2017: un año de desinflación
Con todos los datos disponibles, y si bien ya no había dudas, está totalmente claro: la inflación del año 2017 estuvo muy lejos de la meta que el propio Banco Central se había impuesto. Mientras que la cota máxima fijada por la entidad monetaria para la inflación interanual de diciembre era del 17%, el nivel general de precios nacional tuvo un aumento del 24,8%. Es decir que el comportamiento de los precios tuvo un desvío de casi 8 puntos porcentuales respecto de la meta máxima.
Dado esto, hablar de un proceso de desinflación, o de un relativo éxito de la política antiinflacionaria del Banco Central podría parecer equivocado. Sin embargo, una mirada de mediano plazo sobre la dinámica inflacionaria argentina indica lo contrario: el año 2017 fue un año en el que, con dificultades y errores, la política económica logró desacelerar un proceso inflacionario que lleva más de 10 años y, desde este punto de vista, fue exitosa.
En primer lugar, en el siguiente gráfico se observa de manera muy clara que el 24,8% de inflación representa la tasa más baja desde el año 2011. Es decir, que la inflación promedio nacional del año pasado fue la más baja de los últimos 5 años. Lamentablemente la comparación no tiene la suficiente rigurosidad, debido a que para los años anteriores al 2017 se tomó un promedio de distintos índices subnacionales, según la disponibilidad de los mismos en cada período, debido a las conocidas limitaciones estadísticas en que se encontraba el país en aquel período.
Sin embargo, para mayor rigurosidad, y para entender en mayor profundidad el valor que tiene la tasa del 24,8% de 2017 resulta pertinente analizar el índice de precios de la Ciudad de Buenos Aires, ya que el mismo está disponible desde mediados del año 2012 y cuenta con la división entre precios regulados, la denominada inflación núcleo y el índice general. Con algunas diferencias respecto al gráfico anterior de inflación nacional, se observa nuevamente que la tasa de variación de precios en la Ciudad de Buenos Aires en 2017 fue la más baja desde que se publica éste índice. Mientras que respecto a 2014 y 2016 la diferencia es sustancial, podría parecer, a primera vista, que la inflación del 2017 no fue significativamente menor a la de 2013 y 2015: en el año 2013, la tasa cerró en 26,6%, en 2015, en 26,9% y en 2017 en 26,1%.
Estas diferencias de decimales, adquieren, sin embargo, una mayor relevancia al abrir el índice y observar qué pasó con los precios regulados en ese mismo período.
Estas diferencias de decimales, adquieren, sin embargo, una mayor relevancia al abrir el índice y observar qué pasó con los precios regulados en ese mismo período.
Es sabido que durante el kirchnerismo la inflación logró ser “controlada” o, al menos, evitar mayores aceleraciones, mediante el control de precios que están bajo la órbita del gobierno, como son las tarifas de servicios públicos. Al tener a un set de precios bajo control, es posible contener el nivel general de precios aún cuando los precios libres están moviéndose a una velocidad mayor. Justamente una de las principales dificultades del Banco Central comandado por Sturzenegger es la de lograr un proceso desinflacionario al mismo tiempo que se acomodan precios relativos, y se actualizan tarifas que estaban en niveles insostenibles (principalmente desde la calidad del servicio y desde una óptica fiscal).
En este contexto es que adquiere mayor relevancia la tasa de inflación del 26,1% de la Ciudad de Buenos Aires. Esta inflación se registró al mismo tiempo que los precios regulados se actualizaban al 42,6% anual. Por su parte el 26,6% de 2013 se logró con precios regulados subiendo por debajo, al 21,3% y durante el año 2015 se registró una tasa de inflación del 26,9% pero con precios regulados muy pisados, avanzando solo 10% en todo el año. Es decir que la tasa de inflación más baja de los últimos 5 años se logró al mismo tiempo que los precios regulados están subiendo a una velocidad del doble que en 2013 y cuatro veces mayor a la de 2015. En otras palabras, se logró bajar la inflación respecto al 2016 no solo sin atrasar tarifas sino actualizándolas por encima del promedio general de precios. Esto significa, desde luego, que el resto de los precios, la inflación núcleo, fue más baja aún. Durante el año pasado los precios de la economía que forman la inflación núcleo se incrementaron 23,4% en la Ciudad de Buenos Aires (la tasa más baja desde que se publica le índice) y 21,4% en todo el país.
Dicho todo esto, es entendible el descontento con una tasa de inflación que quedó muy lejos de la meta del Banco Central. Al errar por tanto a una meta ambiciosa, la sensación es de fracaso. Sin embargo, en un contexto de reacomodamiento de precios relativos como el que se está llevando a cabo, la tasa de inflación del 2017 da cuenta de que la política económica está funcionando. Si bien la velocidad es menor a la deseada (y prometida), no hay que perder de vista por ello, la sostenibilidad del proceso.
En este contexto es que adquiere mayor relevancia la tasa de inflación del 26,1% de la Ciudad de Buenos Aires. Esta inflación se registró al mismo tiempo que los precios regulados se actualizaban al 42,6% anual. Por su parte el 26,6% de 2013 se logró con precios regulados subiendo por debajo, al 21,3% y durante el año 2015 se registró una tasa de inflación del 26,9% pero con precios regulados muy pisados, avanzando solo 10% en todo el año. Es decir que la tasa de inflación más baja de los últimos 5 años se logró al mismo tiempo que los precios regulados están subiendo a una velocidad del doble que en 2013 y cuatro veces mayor a la de 2015. En otras palabras, se logró bajar la inflación respecto al 2016 no solo sin atrasar tarifas sino actualizándolas por encima del promedio general de precios. Esto significa, desde luego, que el resto de los precios, la inflación núcleo, fue más baja aún. Durante el año pasado los precios de la economía que forman la inflación núcleo se incrementaron 23,4% en la Ciudad de Buenos Aires (la tasa más baja desde que se publica le índice) y 21,4% en todo el país.
Dicho todo esto, es entendible el descontento con una tasa de inflación que quedó muy lejos de la meta del Banco Central. Al errar por tanto a una meta ambiciosa, la sensación es de fracaso. Sin embargo, en un contexto de reacomodamiento de precios relativos como el que se está llevando a cabo, la tasa de inflación del 2017 da cuenta de que la política económica está funcionando. Si bien la velocidad es menor a la deseada (y prometida), no hay que perder de vista por ello, la sostenibilidad del proceso.
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