lunes, 27 de noviembre de 2017

EL PERSONAJE ILUSTRE; OSCAR MARTINEZ


Oscar Martínez es un hombre de las letras
La Academia lo incorporó como referente del teatro; "esto me honra a la vuelta de la vida; veré si me da el piné", dijo
Oscar Martínez no sólo es un experto observador, sino también un analista puntilloso de los vínculos, y para eso utiliza su agudo conocimiento como actor. Es el ejemplo de cómo la mirada del intérprete puede volverse vital en la construcción dramática. Su esencia artística, tan bien volcada en su libro Ensayo general. Apuntes sobre el trabajo del actor (2017), contribuye en la construcción de obras que no sólo puede degustar el espectador, sino también el artista que las interpreta. Plantea todo, minuciosamente, desde las complejidades de cada criatura hasta las situaciones que deberá abordar.
Ella en mi cabeza (2005) fue su auspicioso debut como dramaturgo; un gran éxito que permaneció en cartel varias temporadas, primero con Julio Chávez y luego con Darío Grandinetti en el papel protagónico, y ahora se replica en múltiples puestas en escena en diferentes ciudades del país. En esa pieza retrató la obsesión de un hombre con sentimientos encontrados respecto de su mujer, que no puede sacarse de la cabeza... casi tanto como a su psicólogo. Luego estrenó Días contados (2006), en la que también exploró las relaciones afectivas, ya no sólo de pareja sino familiares, y continuó con Pura ficción (2009), también con su inquietud puesta en un matrimonio de artistas.
Hay puntos en común en su dramaturgia: le encanta jugar con las contradicciones, no puede evitar el análisis psicológico abordado con total conocimiento, el humor delicado que se hace visible en lo reconocible, y el encuadre en ámbitos teatrales, ya que le gusta que sus criaturas revelen la ficción que construyen.
Igual que Daniel Mantovani -el personaje que interpretó en El ciudadano ilustre- cuando supo que había ganado el Nobel de Literatura, ayer Oscar Martínez se sentía honrado, sorprendido y algo abrumado. Fue luego de recibir la comunicación oficial de que había sido elegido como miembro de número de la Academia Argentina de Letras (AAL).
"Esto sí que no estaba en el bolillero, como puede ser un Oscar o el premio del Festival de Venecia", compartió ayer Martínez su sorpresa , la misma con la que puede recibir la noticia el mundo literario. Y agregó: "Más bien lo vivo desde mi condición de amante de la literatura, si bien he escrito algunas obras, soy una especie de escritor frustrado. La narrativa ha sido una asignatura que en mis años de juventud consideraba posible. No deja de congratularme que a la vuelta de la vida me honren con esto. Veré si me da el piné".
Actor, autor y director teatral, Martínez ostenta resonantes éxitos en teatro, cine y televisión. Es autor del ensayo Ensayo general y las piezas teatrales Ella en mi cabeza, Días contados y Pura ficción.
En la AAL ocupará el sillón de otro dramaturgo, Ventura de la Vega (1807-1865), y su presencia cumplirá con uno de los objetivos fijados desde la creación de esa entidad en 1931: promover el teatro nacional. "Habíamos advertido que esta faceta de las letras, que son el cine y el teatro, no estaba representada en la Academia y que se necesitaba una figura de particular relieve", contó el presidente de la AAL, José Luis Moure, consultado sobre los criterios de la elección de Martínez.
Además de sus cualidades profesionales, Moure destacó que "Martínez es un hombre de vasta cultura, de criterio y juicio crítico, muy reflexivo y preocupado por la educación". Y recordó que no es la primera vez que se incorpora a una figura ajena a la literatura -también la Real Academia Española tiene en su cuerpo a los actores José Luis Gómez y Manuel Gutiérrez Aragón-. Fueron académicos de la AAL médicos como Bernardo Houssay y Luis Federico Leloir, y hoy también hay un ingeniero, Horacio Reggini.
Otra noticia sorprendió a Martínez: esta designación implica que integrará automáticamente la Real Academia Española como miembro correspondiente. "Vamos a ver cómo me calzo esos dos trajes", bromeó.

S. P y P. G.

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