Bibliómanos: el juego de recomendar buenos libros
Guión: Esteban Wolfenson / Conducción: Eugenia Zicavo y Maximiliano Tomas / Producción general: Maite Echave, Pablo Destito, Pablo Giles /Coordinación de guión: Pablo Destito y Paulo Soria / Producción:Hernán Sánchez / Horario: sábados, a las 19 / Canal: TV Pública
Bibliómanos despliega una ficción: propone un juego, pero lo que se hace durante toda la emisión con esa excusa es hablar de libros. De manera entretenida, como si fuera un juego. Las reglas con las que el programa elude el habitual formato en el que en los programas sobre literatura se entrevistan escritores o especialistas en la materia plantean que los dos conductores deben proponer cinco libros cada uno que para ellos sean los que mejor remiten a un tema en particular. A partir de allí se pone en marcha una puja de tácticas y estrategias con las que cada uno intentará defender los ejemplares de su propuesta o al menos la mayor cantidad de ellos. Primero, los dos deben vetar un libro de los elegidos por el otro; luego deben dotar de inmunidad a un título de los propios; a continuación deben descartar uno de los seleccionados al principio y, finalmente, deben escoger uno del "contrincante". De lo que quede sobre la mesa se encargará un invitado, que oficiará de juez y dictaminará cuáles le parecen las mejores obras. El conductor del que más títulos sobrevivan se llevará la totalidad de los libros puestos en juego.
Todo un proceso que resulta evidentemente divertido, pero que no se restringe solo a eso. Zicavo y Tomas saben de lo que hablan cuando se trata de libros y esa competencia hace que, en primer lugar, la elección que hacen de las obras que a criterio suyo mejor remiten a un tema dado sea amplia en géneros, autores y estilos y con un muy buen balance de épocas, en el que no se descuida la recomendación basada en la actualidad. En segundo lugar, las exposiciones en las que argumentan su selección resultan muy ricas en detalles, la mayoría de las veces desconocidos para los no especialistas, que incitan a releer algunas obras o acceder a otras que no se leyeron antes.
El otro acierto del programa, además de los intercambios entre los conductores, es el aporte de los invitados. Ya de por sí la forma en que aparecen en cada emisión, en escenarios inusuales de exteriores, fuera del ámbito del estudio de televisión y conversando con los conductores por teléfono, resulta un recurso atractivo. Pero además la selección de ellos permite el abordaje de la temática elegida desde perspectivas muy variadas de las que participan escritores, libreros, editores y académicos que entienden del asunto.
En cuanto al intercambio entre los conductores, contagia el clima de competencia que se establece entre los dos a la hora de defender sus propuestas. Eso desde lo lúdico, pero además es muy acertado que en la elección de obras no solo aparezcan ficciones, sino que también se incluyan ensayos o tratados que abordan a su manera el tema de ese programa. El espectro se amplía y surgen alternativas de encarar la cuestión de formas sorprendentes. Una lástima, eso sí, es que en toda la propuesta no aparezcan entre los volúmenes elegidos algunos dedicados a la poesía.
R. M.
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