martes, 7 de noviembre de 2017

ECONOMÍA; CORRUPCIÓN


Entrevista a Federico Weinschelbaum sobre Corrupción

Federico es un economista teórico argentino que realizó su doctorado en la Universidad de California en Los Ángeles y que se desempeña como Profesor de Economía en la Universidad de San Andrés. Federico es experto en temas de corrupción.
FE: A lo largo de tu carrera, has dedicado mucho tiempo a estudiar un tema fundamental: la corrupción. ¿Podrías decirnos por qué es tan difícil combatirla?
FW: Esta es una muy buena pregunta. Existen varios motivos, pero para no hacerlo muy largo déjenme elegir dos. Primero, la dificultad para combatir la corrupción varía mucho dependiendo del nivel de corrupción que existe en la sociedad. En sociedades como la nuestra, donde los actos de corrupción están generalizados hace ya mucho tiempo, muchas veces la corrupción es considerada una práctica habitual “imposible” de resolver, e incluso no es condenada socialmente. Un primer paso para poder reducir en términos considerables la corrupción es que el conjunto de la sociedad entienda a) lo perjudicial que esta es para el funcionamiento de la sociedad y b) que es posible hacerlo. Segundo, la corrupción puede tomar formas muy diversas, muchas veces se trata de atacar con medidas de política a una forma en particular, sin embargo, muy rápidamente los actores se acomodan a las nuevas políticas y surgen nuevas formas de prácticas corruptas. Por eso es importante entender el fenómeno general de la corrupción y atacarlo de manera sistemática en lugar de con medidas aisladas.
FE: En general se piensa que para que exista corrupción debe estar involucrado un funcionario público. Sin embargo, en tu tesis doctoral, planteas que ello no es así. Danos tu definición de corrupción.
FW: Si bien es cierto que muchas veces se asocia a la corrupción solamente con el estado, no es cierto que sea necesario que esté involucrado un funcionario público para que exista una práctica corrupta. Cuando un presidente de un club, por ejemplo, se enriquece tomando decisiones en contra de los intereses de los asociados se dice que es un corrupto a pesar de que puede nunca haber sido funcionario público. Para hablar de corrupción creo que es necesario que estén involucrados tres individuos: un principal, un agente y un corruptor o, como lo llamo en mi tesis, un principal oculto. La corrupción existe cuando el agente recibe un soborno (monetario o de otro tipo) del principal oculto con el objeto de beneficiar los intereses del principal oculto a expensas de los intereses del principal para quien el agente trabaja “nominalmente”. Este agente muchas veces es un funcionario público pero puede ser también un dirigente de una asociación civil o un empleado de una empresa privada. Creo que para estudiar y entender profundamente el fenómeno de la corrupción y así poder combatirla efectivamente es importante entender cuáles son las características esenciales de las relaciones que queremos analizar y combatir.
FE: Entonces, según tu definición, la corrupción se puede dar también en organizaciones privadas.
FW: Por supuesto, es necesario que haya un agente que tenga intereses que no estén necesariamente alineados con los intereses del principal que tome decisiones o realice acciones que afecten a la organización a la que pertenece. Esta organización puede ser un gobierno, un organismo internacional, una organización sin fines de lucro o una firma privada. Además, en general, la corrupción exige una capacidad de observación imperfecta, ya que si el principal puede observar todo lo que sucede a su alrededor, sin que le represente costo alguno, entonces podrá diseñar un mecanismo que induzca al agente a comportarse de tal manera que favorezca sus intereses. También la corrupción puede generarse debido a problemas de coordinación entre el conjunto de individuos que conforman al principal, cuando este no es una persona individual, como es el caso de los gobiernos, de los organismos internacionales y de las organizaciones privadas que no tienen un único dueño.
FE: Esto resulta muy interesante pues implica que hay que pensar bien las instituciones de contralor en los organismos internacionales. En una democracia, al ejecutivo lo controla la justicia, la prensa, la oposición, etc. ¿Quién controla a estos organismos?
FW: En general estos organismos son organizaciones que representan al grupo de países miembros e indirectamente a sus poblaciones. Los países miembros deberían ejercer el control. Sin embargo muchas veces aparecen los problemas de coordinación que nombramos anteriormente y también cada país busca modificar algunas decisiones en favor de sus propios intereses. Algunos organismos son controlados por divisiones internas de los propios organismos que deberían ser independientes. También la prensa internacional seguramente tiene un rol importante que cumplir.
FE: En Argentina, durante la crisis de 2001, se pedía que se fuesen todos los políticos. Muchos decían que ello no cambiaría nada pues no se cambiaban las condiciones que determinaban la corrupción. Sin embargo, vos, junto a Sebastián Galiani, dijeron que sí, que una razzia podía cambiar el nivel de corrupción de la sociedad. ¿Por qué ello es así según ustedes?
FW: El argumento que hacemos en el artículo “Social Status and Corruption” (2013) es que en general los agentes tienen incentivos tanto económicos como sociales para realizar determinadas acciones o pertenecer a ciertos grupos. En particular obtienen “beneficios sociales” por pertenecer a organizaciones prestigiosas con altos niveles de status y “costos sociales” por pertenecer a organizaciones desprestigiadas. El nivel de corrupción que existe en una institución reduce el prestigio y por lo tanto los beneficios sociales de pertenecer a esta. De esta manera, si hay un cambio brusco en los miembros de una organización esto puede llevar a un cambio importante en el status de la organización y, por lo tanto, incentivar a individuos honestos a formar parte de estas instituciones y también resulta más barato incentivar a los miembros a comportarse honestamente.
FE: Vos trabajaste también en el tema de subastas. Muchas veces se afirma que estas son un mecanismo transparente para vender activos públicos. ¿Puede haber corrupción en las subastas públicas?
FW: Uno de los objetivos por los que se impulsa la utilización de subastas y licitaciones es aumentar la transparencia y reducir los niveles de corrupción. Pero es cierto que las subastas en general no son inmunes de por sí a la corrupción. Como decíamos al principio, las prácticas corruptas pueden tomar numerosas formas y en las subastas en particular puede haber también distintas prácticas corruptas. La corrupción en subastas es uno de los temas más importantes en la agenda de investigación que tenemos junto con Leandro Arozamena. En general las subastas o licitaciones no las lleva a cabo el principal sino su agente. Cuando este agente llega a un acuerdo con uno o un grupo de los potenciales compradores para realizar alguna acción en contra de los intereses del principal decimos que existe corrupción en la subasta. En la prensa se puede observar frecuentemente muchos casos de corrupción en subastas y licitaciones. Desde el punto de vista de la literatura teórica de subastas existe un conjunto reducido pero creciente de artículos que estudian algunos casos de corrupción en subastas.
FE: También trabajaste mucho en el tema del crimen. ¿Cómo se relaciona este problema y el de la corrupción?
FW: Para empezar, podemos decir que la corrupción es un tipo particular de crimen. Por otro lado nos podemos preguntar cómo se relaciona la corrupción con otro tipo de crímenes. Hay distintas maneras en las que se relacionan la corrupción y otros crímenes. Estoy convencido que un canal muy importante es que en sociedades o países en donde la corrupción es generalizada es muy difícil pensar en mecanismos eficaces de detección de actividades criminales y, aun en casos donde el crimen es detectado, su castigo puede ser evitado mediante un acuerdo corrupto. De esta manera uno piensa que la corrupción al reducir la capacidad para combatir el crimen lo “fomenta”. Entonces, “ceteris paribus”, en economías donde existe más corrupción esperamos encontrar mayor criminalidad.

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