martes, 28 de noviembre de 2017

UN HOGAR DE TODOS


Igualdad de género: aún nueve de cada 10 mujeres siguen al frente de las tareas del hogar
El dato surge de un relevamiento hecho por la ONU, que impulsa una campaña de concientización; mientras ellas trabajan puertas adentro más de seis horas diarias, ellos, sólo tres horas y media
Sebastián tiene 53 años y es el padre de cuatro hijas. La menor, Antonia, tiene cinco. Cuando las mayores, que ahora tienen entre 18 y 23, tenían esa edad, él casi no compartía las tareas del hogar. Pero los tiempos cambiaron y ahora lo encuentran como un padre que forma parte de otro paradigma: tres veces por semana, cuando su esposa, que es psicóloga, llega de trabajar a las 20.30, se ocupa del baño, de preparar la mochila y de tener lista la cena. "Los tiempos cambiaron. Es una evolución", dice. Cuando se le pregunta cómo se reparten las tareas compartidas, es sincero: "Es un 70/30", señala. Significa que un 70% de las cosas las hace ella y él se encarga del 30% restante. "El concepto de igualdad lo tengo superclaro. Uno va evolucionando. Lo que pasa es que a veces llevarlo a la práctica no es tan fácil", explica.
No es el único. Pese a los cambios culturales, la desigualdad de género sigue reinando puertas adentro de los hogares, donde las cuestiones domésticas y de cuidado de la familia siguen siendo cosa de mujeres.
Esta semana, el Centro de Información de las Naciones Unidas (CINU) para la Argentina y Uruguay lanzó una campaña junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Fundación Avón, el Instituto Nacional de las Mujeres y la Universidad Nacional de San Martín que se llama "Compartamos el cuidado". La iniciativa busca promover la igualdad de género en las tareas domésticas.
Las estadísticas sobre las que se basa indican que nueve de cada 10 mujeres se encargan a diario de las tareas domésticas y de cuidado, mientras que menos de seis de cada 10 hombres lo hacen. Ellas dedican seis horas y media diarias a trabajar para que la casa y la familia sigan en funcionamiento. En cambio, los hombres, sólo tres horas y media. Esto incluye tareas como llevar a los chicos al colegio, hacer las camas y las compras, cocinar, lavar, ayudar con las tareas escolares, poner la mesa y planchar, entre otras.
Visto así, por cada hora que trabaja un hombre puertas adentro la mujer lo hace dos. Es decir, la desigualdad de género es incluso mayor puertas adentro que en el ámbito laboral, donde ellas perciben en promedio un salario equivalente al 74,2% del de los hombres, según señala el informe de la campaña.
"Mientras las mujeres se incorporaron masivamente al mercado laboral, los hombres no han asumido las tareas domésticas y de cuidado en las mismas condiciones, tal como surge de los datos de la encuesta sobre el uso del tiempo", dice Tamar Hahn, directora del CINU.
Los datos son del segundo semestre de 2016 y son una consolidación de los resultados de la encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo hecha por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares.
La campaña que propone involucrar a los varones en las tareas domésticas surge como una parte del relanzamiento de la Red de Hombres por la Igualdad, una iniciativa de las Naciones Unidas que los invita a comprometerse a eliminar la violencia contra las mujeres.
Sobreexigidas
"Hay una carga cultural muy fuerte en la idea de que el cuidado, lo doméstico y la crianza son responsabilidad primaria de las mujeres. Esto nace de la época de las cavernas, cuando el hombre salía a cazar y la mujer cuidaba a la manada. Funcionó por mucho tiempo cuando el hombre era el único proveedor, pero no tiene ningún sentido hoy en un contexto en el que la mayoría de las mujeres trabaja fuera de su casa. Se traduce en la doble jornada: las mujeres, por el hecho de ser mujeres, tenemos que trabajar el doble que los hombres. Es una forma de machismo, de violencia contra la mujer, muy invisibilizada", apunta Gala Díaz Langou, directora de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
"Si se superponen los cortes de género y de clase, se llega a que las mujeres de estratos bajos son las que más horas dedican a las tareas domésticas y de cuidado. Sin embargo, en el otro extremo de la pirámide, son pocas las de mayores recursos que se desentienden por completo: en todos los estratos, nueve de cada 10 mujeres hacen a diario tareas vinculadas al cuidado doméstico y de los miembros de la familia. Significa que aunque logren contratar a otra persona para que las ayude, que en general es otra mujer, son ellas las encargadas de administrar la vida doméstica", explica Díaz Langau.
Un análisis propio que hizo el Cippec sobre los datos indica que la maternidad es uno de los factores que más transforman la agenda femenina. Una mujer que vive en pareja pero sin hijos realiza a diario cinco horas de tareas de cuidado. Si tiene dos hijos o más, pasa a hacer casi 10. En cambio, la paternidad significa para ellos pocos cambios. Un hombre en pareja sin hijos hace casi tres horas diarias de tareas compartidas, mientras que los que tienen dos hijos o más hacen apenas una hora y media más (cuatro y media) de actividades domésticas que los que no tienen hijos.
"Para superar esto, además de cambiar las pautas culturales a través de campañas que promuevan compartir los cuidados, es necesario que los gobiernos brinden servicios de apoyo, como colegios o guarderías para el cuidado de niños menores de cuatro años, escuelas, con jardines de infancia o salitas escolares públicas suficientes y bien distribuidas para que las familias con menos recursos puedan usarlas. Planteamos la necesidad de acciones mancomunadas y financiamiento compartido entre familias, gobierno y empleadores para distribuir la carga de los cuidados no remunerados de niños, ancianos y discapacitados para que mujeres y hombres puedan trabajar fuera del hogar", dice Mabel Bianco, directora de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
Romper los estereotipos masculinos, la clave de una iniciativa
Buscan que las actividades domésticas sean compartidas
En la casa de Guillermo y Paula , el despertador suena a diario a las 6.15. Mientras Paula se baña y prepara a Emiliano, de 9, y Ramiro, de 5 años, Guillermo se encarga del desayuno y de llenar las luncheras. Paula los lleva al colegio y después se va al trabajo, pero como él no se va hasta las 10, se queda ordenando la casa, hace las camas y deja todo acomodado para que cuando vuelvan su esposa y sus hijos encuentren la casa organizada.
"Imaginate si viene de trabajar y tiene que empezar a rebobinar toda la casa. No paso el trapo ni plancho, pero por lo menos dejo todo ordenado", dice Guillermo. A Paula le tocan las tareas domésticas de la tarde y la noche. Las compras las hacen juntos y, en general, la que cocina es ella. Pero eso también varía. "Así nos organizamos. No soy de los que se sientan en el sillón a ver tele mientras la mujer cocina", cuenta.
Pocas cosas hacen enojar tanto a Mariela como que su marido anteponga el "te" a cualquier tarea doméstica. "Te lavé los platos o te saqué la basura", puede ser el comienzo de una discusión. "Lo que más me molesta es que la gente diga: «cómo te ayuda tu marido». Porque lo que él hace es ayuda. Y lo que yo hago? ¿qué es?", dice esta diseñadora de 33 años madre de dos chicos.
"Hay una idea de que todo lo de la casa tiene que ver con nosotras y que los hombres nos hacen una favor, nos dan una mano. Es cierto que las cosas van cambiando, pero todavía hoy somos nosotras las que seguimos llevando la mayor carga. Y muchas veces, por ejemplo, si mi marido lava los platos, lo hace más o menos, como para que no se lo vayan a atribuir como una tarea suya", dice Mirtha, de 53 años y contadora.
A estos argumentos apunta la campaña #CompartamosElCuidado, que lanzaron las Naciones Unidas. En muchas de las placas que ya circulan en las redes se ven hombres planchando, lavando, cocinando o haciendo la tarea con los hijos. "En casa no ayudamos, compartimos el cuidado", dice Francisco Yofre, oficial de programas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación.
"La mayoría de los hombres empiezan a cambiar hábitos y masculinidades. Estamos en una transición. Se empiezan a romper esos cristales de masculinidad. Y es un proceso", concluye Florencia Yanuzzio, directora de la Fundación Avón.

E. H.

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