lunes, 22 de enero de 2018

LECTURA RECOMENDADA


La triunfante, de Teresa Cremisi
Autorretrato marcado por la errancia
En 2015, Teresa Cremisi (Alejandría, 1945) publicó su primera novela luego de abandonar una prestigiosa carrera como directora editorial. En 2005, su retiro del grupo francés Gallimard había sido por lo menos airado; por diferencias con Antoine Gallimard, Cremisi dejó ese sello y comandó durante varios años la editorial Flammarion. Desde esas casas editoriales, publicó novelas, ensayos y biografías de autores como Yasmina Reza, Catherine Millet, Michel Onfray y Michel Houellebecq. Años antes, luego de desembarcar en Italia, había trabajado como lexicógrafa para Garzani. Cuando llegó a París en 1989, se sintió como pez en el agua en el ambiente cultural de esa ciudad. Philippe Sollers la bautizó "la primera ministro" del mundo literario francés.
En su primer y único libro hasta el momento, Cremisi da a luz a una protagonista con la que comparte ciertos atributos. Ambas nacieron en Alejandría, hijas de padres inmigrantes y educadas en un colegio católico tutelado por monjas coptas. Las dos son políglotas conscientes de la aventura que significa usar una lengua extranjera: "Cambia el modo de entenderse, decimos cosas que no habríamos dicho, pensamos de un modo algo diferente, no reaccionamos de la misma manera. La lengua de uso influye en el cuerpo y en los sueños". La escritora sugirió que La Triunfante se podía leer como un "autorretrato espiritual". Es el perfil de una mujer libre, una amante de las aventuras marinas y de los grandes propósitos, provista de "una imaginación portuaria".
Quedan definidas desde el comienzo las particularidades de los padres. Una madre hermosa, artista y embustera; un padre de maneras cohibidas, gentil y perspicaz en el trato con los otros. Ellos se convierten en actores fundamentales de la primera mitad de La Triunfante. Observadora y aguerrida hija única, aprendiz de las astucias recomendadas por un personaje de Stendhal (el conde Mosca en La cartuja de Parma), Cremisi traza de manera sutil la historia de una colegiala que, casi sin desearlo, se transformará años después en "una guerrera del capitalismo".
Estructurada como el largo viaje que representa una vida a través de una jornada, la novela comienza por la infancia y adolescencia de la protagonista en Alejandría, en un Medio Oriente decadente y a la vez fascinante. Lectora entusiasta de Homero, la niña encuentra en el paisaje de la ciudad portuaria de más de dos mil años un estímulo para la ilusión y el amor por la literatura. "A causa de las tardes de Abukir, los erizos de mar y las puestas de sol contempladas en silencio, dejaba a menudo volar mi fantasía ante los cuadros de batallas navales expuestos en los museos europeos; y me lancé a traducir (a pesar de no ser en absoluto mi oficio) Salambó, la más atronadora y sanguinaria de las novelas a mi alcance; una traducción que me dejaba, al final de cada página, exhausta de fatiga y espanto", cuenta la narradora. La nostalgia, desde el comienzo, está proscripta en esta elegante novela sobre la errancia.
En un sentido, La Triunfante es, además de la autobiografía apenas ficticia de una mujer vehemente que revisa momentos de juventud y de madurez en Milán, luego en París y por último en un pueblo de Salerno, una declaración de amor por la cultura francesa, a la que la protagonista (como sucede con muchos extranjeros enamorados del país anfitrión) quiere integrarse. No tiene éxito: "Ese deseo me había construido, digamos que yo me había construido en torno a él y alrededor de la lengua que amaba más que los otras, que era la mía". Gracias a ese fracaso, ella recupera en los años de vejez una fuerza que, pese a la tendencia universal hacia la Ley y el Orden, no había estado ausente de sus viajes por mar y por tierra: "El espíritu de libertad encuentra un espacio más despejado que permite, a edades avanzadas, ideas y esperanzas con las que nadie sabe qué hacer".

D. G.

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