jueves, 2 de noviembre de 2017

LECTURA RECOMENDADA


El libro de Aurora, de Aurora Bernárdez
Páginas de una autora secreta



En vida, Aurora Bernárdez (Buenos Aires, 1920-París, 2014) nunca publicó un libro. Se la conocía como la eximia traductora de grandes escritores y, sobre todo, como la primera esposa de Julio Cortázar, con el que vivió desde 1952 hasta 1967, cuando él y la escritora lituana Ugné Karvelis iniciaron una larga relación. Tras el divorcio, Aurora se convirtió en la mejor amiga y la persona más cercana a Julio. En 1982, murió la estadounidense Carol Dunlop, la segunda esposa de Cortázar, y Aurora volvió junto a Julio, ya muy enfermo, para asistirlo hasta la muerte de éste en 1984. Él la había designado su heredera universal y su albacea literaria.
A pesar de su voluntad de silencio, los amigos de Aurora sabían que ella escribía. Afortunadamente la acertada intervención de sus herederos impidió que los papeles de Bernárdez, tras su muerte en 2014, a los 94 años, se perdieran. La cosecha, después de un prolijo estudio, es El libro de Aurora, que reúne poesías, cuentos, notas de la autora, así como la transcripción de la única y extensa entrevista (80 páginas) que ella concedió en su vida para el documental La vuelta al día, del compositor y cineasta Philippe Fénelon. Él, fiel a la amistad que mantuvo con Aurora, se encargó junto con Julia Saltzman de la edición de este libro.
Las razones de esa "clandestinidad" literaria fueron el hermano mayor de Aurora, el poeta Francisco Luis Bernárdez, y naturalmente Julio Cortázar. Dice Aurora en la entrevista de Fénelon: "No podía competir. No podía hacer lo que hacían otros porque no podía caer en el ridículo (.)".


Aurora es una notable poeta, de pocos poemas (80). En ellos, hay sensualidad, asordinado dolor y versos con la elegancia precisa de un teorema. Por ejemplo, dice refiriéndose a San Sebastián: "Por las brechas azules de sus ojos / Hunde la golondrina / Su grito traspasado / De delicia". En cuatro líneas, resume siglos de imaginería erótica sobre el cuerpo más pagano y deseado de la cristiandad. Y qué bien retrata a Julien Sorel, el protagonista de Rojo y negro de Stendhal, antes de morir ajusticiado: "Pálida la secreta ambición, / Vestido como un preceptor, / Piensa en Mademoiselle de la Mole / Acechando el redoble / de la ejecución."

La segunda parte de El libro de Aurora la integran ocho cuentos. Se ha dicho que recuerdan los de Cortázar y los de Silvina Ocampo, su amiga, con los que compartía el gusto por el humor siniestro, los personajes infantiles perversos y las historias de familia falsamente ingenuas. Varias de sus criaturas están vistas con una mirada condescendiente y burlona que, por medio del léxico, clava, como mariposas, en la clase media popular porteña. Los chicos toman "la leche"; los nombres van precedidos por los artículos: "la Elvira". Las mujeres son "decentes". El último cuento, "Arrancada", de carácter autobiográfico, narra cómo Ugné Karvelis desplazó a Aurora en el amor de Cortázar y desvió el curso de la obra de éste convirtiéndolo a la literatura comprometida, una vertiente de lo sublime para la que no estaba dotado.


El tercer panel del libro está dividido en "Viajes" (espléndida la crónica del viaje a Sanlúcar), "Artes y oficios" (reflexiones sobre artistas, escritores y temas literarios) y "Vida". Hay una anotación que oficia de advertencia. A partir de una cita de Ortega y Gasset ("Toda vida es secreto y jeroglífico"), dice sobre la biografía: "No hay método seguro para acertar con la clave arcana de una existencia ajena".
En la última parte, "Conversaciones", Aurora despliega lo más parecido a sus memorias: la niñez, la vida junto a Julio desde el momento en que la escritora Inés Malinow se lo presentó en la confitería Richmond de Florida, la vida separada de Julio y la vida en soledad. Cuando Fénelon le pregunta a Aurora cuál es su posición ante la literatura, responde de modo contradictorio y revelador por la resignación que insinúa: "La de lectora. (.) La lectura es quizá lo que más satisfacción me ha dado en esta vida, sin duda".
Es extraño hasta qué punto leyendo El libro de Aurora, un libro no deliberado, uno siente que tiene entre sus manos la vida de la autora y que parte de esa vida nos espeja porque ingresamos en la zona de silencio y oscuridad compartida por todos que pretendemos ignorar.
EL LIBRO DE AURORA
Por Aurora Bernárdez
Alfaguara. 284 págs., $ 349

H. B. 





Estrés y libertad, de Peter Sloterdijk
Crisis cultural en equilibrio



Si hay un rasgo que todavía distingue al opinólogo con veleidades de "influencer mediático" del intelectual capaz de proyectar un sistema de ideas propio sobre la urdimbre profunda de la realidad, conviene detectar ese rasgo en la ambición de un pensamiento.
Entre los pensadores afines a los compases del liberalismo como Peter Sloterdijk (Alemania, 1947), esa vara es delicada: la disputa no se define, como entre quienes se oponen al statu quo, en torno de lo que la sociedad, la cultura, la economía y la política podrían llegar a ser, sino alrededor de lo que ya son.
El problema es que, a partir de ahí, la crítica y la inteligencia no enfrentan sólo los límites de la propia creatividad. También están las tentaciones del confort. Eso no incluye sólo una inmersión voluntaria en la aséptica neutralidad de los grandes sistemas universitarios, a los que el crítico literario Terry Eagleton define en Europa hoy como "empresas seudocapitalistas con una ideología de gestión filistea". También los think tanks, vinculados en mayor o menor medida a los poderes fácticos de turno, han demostrado ser eficientes domesticadores de la voz intelectual, ya sea a través de su reducción a un colorido buzón de sugerencias frente al estado del mundo o a una variante más entre otros informes técnicos.
Entre la plena conciencia de los límites de estos ecosistemas tan particulares del pensamiento y una vasta obra dedicada a iluminar los eventos más sensibles de la modernidad -un recorrido filosófico que en la Argentina fue analizado en profundidad en el ensayo Sloterdijk y lo político por la académica Margarita Martínez-, Estrés y libertad pinta un paisaje entretenido, sintético y provocador del liberalismo actual.
Entre las prioridades de Sloterdijk, la más importante es volver a señalar que Occidente sigue atravesado "por el misterio de las aspiraciones realizadas". ¿Y por qué otro motivo, si no, un brillante intelectual de la derecha liberal -en excelentes tratos con un brillante intelectual de la izquierda progresista como Slavoj Zizek- sentiría la necesidad de objetar el rumbo contemporáneo del liberalismo?
"Si llegara a darse una regeneración intelectual del liberalismo político, debería partir de la idea de que la persona no es únicamente un ser codicioso, voraz, vicioso y necesitado, que reclama vía libre para su carencia sentimental y su hambre de poder. También lleva en sí el potencial de un comportamiento dadivoso, generoso y soberano", concluye el autor de Normas para el parque humano. Pero ¿en qué términos podría darse esa "regeneración"?



Es ahí donde se plantea un coeficiente de rozamiento colectivo entre la "libertad" y el "estrés". A la primera Sloterdijk la define, en sentido político, con la historia romana de Lucrecia y Sexto Tarquinio -que finalizó en una revuelta contra la tiranía- y, en sentido filosófico, con la noción griega de "una extensión de la disposición atlética al combate en la esfera del diálogo sobre la verdad". El "estrés" es, en cambio, aquello a partir de lo cual la obediencia, la rendición y la vigilancia del poder, aplicadas por diversos medios sobre las sociedades, desatan "niveles de vitalidad" que, al afianzar los lazos, no evitan tampoco "el enfurecimiento ante la idea de su propia desaparición".
Entre la libertad y el estrés, el equilibrio es delicado. Por eso la palabra "sostenibilidad", dice Sloterdijk, "es el síntoma semántico fundamental de la crisis cultural de hoy". En ese marco, las revoluciones modernizadoras cumplidas a medias, las tensiones multiculturales y la sensación incluso tecnológica de que no hay coherencia pública ni privada que no pueda someterse a un plebiscito diario sirven como telón de fondo para reflexionar sobre un presente percibido nada menos que desde la sensibilidad de la nación más poderosa de Europa. ¿La conclusión del pensador alemán? "La liberalidad es demasiado importante para dejarla en manos de los liberales."
ESTRÉS Y LIBERTAD
Por Peter Sloterdijk
Godot. Trad.: Paula Kuffer. 70 págs., $ 200


N. M.

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