Nada peor que tener nada.
A Alison Hill le falta todo. En particular, las respuestas más básicas sobre el enigma que diez años atrás, desde una extraña ciudad ubicada a 11.091 kilómetros de su casa, cambió el sentido de su vida para siempre.
Alison ni siquiera puede preguntarse quién mató a su hija, porque nadie ha logrado aclararle con certeza si la joven fue asesinada o si murió por otras causas.
Difícil confiar si quien estaba a cargo de investigar era Aníbal Fernández, el mismo que como ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos prefirió acusar a la víctima de ser narcotraficante antes que aclarar su muerte.
Quizás por eso es que esta madre británica ahora decidió escribirle al presidente Mauricio Macri, para saber si nuevo Gobierno significará para ella nueva Justicia.
El misterio de Laura Michelle Hill empezó a escribirse en Argentina el 19 de agosto de 2007, cuando esta asistente dental llegó como turista al aeropuerto de Ezeiza sin saber que jamás volvería a ver las olas de Eastbourne, la ciudad británica donde había nacido. Tenía 25 años, sed de experiencias nuevas y una cantidad de amigos para compartirlas, aunque sólo 43 días de vida por delante.
En ese lapso, Laura atravesó situaciones que aún hoy resultan incomprensibles para Alison. Estuvo en contacto con sus padres hasta el 14 de septiembre, fecha en la que dejó de llamarlos y de escribirles. Por esos días, se alojó junto a un joven británico -que, para muchos, era su novio- en el departamento de un muchacho colombiano, en pleno San Telmo.
Por esos días, también, quedó en medio de una redada de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal en la que se incautaron 18.500 pastillas de éxtasis y casi cinco kilos de cocaína y detuvieron, entre otros, a un búlgaro, a un coreano y a otro ciudadano colombiano.
Laura estuvo detenida y fue liberada por falta de pruebas, sin que su familia en Gran Bretaña se enterara. Entonces volvió al departamento de San Telmo, en Chacabuco entre San Juan y Humberto I°. Los vecinos recordarían luego que se la pasaba encerrada con el chico británico escuchando música a todo volumen, y que el joven salía cada dos por tres para comprar cerveza en un supermercado.
El otro recuerdo que dejaría ahí sería el del final. En la mañana del 1° de octubre de aquel 2007, una médica del hospital Muñiz que vivía en el mismo edificio de San Telmo bajó las escaleras y se encontró con Laura sentada en un escalón del segundo piso. Tenía, según los registros oficiales, una botella de agua mineral en una mano y un cigarrillo en la otra. Parecía dormida, pero estaba muerta.
Alison y su marido se enteraron al día siguiente, aunque se lo contaron de otra forma.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de su país (Foreign Office) les informó que su hija había muerto por un “edema pulmonar provocado por causas naturales”. Cuando preguntaron dónde, les dijeron que la habían hallado en el banco de una plaza porteña.
Nada les cerraba. “Laura era joven y no tenía problemas de salud como para morir por causas naturales”, señalaron horas después Alison y su esposo, sin medios suficientes para salir del condado de Sussex ni para contratar ayuda a distancia. Igual la buscaron.
El último día de aquel octubre en el que nacieron todos sus dolores y todas sus intrigas se reunieron con Nigel Waterson, un diputado local. El legislador se movió hasta que logró presentar el tema en el Parlamento Británico para denunciar “falta de apoyo” de parte de su Cancillería y de su embajada en Buenos Aires.
Waterson agregó en aquella exposición que los resultados de la autopsia decían que Laura había muerto de una “congestión pulmonar y un edema agudo causado por la ingestión de cocaína”. Para él, ese dato combinaba con otro que, aseguró, había obtenido por su cuenta: “La chica tenía moretones en varias partes del cuerpo y no hay forma de que haya ingerido tanta droga por propia voluntad”, indicó. “Las autoridades argentinas no parecen haberse preocupado siquiera por saber dónde estaba alojada”, agregó. Y sugirió una violación seguida de muerte.
A través de Waterson, Alison y su marido lograron repatriar el cuerpo. Su plan era hacer una segunda autopsia en Gran Bretaña, pero cuando el cadáver por fin arribó se encontraron con una sorpresa. Fue el 21 de diciembre de 2007: el cuerpo era un envase vacío, sin órganos. Todo había quedado acá, en teoría para estudios complementarios, por lo que era imposible hacerlos en su país.
El escándalo empezó a crecer. Entrado 2008, Alison y su esposo dieron una conferencia de prensa en el tradicional hotel Chatsworth, en Eastbourne. “Sólo queremos saber qué sucedió con nuestra hija y cómo murió. El Foreign Office nos hizo creer que la muerte de Laura no era sospechosa, pero las pruebas que salieron a la luz después sugirieron otra cosa”, dijo allí la mamá. “Creo que las autoridades argentinas han encubierto algo y el Foreign Office no presionó para obtener más respuestas. Esto es un infierno, tenemos que saber qué sucedió con ella. Nos defraudaron”.
Aturdidos, los padres de Laura la sepultaron el 28 de abril de 2008 en su ciudad. “Nosotros esperábamos el cuerpo para hacer una segunda autopsia, más profunda. Pero sin los órganos fue imposible”, ratificó Alison. Su pedido, y el de toda su familia, era que la Justicia argentina convocara a la Policía de Sussex.
Pero aquí la postura era muy diferente. El fiscal argentino, Aldo de la Fuente, tuvo que salir a hablar: “No hay indicios de que en este hecho haya intervenido una tercera persona. La autopsia determinó que ella tenía cocaína en el cuerpo, tras aspiración nasal, y que murió de un edema pulmonar por una falla cardíaca. Estoy sorprendido por lo que se dice ahora”.
Como el caso seguía creciendo en los diarios, decidió ser aún más contundente: “En el cuerpo de la chica se encontró cocaína. No tenía golpes ni traumatismos para decir que fue maltratada. Fue una clara muerte por excesos. No hay indicios de otra cosa”.
Habían pasado ya diez meses del final de Laura y el caso ocupaba espacios en los diarios de los dos países. “Buenos Aires, una ciudad decadente”, tituló por entonces el diario británico Daily Mail. “Las calles están inundadas de cocaína barata de Bolivia y Colombia”, agregaba la nota, “y mueren 15 jóvenes por semana por disfrutar demasiado”.
“En otros tiempos, la Argentina era conocida por su elegante y sensual tango; ahora es un imán para los mochileros ingleses en busca de alcohol barato y variedad de drogas”, insistió el periódico británico.
Tamaña campaña antiargentina fue demasiado para Aníbal Fernández, por entonces jefe político de todas las fuerzas de seguridad federales. “La realidad es un poquito diferente”, ironizó, con su tono habitual de aquellos tiempos.
“Unos 19 días antes de su muerte, por una investigación de nuestra Superintendencia de Drogas Peligrosas de hacía mucho tiempo, se produjeron varios allanamientos”, describió. Y afirmó que Laura “formaba parte de una red de narcotráfico”.
“En la investigación hay escuchas de la relación entre el coreano detenido y esta joven, en la cual negociaban su calidad de ‘mula’ para llevar droga a Europa, que no terminó de concretarse porque no se pusieron de acuerdo en el método de ocultación de la droga”, relató.
Según el entonces ministro, Laura y el búlgaro que terminaría preso se habían alojado juntos en distintos hoteles entre el 19 y el 23 de agosto y quien pagaba las habitaciones era el colombiano detenido como cabecilla narco.
Todo incomprobable, ya que Laura había sido liberada a las pocas horas del operativo. Sin embargo, esto bastó para terminar de mandar al archivo el expediente por la muerte de la turista británica.
El tema, igual, no está cerrado. Al menos, no para Alison.
En las últimas semanas, la mujer se contactó con la ONG Usina de Justicia, cuya referente es Diana Cohen Agrest. Pidió que la ayuden a conseguir patrocinio gratuito para reabrir el expediente. También solicitó que le hagan llegar a Mauricio Macri una carta. Esta carta:
“Le escribo para pedirle ayuda. Nuestra hija murió en circunstancias muy sospechosas. Desafortunadamente, quedó involucrada en una gran red de narcotráfico (…) A lo largo de estos años, nosotros obtuvimos un montón de información. En la mañana en la que Laura murió, los británicos con los que estaba dejaron el país. Dijeron que la Policía recibió plata para no revisar el departamento donde ella y otros se estaban quedando (…) Nos informaron que Laura no tenía lesiones. Pero después de ver las fotos del cuerpo descubrimos muchas heridas (…) El forense escribió a la Embajada Argentina en Londres para pedir que su muerte sea investigada, ya que creemos que fue asesinada. Esperamos conseguir un abogado en Buenos Aires para pedirle al fiscal que reabra el caso. Pero lamentablemente no estamos en posición de pagarlo. Todos nuestros ahorros se fueron en repatriar a nuestra hija y en su funeral (…) Creemos que su muerte es sospechosa y que este caso fue encubierto por algún motivo”.
“Sentimos que ahora que usted es el presidente, y está luchando para detener la corrupción, rogamos que nos ayude a obtener justicia y verdad para nuestra amada hija”.
Por ahora, Alison sólo tiene un montón de nada
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.