José Luis Machinea suele tener una visión equilibrada de la economía. En esta entrevista afirmó que el rumbo económico del Gobierno es el adecuado, pero que es necesario reducir el déficit de la cuenta corriente y la apreciación cambiaria. El economista de 71 años, que dirigió el Banco Central en el gobierno de Alfonsín y el Ministerio de Economía en el de De la Rúa, afirmó que con el actual nivel de inversión la economía no podrá crecer el 3 o 4% por año, como se pretende. Por otro lado, dijo que el Gobierno fue ingenuo en creer que podría bajar la inflación rápidamente, elogió el cambio en las metas y afirmó que sería "razonable" que las paritarias se negociaran con un aumento del 17% este año.
Entre su trabajo como docente universitario, consultor privado y referente económico del radicalismo, Machinea aprovecha su tiempo libre para jugar con sus nietos y para la lectura; sus últimos libros preferidos fueron Patria, de Fernando Aramburu; HHhH, de Laurent Binet, y Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond.
-¿Hay un modelo económico claro?
-Lo que existe es un rumbo más que un modelo. Y hay una secuencia y una velocidad. El rumbo en este caso significa una mayor inserción en el mundo, mayor apertura en la economía y un ajuste de precios relativo. El rumbo parece el adecuado; la secuencia también, aunque algunas tarifas, como las del gas, no hacía falta que aumentaran tanto ni transferirles directamente el aumento a las empresas. En cuanto a la apertura, sería mejor abrir primero la economía y después la cuenta capital, pero es difícil abrir la economía por el nivel de competitividad y, por otro lado, regular la cuenta capital es complejo, porque el Gobierno necesita mucho financiamiento. Respecto de la secuencia, estoy de acuerdo con el gradualismo porque no hay otra opción. Es cierto que el gradualismo tiene riesgos, pero son mayores los costos del shock. Eso se vio claramente en el cambio de la fórmula de movilidad jubilatoria.
-¿Se siente cómodo el radicalismo con este rumbo económico?
-En términos generales sí, aunque seguramente hay cosas que se harían diferente; creo que la UCR insistió mucho con el bono en la reforma de la fórmula de ajuste de las jubilaciones. Además debería tener una mayor participación en las decisiones, pero para eso se necesita que sea capaz de generar más propuestas en distintos frentes, y eso requiere cuadros jóvenes formados que ayuden en ese proceso. Por otro lado debería ser más relevante en la agenda de reparación institucional, un área en la que no parecería haber avances importantes.
-¿Cómo observa el nivel de inversión?
-Está en un promedio del 18% del PBI y con eso no se puede crecer al 3 o 4% por año. Los países de la región que crecieron bien tienen el 24% del PBI. Lo tranquilizador viene del lado de la política: la posible continuidad de Macri genera tranquilidad. Pero, además, se viene un peronismo con una visión más moderna de la sociedad, que va a ser competitivo. Eso me hace ser más optimista porque puede convencer a los inversores de que el país va a mantener, con matices, determinadas políticas básicas. Y además nos ahorramos discusiones inútiles. Esa idea de que Cristina Kirchner viva políticamente para siempre no le hace bien al país.
-¿Qué opina sobre el aumento de la tarifa del transporte?
-El aumento es necesario, pero es muy importante también que el Gobierno mantenga la tarifa social; no me queda claro que sea el 25 o 30% como dice el Gobierno. Debería ser un criterio de selección transparente. Es relevante para reducir la pobreza. A la vez, el sistema multimodal me parece muy buena iniciativa y tiene efectos redistributivos importantes.
-Usted fue presidente del Banco Central y ministro de Economía. ¿Son naturales los choques entre ambas figuras?
-Hay diferencias. Creo que la manera de presentar el cambio de las metas de inflación no fue la mejor, aunque estoy de acuerdo con haberlas cambiado. Creo que se ha exagerado el impacto negativo sobre la reputación del Central, aunque el papel secundario de Federico Sturzenegger en esa conferencia de prensa fue un error; él debería haber anunciado las nuevas metas y no el ministro de Hacienda. Entre otros motivos, había que cambiar las metas para discutir las paritarias con los gremios en base a una fórmula realista; sonaba ridícula la oferta del 9% del Gobierno a los bancarios. Ahora, con una meta del 15% se puede sentar a discutir mejor. Por otro lado, no me parece que la política monetaria pueda ser expansiva, porque creo que la meta sigue siendo ambiciosa e implica una posición del Banco Central con tasas no tan bajas como esperan muchos.
-¿Cree que seguirá la reducción de las tasas?
-En forma gradual. Las últimas dos semanas son una prueba de ello, y es probable que el gradualismo continúe, quizás algo más lentamente.
-¿O sea que el Gobierno no tiró la toalla con la inflación?
-No, pero la inflación será del 18 o 19% anual, más alto que lo que se pensaba hace 2 meses. Esta nueva meta fuerza menos la apreciación cambiaria.
-¿Pero la apreciación cambiaria no es consecuencia de una mayor confianza?; ¿no es lógica y positiva en un proceso de ingreso de capitales y apertura de la economía, como plantean algunos economistas?
-Positiva no la veo; de hecho el FMI aconsejó hace siete años colocar restricciones a la entrada de capital de corto plazo para ayudar al manejo del tipo de cambio y a la política monetaria. Entiendo la tendencia a la apreciación, pero si esta resulta excesiva se puede revertir en forma brusca. El Banco Central debe tener también un objetivo en el tipo de cambio, porque en un país como este es una política relevante. En este sentido son importantes las intervenciones en el mercado cambiario y las limitaciones a la entrada de capital.
-Una medida similar a lo que se hizo con los encajes en 2004-2005, cuando el tipo de cambio se apreciaba...
-Sí, totalmente. El problema es que el Gobierno no quiere perder el financiamiento que necesita.
-¿Le preocupa el nivel del déficit de cuenta corriente?
-Es el principal problema de la economía y está relacionado con el déficit fiscal, aunque esta no es la única causa. Hay experiencias de países con equilibrio fiscal y déficit de cuenta corriente en la región. El déficit de cuenta corriente será del 4,7% del PBI, las exportaciones no crecieron y las importaciones crecieron el 20%, aunque es verdad que hay muchos bienes de capital que ingresaron. Pero si el año próximo el déficit supera el 5% estamos cerca de una zona de turbulencia.
-¿Hay otra vía para acelerar la baja del déficit fiscal, más allá de bajar los subsidios a las tarifas de los servicios públicos?
-Es difícil, no veo otra manera. Sí creo que el gradualismo requiere mucha paciencia, con dos a cuatro años de disciplina fiscal; no es cuestión de ahorrar algo este año y listo. Espero que el Gobierno tenga esa paciencia.
-¿También hay que tener paciencia con la inversión? ¿El Gobierno fue ingenuo al esperar una lluvia de inversiones?
-Absolutamente. Fue ingenuo en ese sentido y al esperar bajar rápido la inflación; ingenuo y equivocado, aunque ahora hay una mirada más razonable. Las inversiones están llegando, gradualmente y posiblemente sigan así, si se mantiene el rumbo.
-¿Lo convence tener un ministro de Economía con poco poder?
-No me gusta. Creo que un ministro de Economía requiere más capacidad de decisión y de coordinación, que es uno de los principales problemas. Esta cuestión ha mejorado, pero hubiese preferido un economista que coordine a todo el equipo.
-¿Le preocupa el stock de las Lebac como un problema potencialmente explosivo?
-No, salvo que la tasa de interés real sea del 10% o del 15%; si baja, vamos a tener menos riesgo. Si el Gobierno toma más crédito en pesos también habrá menor riesgo, aunque es verdad que, a la vez, puede desplazar al sector privado en materia de crédito. Creo que la deuda es un problema, pero no es grave; sin las Lebac es del 28% del PBI. Y en esta cuestión hay que considerar la tasa de interés real, no la nominal.
-¿Las tasas altas frenaron la inversión productiva?
-No, pero creo que ayudaron a la apreciación cambiaria y sí complicaron las exportaciones y la inversión en esos sectores. No afecta tanto como en economías que tienen el 100% del crédito sobre el PBI.
-¿La tasa es el mejor canal para bajar la inflación?
-La baja de la inflación requiere coordinación de diferentes fuentes, no solo de la política monetaria. En la Argentina tiene un efecto menor que en otros países.
-¿Prevé una negociación paritaria razonable este año?
-El cambio de la meta le da al Gobierno margen para negociar un aumento en torno del 15 al 17%; eso sería razonable. De todos modos, la inflación esperada de enero y febrero no ayuda.
-¿Cómo analiza el contexto internacional?
-Todo hace pensar que las tasas de interés van a subir, especialmente en los Estados Unidos, aunque en forma gradual. Sobre todo hay incertidumbre; nos hemos acostumbrado a que líderes mundiales digan que van a tocar un botón [en referencia a las amenazas nucleares entre Estados Unidos y Corea del Norte]. Creo que los mercados se han convencido de que tienen tan poca credibilidad que no pasa nada: la disociación es increíble.
-¿Hay fundamentos para tanta suba de los mercados?
-La baja tasa de interés ha hecho que los mercados se pongan excesivamente optimistas. Siempre hay alguna oportunidad de inversión en algún lado. Pero eso puede cambiar, de un día para otro. Por otro lado, hay una tensión muy grande en Medio Oriente y tensiones crecientes por el hackeo de Rusia y China a procesos electorales de países occidentales. Es verdad que hasta ahora se esperaba que la economía internacional se cerrara por Trump y eso no ocurrió, pero no hay que descartarlo.
-¿Cuál es la mejor forma de integrarse en el mundo?
-La mejor manera sería a través del sistema multilateral, pero no funciona. Así que lo mejor es a través de los acuerdos. El mundo está lleno de acuerdos comerciales y la Argentina no tiene casi ninguno; competir así cada vez es más difícil en el sector industrial. Hay que avanzar con el Pacífico y con Europa. Quedarse afuera dejará al país afuera del comercio mundial.
M. K.
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