguió preservar su identidad, a pesar de la amenaza aniquiladora del totalitarismo.

CHICOS DE VARSOVIA
Por Ana Wajszczuk
Sudamericana. 398 págs., $ 349


F. F.

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