Para hacer el problema más grave, los incidentes al conducir no se cobran cualquier vida: son la principal causa de muerte de personas jóvenes, pues figura primera de la lista para los menores de 35 años y resulta especialmente implacable con los adolescentes de la franja entre 15 y 24 años.
Una vez más, nuestro cerebro involuntariamente conspira para que nosotros no adoptemos mayores precauciones: a causa de un sesgo cognitivo conocido como ilusión de control, sobreestimamos nuestra sensación de seguridad por el mero hecho de que somos nosotros quienes vamos al volante. Estamos en control de la situación. En una encuesta que hicimos con Gerry Garbulsky como parte de nuestra columna de radio, 73% de las personas creen que manejan mejor que el promedio, contra solo 27% que cree que lo hace peor. Eso, por la definición misma de promedio, es por supuesto imposible. Debiera haber tantos de un lado como del otro de la media.
Pero hay una buena noticia: una nueva tendencia puede aportar un poco de objetividad y ayudar a solucionar este problema.
Usando sensores colocados en los autos, es hoy posible detectar las maniobras imprudentes y medir cuán bien manejamos. Esta tendencia, impulsada en otros países por compañías de seguros que pueden así otorgar descuentos en las pólizas a los buenos conductores, está ahora llegando a la Argentina.
En el mundo de los negocios es bien sabido que todo lo que se mide, mejora. El simple hecho de dar visibilidad a una variable y proporcionar información modifica la conducta de las personas y genera avances. Puedo dar en esto mi propio testimonio: a pesar de que siempre fui un conductor prudente y en mis casi 30 años de manejo nunca tuve un incidente, tener un sensor en mi auto y saber que cualquier maniobra brusca será detectada y afectará mi puntaje me hizo acentuar más mis prevenciones. Y si en algún momento me olvido, una app en mi celular se ocupa de espabilarme y volver a la buena senda.
En el mundo de los negocios es bien sabido que todo lo que se mide, mejora. El simple hecho de dar visibilidad a una variable y proporcionar información modifica la conducta de las personas y genera avances. Puedo dar en esto mi propio testimonio: a pesar de que siempre fui un conductor prudente y en mis casi 30 años de manejo nunca tuve un incidente, tener un sensor en mi auto y saber que cualquier maniobra brusca será detectada y afectará mi puntaje me hizo acentuar más mis prevenciones. Y si en algún momento me olvido, una app en mi celular se ocupa de espabilarme y volver a la buena senda.
La mayor incidencia de accidentes de tránsito fatales se da en los adolescentes, y probablemente la causa esté relacionada a la transgresión propia de la edad, especialmente cuando conducen de a varios y sin la presencia de los padres. Estos sistemas permitirán a los mayores saber cómo manejan sus hijos cuando usan los vehículos sin su presencia, y ayudarán a detectar posibles situaciones de riesgo a tiempo y mejorar la educación vial que les demos.
Existe una máxima que sostiene que si algo se puede prevenir, entonces no es un accidente. Llamarlos de esa manera simplemente nos ayuda a evadir nuestra responsabilidad. Tomar acciones para mitigar este problema y reducir el número de muertes está en nuestras manos. La tecnología nos viene ayudando al hacer más seguros los autos, pero este efecto en general es compensado por un aumento en las velocidades y en el manejo temerario. Medir cómo manejamos quizá nos ayude a ver en qué medida somos todos parte de este problema. Si, como la gran mayoría, creés que manejás mejor que el promedio, ¿te animás a poder verlo en números?
S. B.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.