jueves, 30 de noviembre de 2017

LECTURA RECOMENDADA


Francisco. Un monólogo dramático, de Alejandro Crotto
Por la gracia santa de la poesía


Un libro de poesía argentina que encarne la voz del hijo de un rico mercader de Asís, en la Baja Edad Media, que alcanzó la santidad por el camino escandaloso de la pobreza bajo el nombre de Francisco puede resultar inactual, incluso extravagante. Salvo que se tenga en cuenta la advertencia de Apollinaire en "Zona", poema insignia de las vanguardias del siglo XX: "Sólo la religión sigue siendo completamente actual".
Pero ¿es Francisco. Un monólogo dramático, un poema religioso propiamente dicho? ¿O es el discurrir de una voz que tanto habla al corazón de la fe como al goce laico de la belleza, cuyo medio en este caso es la poesía? El monólogo dramático se revela en ambas direcciones de manera notable: imposible no sentirse tocado por la voz del santo, que Alejandro Crotto (Buenos Aires, 1978) recrea con audacia, una voz que celebra en la Creación el punto más alto de unión entre Dios y las criaturas. Los poemas que apuntalan esa visión no desdeñan la doctrina católica pero la exceden, la desbordan, para volverse universal en la figura de Francisco. Lo mismo podría tratarse de un poeta-peregrino a la manera del japonés Matsuo Basho.
Imposible asimismo no admirar estos versos de elaborada precisión, el cuidadoso manejo de las variantes métricas, los diversos usos de la rima, la prosodia que ya había puesto en práctica Crotto en sus libros previos (Chesterton, Once personas).
En su concentrada brevedad -se trata tan sólo de nueve poemas o partes- Francisco recrea el espíritu de "el pobre de Asís" mediante un tráfico fecundo entre la tradición lírica del verso en español (con una marcada influencia de la poesía mística) y un tono que no desconoce la existencia de la modernidad y sus detritus. Crotto da continuidad a la tradición poniéndola frente al espejo de este tiempo.
El libro incluye una sección con notas, hechos y relaciones sobre la vida de Francisco de Asís o alguno de sus discípulos, como también una versión del propio Crotto del poema más celebrado del santo, el "Cántico del hermano sol". En "El sermón de la hormiga" se lee: "Amigos, Dios es raro.
/ Es tan grande que es mínimo. // Él se alegra en el vuelo de una libélula,/ en los puntitos negros de los pétalos rojos,/ en el quejido del pichón desplumado,/ en la textura ciega de la larva en su boca". Luego sigue el sermón, hasta trazar visualmente en la página, con unidades mínimas de sentido, versos de una sola palabra, el camino de esa hormiga a la que llama, "gota absoluta", hormiga que al final une su destino al del mismo Dios.
Francisco es testimonio de una fe íntima que trasciende al autor por la gracia de la poesía y se derrama en los lectores -como lo hizo la obra de Héctor Viel Temperley- más allá de las creencias de cada quién

FRANCISCO. UN MONÓLOGO DRAMÁTICO. Alejandro Crotto, Bajo la Luna, 41 págs., $ 200
S. B. 


5555555555555555555555555555555555555555555555555555555555555555555555555

Aceleracionismo, de Armen Avanessian y Mauro Reis (comp.)
Debates con la mira en el futuro

Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el postcapitalismopropone una rápida presentación de la filosofía aceleracionista -que conviene no imaginar más allá del carácter "performático" de un manifiesto político publicado en Internet en 2013- para pasar luego a una sucesión de enjuiciamientos teóricos sobre ella cuyo veredicto más común es la guillotina (teórica, por supuesto).


El volumen de ensayos funciona como una extraña novela académico-judicial kafkiana en la que se desnuda la esencia ideológica del acusado (el aceleracionismo) al mismo tiempo que su cuerpo cae sobre un patíbulo cuya eficacia está arbitrada por Franco Berardi, Mark Fisher y Antonio Negri, entre otros diez intelectuales europeos y estadounidenses de menor escala. En defensa del aceleracionismo, por otro lado, está claro que, siendo indulgente, no podría decirse mucho más de lo que el crítico James Wood escribió sobre la prosa de George Steiner: es el sudor de una estatua que desea ser un monumento.
¿Pero un monumento a qué? Es en las únicas dos respuestas posibles (por completo antagónicas) a sus ideas donde se resuelve la suerte del aceleracionismo filosófico. O bien se trata de un "monumento" de la derecha al triunfo incontestable del capitalismo, o bien, por el contrario, de un "monumento" de la izquierda a su derrumbe inminente. De una u otra manera, como lo sintetiza el estadounidense Steven Shaviro en su artículo, la discusión del libro se concentra alrededor de una certeza política y económica común: "A todas luces, la situación es mucho peor ahora de lo que era en los noventa, para no hablar de los setenta".
Inspirados en un pasaje de Karl Marx en el Discurso sobre el libre intercambio (1848) -"el sistema de la libertad comercial acelera la revolución social"- y bajo el influjo de El Anti-Edipo de Gilles Deleuze y Félix Guattari, los estadounidenses Alex Williams y Nick Srnicek habían propuesto en su "Manifiesto por una política aceleracionista" que, dada "la parálisis del imaginario político" y tras treinta años de un neoliberalismo que "ha despojado a la mayoría de los partidos de izquierda de pensamiento radical, de contenidos y del mandato popular", la tecnología que sostiene al capitalismo "debe ser acelerada precisamente porque es necesaria para ganar los conflictos sociales".
La naturaleza exacta de esa "aceleración", las posibilidades de una implementación victoriosa y el margen para que ese proceso forme parte del "autodominio colectivo", como Williams y Srnicek definen la democracia, es lo que dispara las distintas posiciones (más en contra que a favor) compiladas en el libro.
Aceleracionismo puede leerse así como una coda atractiva -pero coda al fin- dentro de un universo más amplio de ideas donde los verdaderos pesos pesados del pensamiento de izquierda y derecha mantienen un debate mucho mayor. En ese sentido, desde la filosofía política, la economía y la sociología, autores como Slavoj Zizek, Alain Badiou, Peter Sloterdijk, Thomas Piketty y Yanis Varoufakis -y en especial el más pragmático Rutger Bregman, autor del indispensable Utopía para realistas- ofrecen un paisaje de dilemas terrenales de actualidad que Aceleracionismo, con un recorte muy particular de autores, apenas deja entrever como si los observara desde una lejana estación espacial.
Desde esa órbita, la obsesión derrotista del italiano Franco Berardi ante el siglo XXI -"las maquinarias algorítmicas concentran el complejo de saberes que llamamos general intellect"- contrasta, por ejemplo, con la lucidez técnica de la italiana Tiziana Terranova, capaz de recordar que todos los algoritmos en las redes sociales son, apenas, "medios de producción que codifican un cierto saber social". Algo que, lejos de dominar nuestras mentes, sólo busca un rendimiento económico que no es invulnerable ni a los actos de conciencia individual ni a los valores estéticos y éticos de los hackers con más astucia que pánico.

ACELERACIONISMO. Armen Avanessian y Mauro Reis (Comp), Caja Negra. Trad.: M. Reis, 297 págs. $ 340

N. M. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.