Todo Rodin: obras reunidas en el centenario de un disruptivo de su tiempo
Emblemáticas esculturas de la colección del Bellas Artes se exhiben juntas por primera vez; la huella del francés en nuestro arte
Dos versiones de "El beso", de Rodin: el primero en terracota y el segundo en yeso.
La belleza idealizada o la belleza realista. La opción, a la que obligaba la genialidad de Auguste Rodin, fue captada por algunos artistas argentinos que siguieron las huellas modernistas que iba dejando el revolucionario escultor francés, cuyas obras engalanan el patrimonio nacional. Con la muestra Rodin. Centenario en Bellas Artes, que se inaugura hoy, a las 19, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) se suma a la red internacional de instituciones que este año rinden homenaje al hombre que transformó la forma de hacer y entender las esculturas, a un siglo de su fallecimiento. Y coloca la última perla a un año de grandes maestros: en el primer piso, continúa la muestra con medio centenar de obras tardías de Miró.
Así, una veintena de piezas de Rodin se exhiben juntas por primera vez en una sala dividida en dos espacios: uno que alude a su atelier, y el otro, al proyecto inconcluso de La puerta del infierno. En este último el visitante podrá deleitarse con la contemplación y comparación de dos versiones de una de sus figuras más famosas: El beso. El conocido calco en yeso de gran tamaño que Rodin regaló al Bellas Artes, a través de su fundador, Eduardo Schiaffino, se exhibe junto a otro más pequeño, hecho en terracota y que muy pocas veces salió de los depósitos del museo.
La belleza idealizada o la belleza realista. La opción, a la que obligaba la genialidad de Auguste Rodin, fue captada por algunos artistas argentinos que siguieron las huellas modernistas que iba dejando el revolucionario escultor francés, cuyas obras engalanan el patrimonio nacional. Con la muestra Rodin. Centenario en Bellas Artes, que se inaugura hoy, a las 19, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) se suma a la red internacional de instituciones que este año rinden homenaje al hombre que transformó la forma de hacer y entender las esculturas, a un siglo de su fallecimiento. Y coloca la última perla a un año de grandes maestros: en el primer piso, continúa la muestra con medio centenar de obras tardías de Miró.
Así, una veintena de piezas de Rodin se exhiben juntas por primera vez en una sala dividida en dos espacios: uno que alude a su atelier, y el otro, al proyecto inconcluso de La puerta del infierno. En este último el visitante podrá deleitarse con la contemplación y comparación de dos versiones de una de sus figuras más famosas: El beso. El conocido calco en yeso de gran tamaño que Rodin regaló al Bellas Artes, a través de su fundador, Eduardo Schiaffino, se exhibe junto a otro más pequeño, hecho en terracota y que muy pocas veces salió de los depósitos del museo.
Del otro lado, una gigantografía en sepia introduce al taller donde trabajó el francés con imágenes de sus creaciones que interactúan con el imponente bloque de mármol de La tierra y la luna, la misteriosa Cabeza monumental de Balzac en bronce y, entre otras piezas, el pequeño estudio de Balzac en yeso.
Bisagra en las redefiniciones artísticas de su época, el trabajo de Rodin desafió las normas de armonía y equilibrio que regían en el academicismo clásico imperante. "Sus planteos disruptivos incluyeron nuevas soluciones para la escultura: algunas de ellas son el uso de puntos de vista múltiples, el modelado de anatomías imposibles y la exaltación de la materia al dejar visibles distintas texturas que habilitan la sensación de inacabado", afirma Mariana Marchesi, directora artística del MNBA y curadora de la muestra que ofrece un original plus. En la sala 20, donde habitualmente se exhiben los Rodin, se montó una selección de obras de artistas argentinos "que sintieron el impacto de la modernidad de Rodin".
Bisagra en las redefiniciones artísticas de su época, el trabajo de Rodin desafió las normas de armonía y equilibrio que regían en el academicismo clásico imperante. "Sus planteos disruptivos incluyeron nuevas soluciones para la escultura: algunas de ellas son el uso de puntos de vista múltiples, el modelado de anatomías imposibles y la exaltación de la materia al dejar visibles distintas texturas que habilitan la sensación de inacabado", afirma Mariana Marchesi, directora artística del MNBA y curadora de la muestra que ofrece un original plus. En la sala 20, donde habitualmente se exhiben los Rodin, se montó una selección de obras de artistas argentinos "que sintieron el impacto de la modernidad de Rodin".
Se trata de Arturo Dresco, Rogelio Yrurtia, Pedro Zonza Briano y Alberto Lagos. En 1900, mientras permanecían en Italia becados para estudiar escultura, los dos primeros asistieron en París a la primera y única gran exposición que hizo Rodin y quedaron subyugados por su genio, a tal punto que incorporaron en sus obras tips propios del francés, como la alternancia de texturas, el movimiento de la superficie y el juego de luces y sombras. Se ve, por caso, en La pena, de Dresco, que tiene una reminiscencia a La Danaide, pequeña talla en mármol de Rodin, con una forma parecida para aludir al mismo sentimiento de tristeza. "Como aquel, trabaja el mármol en bloque", observa Marchesi. Y agrega que para los creadores argentinos la manera de Rodin de trabajar el desnudo implica "una ruptura muy grande con lo que se venía haciendo". Otro ejemplo es la escultura de Zonza Briano Creced y multiplicaos "que en 1912 fue rechazada en el Salón de París por atentar contra el pudor y la moral".
Para agendar
Hasta el 25 de febrero de 2018, en el MNBA, Av. Libertador 1473. De martes a viernes, de 11 a 20, y fines de semana, de 10 a 20. Gratis.
S. P.
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